DICHOS Y HECHOS DE LA HISTORIA MEDIEVAL
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DICHOS Y HECHOS DE LA HISTORIA MEDIEVAL

Todos sabemos que el español es una lengua romance que desciende de latín y que se conforma en la Edad Media. Por lo tanto, es lógico que conservemos muchos vocablos que se empleaban en aquella época.

En algunas ocasiones han mantenindo intacto su significado (alcázar), otras veces han cambiado un poco , como alcalde (antiguo juez de la villa y ahora el máximo representante local sin poder judicial) y otras han añadido nuevos significados, caso de armatoste, antiguo instrumento para recargar las ballestas, que por su aparatosidad ha llegado a significar algo grande y voluminosos que estorba... En fín, la lista sería eterna.

Al igual que con las palabras pasa con los dichos y/o refranes. Muchos de ellos tienen su orígen en la Edad Media. En esta serie de dos artículo os mostraremos sólo una escueta selección de ellos. Os animamos a que sigáis investigando por vuestra cuenta.

‘Estar en Babia’

Babia es una región de León. En plena Edad Media era una región frondosa rebosante de bestias salvajes. Dícese que un rey castellano-leonés era gran aficionado a pasar largas temporadas en esos lares, dedicándose a su pasión favorita, la caza. Consecuencia de ello era que, forzosamente, tenía poco tiempo para dedicarse a los asuntos de gobierno. Por ello, cuando alguien iba a la corteo preguntraba por su majestad para consultarle algo, los cortesanos se veían obligados a responder una y otra vez que el rey estaba en Babia... de estar tanto tiempo allí, se quedó con el dicho de ‘estar en babia’; cuando alguien está a lo que no debería estar, por estar en las nubes.

‘A buenas horas mangas verdes’

La Santa Hermanda, creada en el siglo XV, con los Reyes Católicos llegó a desempeñar la función de una verdadera policía, casi al estilo de nuestra actual guardia civil. El uniforme que llevaban sus miembros consistía en una capa y jubón con largas mangas verdes. Como su tardanza en llegar al lugar de los hechos llegó a ser proverbial, de ahí el dicho de ‘a buenas horas mangas verdes’.

‘Ir de punta en blanco’

Esta frase deriva diréctamente del vocabulario y hechos de caballería. Cuando un caballero se preparaba para la batalla se aseguraba de tenerlo trodo preparado: armadura completa y puntas afiladas, reales. El tener las armas afiladas era tenerlas blancas. De ahí que cuando un guerrero iba completamente equipado para la batalla se decía estar de punta en blanco. Hoy, el significado, a derivado a estar completamente vestido, de forma elegante.

‘Velar armas’

Igualmente deriva de los hechos de la caballería. El rito de tomar la caballería requería que el caballero novel, el aspirante, doncel o escudero hasta entonces, pasara un noche de vigilia, rezando y velando (vigilando a la luz de las velas) las armas, normalmente encerrado en una capilla. De ahí que esta sentencia se aplique a alguien que está encerrado preparando algo para una batalla o acto importante.

‘meterse en camisas de once varas’

Para empezar hay que decir que la vara es una antigua medida, que en la edad media castellana equivalía a unos 84 cm. Según cuenta José M. Iribarren en ‘El porqué de los dichos’, el origen de esta frase estaría en "la ceremonia que se hacía en la Edad Media para adoptar a uno como hijo, consistente en que el padre adoptante metía al adoptado por la manga muy holgada de una camisa y los sacaba por el cabezón o cuello de ésta, hecho lo cual le daba un fuerte beso en la frente. Sucedía, a veces, que salían mal estas adopciones, y, por lo tanto, se aconsejaba al que trataba que lo adoptasen que no se metiera en camisa de once varas, es decir, que no se dejase adoptar por otro".

‘Esto es una ganga’

Circa del 1500, las tropas españolas al mando del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, causaban estragos en los campos de batalla italianos. En medio de estas campañas, una fortaleza cae en manos hispanas. Su nombre era la plaza de Ganga. Habiendo conseguido esto, el escaso número de españoles de la plaza se vieron prontamente sitiados por una numerosa fuerza francesa de socorro. Llegado un momento, las tropas españolas deciden que es mejor salir y luchar a campo abierto, aún estando en franca minoría. Cuando de madrugada deciden hacer una salida desesperada se encuentran que en el campamento francés, apenas verles, salen disparados dejando atrás todo el bagaje. Lo que no sabían las tropas sitiadas es que a los franceses les había llegado el rumor de que se acercaba una tropa de refresco española y, ante el temor de verse rodeados, habían iniciado una apresurada retirada. Al final, como la victoria por parte de tan exigüas tropas fue tan fácil y el beneficio tanto, una ciudad y un campamento, de ahí el dicho de ‘esto es una ganga’...

‘Las cuentas del Gran Capitán’

Al mismo Gran Capitán, se le atribuye otro hecho que ha quedado para los anales. A pesar de los grandes logros que sus tropas conseguían para Fernando el Católico, éste, haciendo caso de los envidiosos de la corte, le mando de muy malas maneras que le diera cuentas de todos los gastos de la campaña, ya que creía que no estaban bien, o al menos no estaban justificados documentalmente. A esto, el malhumorado y herido comandante le envió la siguiente nota:

"Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados... por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados... por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados... por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados... y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados..." (más información en el museo del ejército)

Por eso, actualmente, ‘las cuentas del Gran Capitán’, son aquellas cuentas hechas sin ningún tipo de recibo real.

‘No hay moros en la costa’

A pesar de las victoriosas campañas italianas, lo cierto es que las costas mediterráneas de nuestro levante siguieron viéndose asaltadas por piratas berberiscos durante todo el siglo XVI. Por eso se levantaron numerosos fortalezas y torres vigías cuya misión era vigilar que no hubiera moros en la costa... sobran las explicaciones.

 

La página sobre el medioevo de Ana y José Manuel