Cuando a alguno de nosotros, después
de terminar la tesis, un amable miembro del tribunal nos pregunta si ahora
pensamos publicarla, se nos cambia el gesto, sonreímos y pensamos:
sí, después de esta paliza...
También me acuerdo del primer día que entré en el
despacho de mi director de tesis, que me dijo: "Y no quiero que me escribas
una tesis, ¿eh? Escríbeme un libro." Conste que lo intenté,
pero aún no sé si consideró que mi trabajo era "suficientemente
libro", aunque por fin una editorial lo publicó. Claro, que algunas
personas han escrito primero la tesis y después han podido sacer
de ella tres ocuatro libros, pero eso era antes, cuando la tesis podía
durar toda la vida porque mientras tenías una plaza en la Universidad.
Me temo que ahora todos tenemos que darnos muchas más prisa...Varios
años y muchos folios después de aquel consejo, y después
de trabajar en dos editoriales, me gustaría que mi ardua, ya que
no triste, experiencia, fuera compartida por colegas, interesados y amigos,
aquellos que piensan escribir una tesis, revisar la suya o publicar un
libro más o menos serio sobre un tema histórico en una editorial
más o menos comercial.
En primer lugar, mi recomendación
es tomar unas cuantas decisiones. Partamos de que el material es una tesis
que queremos publicar, o un libro ya terminado (en el segundo caso, ignorar
los puntos que el sentido común decida que son innecesarios). Lo
primero es decidir si el texto que tenemos irá íntegro en
la edición. Un libro normal debería tener Entre 200-300 páginas,
para que el pobre lector no muera en el intento, lo que supone unos 200-250
folios a doble espacio. Si tenemos una tesis de mil folios, lo más
sencillo para empezar es eliminar todos los apéndices (cuando convenga,
pondremos la parte necesaria en notas), dejando sólo una cronología
y algún esquema, árbol cronológico o similar que
"ilumine" particularmente nuestra exposición.
Lo siguiente es reducir la bibliografía a aquellos libros que "tú
recomendarías al lector que lea sobre el tema", o que sean absolutamente
necesarios. No pasa nada porque algunos clásicos caigan de la lista,
siempre se pueden recomendar en una nota al pie si no son demasiado importantes
para el argumento principal.
En este momento, ya debemos
tener claro a qué público vamos a dirigir nuestra obra. Así,
es posible decidir si una parte de la tesis (metodología, estudio
particular de algunos documentos o personajes, alguna parte que se salga
de la cronología pero sea necesaria como antecedente histórico
) puede ser publicada en una revista especializada, sin romper demasiado
el hilo de la narración. Así, tendremos un montón
de folios fuera del libro, y una publicación más en el curriculum!
Conviene entonces hacernos algo de autopropaganda y citar el artículo
en cuestión dentro de la tesis, o viceversa, según lo que
se vaya a publicar antes.
Dejado el texto en más
o menos la mitad de páginas (uf!), viene la decisión final,
que a veces ni siquiera tomamos nosotros, pero que es conveniente tener
clara desde el principio: ¿qué editorial va a publicar mi
libro? Si es una editorial universitaria o de un centro de investigación
público, los problemas se reducen, porque el texto sufrirá
menos cambios y el registro en el que está escrito el libro no tiene
por qué cambiar. Además, si el propósito principal
es dar a conocer documentos inéditos, ésta es seguramente
(junto con ciertas fundaciones culturales) la mejor opción. Si (y
sólo si) nuestra obra trata de una autonomía, ciudad, pueblo
o institución, nos podemos dirigir al organismo público correspondiente
(gobierno utónomo, diputación, ayuntamiento, caja de ahorros,
etc.) para ver si hay suerte... Si no, siempre nos queda la opción
de intentar interesar a una editorial comercial normal. Que es lo más
difícil...
Para empezar, es conveniente
saber cuáles se interesan por nuestro ámbito de estudio,
y después, las "grandes", que tienen de todo (Alianza, Gredos, Taurus,
Crítica, etc.) pero que no siempre se arriesgarán por un
desconocido, y menos aún una tesis, pero eso no quiere decir que
sea imposible. Ahora si, entonces nuestro estilo literario es tan importante
o más que el contenido (y no digáis que no os lo avisé
cuando llegue la carta de negativa).
Después conviene
hacernos con el catálogo de publicaiones de las posibles "editoriales-objetivo"
y, si es posible, saber quién es el editor de la colección
que nos interesa (normalmente un profesor universitario, investigador,
académico o similar, pero a veces alguien de la propia plantilla,
que son aún más difíciles de convencer, porque tienen
más claro el objetivo económico).
Teniendo esto más
o menos claro, hay que redactar/corregir el libro. Digo esto porque está
probado que un resumen puede interesar, una carta de presentación
puede presentar, pero hasta que la editorial no tenga el libro en las manos
y lo vea con sus propios ojos (esos ojos técnicos que deciden cuánto
papel hace falta, qué tipo de letra hay que usar, cuánto
costará la encuadernación, etc.) y haga un presupuesto, no
tomará la decisión final.
Así que ahora, unos
cuantos "trucos" en lo que a estilo se refiere:
El índice tiene que
ser claro, y ni muy largo ni muy corto, ni tampoco demasiado detallado
salvo que sea un manual (lo digo por los subcapítulos y las subcláusulas
tan típicas de las tesis).
Las notas tienen que reducirse,
dejando sólo lo imprescindible. Los nombres de autor en mayúscula
no gustan al sector editorial (aunque sí a los miembros del tribunal).
Lo mejor para saber qué estilo de notas se usa en una editorial
determinada es invertir en
comprar un libro suyo. Cada una hace lo que
quiere...y ojo! son muy exigentes con la homogeneización, por ejemplo,
ob. cit. siempre tiene que ir así, y no a veces op. cit., etc. etc.
Se me olvidaba! Es fundamental
NO usar distintos tipos de letra, ni tabulaciones raras, ni veinte tamaños
diferentes, y las menos sangrías posibles. Gracias a los distintos
sistemas de ordenador podemos hacer maravillas, pero todas se pierden cuando
pasamos de Word a WordPerfect, o de ambos a Mac, y lo único que
hacen todos es dar problemas. Ah! y si mandáis un disquete, acordáos
de poner en qué versión de qué procesador está
grabado. Por cierto, que las editoriales no suelen evaluar disquetes, sino
manuscritos (o sea, la copia impresa).
Siento tener que decir esto:
los editores normalmente corrigen faltas de ortografía, acentos
y puntuación, pero eso no quiere decir que no lo corrijamos nosotros
también.
Vamos con un apartado difícil:
la transcripción de idiomas no europeos. Lamentablemente, la informática
no ha solucionado todavía este capítulo, por lo que podéis
encontraros muchos problemas. Si ya tenéis apalabrada la publicación
con una editorial y vais a utilizar transcripciones del árabe, sánscrito,
chino, o lo que sea, preguntadles. Ellos os dirán cómo lo
hacen. Mi recomendación es que desde un principio se avise en la
introducción , y poner todos los sinónimos españoles
que se pueda. Además, eso hace más fácil la lectura
del texto a los profanos.
Según el nivel del
público al que hayamos decidido dirigirnos, habrá que explicar
algunas "cosillas" en el texto de la obra. Por ejemplo:
Es muy útil poner los años de reinado después de cada
rey la primera vez que se le menciona.
El país entre paréntesis cada vez que aparezca algún
lugar que al público le pueda resultar poco familiar.
Explicar referencias que aparezcan en la obra, aunque sea con una nota
a pie de página. Hace poco me contaba una profesora que no podía
escribir un libro para americanos mencionando la cruzada albigense sin
explicarles lo que es. Pues eso.
No olvidemos que nuestro sistema educativo va cada vez peor, y que incluso
aquellos que gozamos de mejores tiempos olvidamos algunas cosas que estudiamos
hace muuuuchos años.
Aquellas palabras que tengan un significado diferente del habitual en otro
contexto, o en lengua extranjera, pueden ir en cursiva, e incluso pasar
a un glosario. Pero cuidado, no hay que abusar. Y de negritas, nada.
Y llegamos a una palabra
ante cuya mención muchos empalidecemos: el índice. ¿Qué
hacer? Primero, decidir si es mejor hacer uno de nombres y otro de lugares,
o todo junto. A veces la editorial nos dirá lo que prefiere, o incluso
lo harán ellos. Si te ha tocado, estarás ante un taco de
pruebas y te preguntarás cómo meterle mano...Pues con los
rotuladores de colores, como cuando éramos pequeñitos! (Conste
que he visto y oído formas diversas de hacer índices, y ésta
es la que más me convence, por experiencia). Se
coge un marcador de un color para personas, otro para lugares, y más
si es necesario, según la cantidad de cosas que queramos incluir,
y a leer! Marcaremos en cada página todo lo que aparezca de cada
cosa y una vez terminado todo, se puede hacer la lista de entradas y los
números de página a la vez, o casi, en el ordenador.
Aunque hay quien tiene la oportunidad
de indizar con el ordenador, una advertencia: nuestra maquinita no recoge
palabras mal escritas, erratas, ni entradas de obras que estén mencionadas
de forma diferente. Como esto suele ocurrir, es recomendable que,
aunque hayamos hecho la
lista con un ordenador, recurramos al socorrido sistema manual que, además,
suele ayudar a descubrir incoherencias en el texto que pueden solucionarse
(por ejemplo, un título de un libro citado de distintas formas,
o un autor con el nombre escrito una vez en latín y otra en
francés, o cosas así).
Espero que estos consejos
prácticos sean de utilidad a alguien, o al menos acompañen
a los que se sienten solos en la ardua tarea de editar. Para dudas concretas,
recomiendo que me mandéis un e-mail, y serán también
bien recibidas las observaciones, críticas y deseos de alargar más
alguna parte de estas notas. Algún día puede que las haga
más exhaustivas.
Ah, y cuando tengáis
el libro listo, no dejéis de dárselo a leer a alguien de
confianza, y cuando digo de confianza, quiero decir a alguien que no sea
de la misma especialidad y que pregunte todo aquello que no le quede claro,
y que sea implacable con las críticas. Conste que no es fácil
de encontrar.
!Buena suerte con la publicación!