I PARTE
Existen
pocos hechos en la historia del ser humano que hayan atraído tanto la
imaginación como las cruzadas medievales... ¿guerras santas? ¿utopía
de unos locos? ¿marca sanguinaria de los tiempos medievales? ¿otro
episodio de un eterno enfrentamiento oriente-occidente?... Lo que no cabe
duda es que las Cruzadas son uno de los rasgos determinantes y
conformadores de la Edad Media.
Hoy en día los medievalistas especialistas en las cruzadas siguen sin
ponerse de acuerdo sobre qué fueron las cruzadas, cuándo empezaron, cuándo
acabaron o por qué se lanzaron y quiénes y por qué acudieron a la llamada.
Por cierto, la palabra ‘cruzada’ se usa por primera vez en suelo
peninsular. En concreto en una carta real de Navarra a principios del siglo
XIII. Poco a poco se iría generalizando su uso en Hispania, de tal manera que
para el 1300 el papa ya lo reconoce y se extiende por las lenguas vernáculas
del resto de los países europeos en el siglo XIV. Hasta entonces, los términos
empleados para designar estas campañas habían sido el de negotio ultramarino,
negotio hierosolimitano, passagium, iter peregrinatio,... palabras latinas que
designaban dos cosas. Por un lado la relación intrínseca entre cruzada y
peregrinaje y, por otro lado, jerusalén como último objetivo.
Qué fueron las cruzadas
Tradicionalmente se creía que las cruzadas fueron una serie de campañas
militares lanzadas contra Jerusalén para liberar Tierra Santas de manos de los
infieles. Sin embargo el estudio del fenómeno ha creado la necesidad de ser
mucho más precisos cuando empleamos el término cruzada.
De hecho, hoy en día, historiográficamente hoy dos grandes teorías
enfrentadas sobre lo que fueron las cruzadas. Por un lado están aquellos que
defienden que sólo se pude entender como cruzadas aquellas campañas lanzadas,
específicamente, a Tierra Santa.
Por otro lado, los pluralistas, que opinan que las cruzadas serían todas
aquellas campañas en defensa de la iglesia o la religión, o contra los
enemigos de la iglesia, autorizadas por el Papa, y que solían ir acompañadas
de una serie de privilegios espirituales, donde destacaba la indulgencia
plenaria, o remisión de la penitencia por todos los pecados confesados. Estos
último aceptan que cualquier frente pudo ser objetivo de cruzada. De ahí que
aquellas campañas autorizadas y reconocidas por el papado como cruzadas contra
personas en Hispania, el Báltico, en Francia o cualquier otro sitio, fueran
auténticas cruzadas, fueran criticadas o no.
Orígen y evolución
Todo el mundo, por otro lado, acepta que las cruzadas tienen mucho que ver
con dos fenómenos: el peregrinaje (especialmente a Jerusalén) y la
sacralización de la caballería. Ahora, los caballeros también podrían llegar
a salvarse haciendo lo que mejor sabían hacer, combatir –eso sí, en defensa
de la fe y la iglesia-. Hasta entonces se creía que el camino del monje era el
mejor, por no decir el único, para alcanzar la salvación eterna.
Sin embargo hubo una evolución tanto en el concepto de lo que era una
cruzada como en los mecanismo que se montaron en torno a ella. Admitiremos que
la primera cruzada fue la predicada por Gregorio VII en Clermont-Ferrand en 1095
en defensa del Imperio bizantino y por la liberación de los Santos Lugares, y
que acabaría con la toma de Jerusalén en 1099. Sin embargo, el ‘corpus’
cruzado no terminaría de conformarse hasta principios del siglo XIII con la
labor de inocencio III y el Concilio general de 1214.
EL fin de las cruzadas
Con respecto a su conclusión, mucho opinan, sobre todo los de la teoría de
un solo frente, que las cruzadas acabaron en 1291, con la caída de Acre, que
ponía fin a la historia de los reinos latinos de Ultramar.
Otros creemos que las cruzadas se pueden extender, como mínimo, hasta el
siglo XVI (recordemos que la campaña de Lepanto –1571- tuvo el rango oficial
y todos los privilegios de cruzada).
Otros, en fín, creen que el fin de las cruzadas fue la caída de Malta,
hogar y reino de la orden Militar y soberana del Hospital, ante Napoleón, a
principios del siglo XIX.
.
.LA fijación de la maquinaria cruzada
El siglo XII se había cerrado con importantes cambios desde
el punto de vista cruzado. El pontificado de Inocencio III supuso una clara
expansión de los objetivos y la institución cruzada. Sobre todo en lo que se
refiere a las llamadas "cruzadas políticas" o cruzadas contra
cristianos y herejes. Así mismo, las campañas en el Báltico habían visto
confirmado su carácter cruzado desde mediado del s. XII. Sin embargo, el
"escandaloso", en principio, suceso de la IV cruzada, que acabaría
lanzándose contra Constantinopla provocó la reacción del Papado, que no
estaba dispuesto a que una cruzada, una campaña que estaba teóricamente
dirigida por el propio Papa, a través de sus legados y en beneficio de la
Iglesia se volviera a escapar de su control, como había sucedido en 1204.
Además, estaba el problema de la cruzada contra los albigenses, que estaba
adquiriendo unas proporciones mucho mayores de lo que se había pensado en un
principio, incluyendo la muerte del rey de Aragón Pedro II en Muret, en 1213. A
ello se sumaba la situación de creciente peligro en Tierra Santa. Todo ello
motivó la convocatoria del IV Concilio de Lateranense en 1215, del que
saldrían una serie de cánones cruzados que fijarían el modelo y serían el
ejemplo a seguir para la proclamación y desarrollo de cualquier cruzada
posterior. En este Concilio, en el que destacaba el tercer canon contra
heréticos y el decimotercero sobre la prohibición de creación de nuevas
Órdenes religiosas, se fijará lo que es la institución de la cruzada en el S.
XIII. Los cánones sobre la cruzada establecerán los siguientes puntos:
La cruzada se predica en beneficio de la liberación de los
Santos Lugares y de la Iglesia en su conjunto.
Se proclama la paz universal, necesaria para unir los
esfuerzos cristianos contra el enemigo, por tres años
La iglesia recaudará la vigésima (un veinteavo) de todas
sus rentas para el beneficio de la cruzada (la diócesis de Roma aumentará
esta suma)
La cruzada estará dirigida por un legado pontificio que se
encargará de supervisar todos los preparativos y dirigirla en el campo.
Los que participen en ella personalmente, haciendo el voto,
habiéndose confesado y arrepentido de sus pecados, gozarán de indulgencia
plenaria.
Gozarán de la misma indulgencia aquellos que, no pudiendo
ir ellos mismos, armen y paguen a otro caballero, durante 3 años,para que
vaya en su lugar, disfrutando ambos de dicha indulgencia.
Así mismo, las disfrutarán aquellos que construyan barcos
para dicha causa.
Como medida innovadora, la gente también puede pagar una
cierta cantidad de dinero para redimir su voto cruzado. Si pagan una
determinada cantidad valdrá por la indulgencia plenaria, si no, por parte de
ella. También los que recen por el éxito de la cruzada gozarán de
indulgencias parciales.
Los cruzados, tanto laicos como religiosos disfrutan de una
serie de privilegios. Entre los generales se encuentra la protección papal de
sus personas, familiares y bienes. Para los eclesiásticos, tanto los que
vayan a la campaña como a los que se dediquen a predicar la cruzada durante
un determinado período de tiempo, se les concede dicha indulgencia plenaria y
se les permite que puedan disfrutar de sus beneficios eclesiásticos estando
ausentes de sus sedes.
Se establecían otras medidas económicas como que los
intereses de préstamos no se cobraran ni contasen durante el período de
ausencia y que los judíos cancelasen estos intereses
Otras medidas incluían la prohibición de los torneos; la prohibición de
mandar barcos cristianos durante 4 años a países orientales habitados por
sarracenos (para mayor disponibilidad de los mismos); se establecían penas
contra corsarios y piratas; se prohibía el comercio de ciertas mercancías
como alimentos, armas, caballos, barcos y, en general, cualquier producto que
pudiera ser utilizado por el enemigo para su defensa y se imponían penas,
excomunión y multa económica, a los que comerciaran con dichos productos
El
impacto de la Primera cruzada (1095-1099).
La definición legal vista anteriormente es la establecida a
principios del S.XIII, cuando en el IV Concilio lateranense (1215) se fija la
maquinaria cruzada. Sin embargo, la primera cruzada (1095-1099), la predicada en
Clermont en 1095 por el Papa Urbano II, no tenía unos límites bien definidos
y, de hecho, sería tomada como modelo para las siguientes campañas. Aunque
existan otros eventos anteriores que comparten ciertos elementos
característicos (guerra bendecida por la iglesia con apoyo papal, emisión de
indulgencias, etc), como los casos de Barbastro (1065) y Tarrgona (1089), los
mismos contemporáneos consideran que la primera cruzada fue aquella que
consiguió tomar Jerusalén en 1099 y en la que sus participantes se cosieron,
por primera vez, una cruz sobre el lado derecho. El impacto de esa primera
cruzada y del resto de las cruzadas fue fundamental en el mundo medieval. Para
empezar en Ultramar, en la costa oriental del medieteráneo, se crearon unos
estados cristianos católicos: El pricpipado de Edessa, los condados de Trípoli
y Antioquía y el reino de Jerusalén. Todos estos estados, junto con la Armenia
cristiana y el imperio bizantino ortodoxo conformarían un puzzle político al
que tambie´n entrarían a formar parte el resto de los poderes musulmanes de la
zona.
EL YIHAD
El islam, a diferencia del cristianismo, contaba con su propia y más antigua
tradición de guerra santa, el yihad. Éste, al principio, tenía un carácter
expansivo aunque luego también se aplicó en un contexto defensivo.
Las prescripciones sobre la guerra santa son parte de la ley islámica, que
aparece en el Corán. El islam no distingue entre Estado y religión. Por tanto,
'guerra santa' quizás no sea la traducción más correcta o apropiada, si se
entiende desde el punto de vista occidental, donde tradicionalmente, se entiende
la 'guerra santa' por motivos religiosos (R. Peters, ''Yihad in Medieval and
Modern Islam''. Brill: Leiden, 1977).
Responsabilidades y vertientes del yihad
El yihad tiene una responsabilidad colectiva y otra personal. La primera es la
obligación de estar preparado y participar, si lo requiere el Estado. La
segunda entiende el yihad como un acto piadoso y, en un principio, no
obligatorio. De esta manera, puede llevar al luchador al Paraíso como acto
meritorio o si encuentra la muerte en la guerra. Así, se convierte en mártir.
De hecho, yihad significa literalmente 'esfuerzo en el camino de Dios' y el
combate, el camino de Dios, es una de las formas más rápidas de alcanzar el
Paraíso.
Además, el yihad tiene dos vertientes. Una es física, la lucha guerrera. La
otra, espiritual, o 'hirajh', ésta significa la huida del diablo. Por lo tanto,
la verdadera guerra santa, o 'yihad', es la 'guerra contra las pasiones de uno
mismo'.
Esto puede tener cierto paralelismo con la cruzada cristiana, ya que a nivel
personal se hace por motivos espirituales -remisión de la penitencia, que exige
una pureza de intenciones- y al mismo tiempo tiene una vertiente física en la
guerra.
El yihad, según la escuela Maliki
La escuela Maliki fue una de las escuelas de jurisprudenica islámica. Es decir,
una de las formas o tendencias de interpretar la ley coránica.
Esta escuela fue la preponderante en al-Andalus durante toda su historia , si se
exceptúa un corto período alrededor del 1200, debido a la intransigencia y
radicalidad almohade.
Según Maillo Salgado (''La guerra santa según el derecho Mâliki. Su
preceptiva. Su influencia en el derecho de las comunidades cristianas del
medievo hispano'' en "Studia Histórica", I, Salamanca: Universidad de
Salamanca, 1983. P. 29-35), ''Para los musulmanes la guerra santa (yihad)
implicaba, entre otras cosas, la obligación de combatir a los infieles hasta
que se convirtiesen al Islam (tras previa invitación a hacerlo antes del
ataque) o se sometiesen al pago de una tasa de capitación [un tipo de impuesto
por habitar en tierra musulmana], siempre y cuando fueran gentes del libro [es
decir, judíos o cristianos]''.
En principio, es un precepto colectivo, pero se convierte en un deber individual
si se cumplen estas tres condiciones:
-Siempre que lo ordene el imán, o sea, el líder religiosos de una comunidad.
-Si el enemigo ataca algún territorio bajo el islam
-Cuando se proceda a rescatar a los musulmanes cautivos de los infieles. El
individuo musulmán, púber, libre, inteligente y con capacidad económica y física
está obligado a combatir en la guerra santa.
José Manuel Rodríguez García La mayor parte del texto fue publicado
originalmente por el autor en historiamedieval.temalia.com (con derechos de
reproducción).
|