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Gijón, 18 de julio de 2023

“Saltarse la Constitución nunca es la forma de solucionar un problema, porque queda soterrado, latente”

Josefina Martínez Álvarez dirige el curso de verano de UNED Asturias “Entre el regeneracionismo y el totalitarismo. A los cien años de la Dictadura de Primo de Rivera”
La profesora ha subrayado la importancia de que los historiadores acudan a los archivos para “analizar la documentación e intentar ser objetivos, alejándonos del juicio”
Josefina Martínez.

Josefina Martínez.

Josefina Martínez Álvarez, profesora titular de Historia contemporánea de la UNED, inició su carrera académica después de haber trabajado en televisión, como asesora cinematográfica en series documentales y como redactora de programas. Esta experiencia periodística le ha enriquecido como docente, porque se acostumbró a ver las cosas desde dos perspectivas, “la del emisor y la del receptor”, y para dar clase “es importante darte cuenta de cómo se está recibiendo la historia que transmites”, señala. También su faceta investigadora tuvo en cuenta la experiencia profesional previa, pues entre sus líneas de trabajo se encuentran el cine español y la comunicación institucional. La profesora, que ya dirigió en Gijón un curso de Extensión Universitaria, en 2008, sobre archivística, ha vuelto a UNED Asturias para dirigir el curso de verano “Entre el regeneracionismo y el totalitarismo. A los cien años de la Dictadura de Primo de Rivera”, coordinado por Francisco Balado Insunza.

¿Cuál es el objetivo de este curso?

Dar a conocer lo que pasó durante los siete años de Primo de Rivera en el poder, porque la dictadura queda un poco sumergida entre lo que fue el periodo de la Restauración y sobre todo la Segunda República. Los investigadores se han dedicado muchísimo más a investigar qué sucedió durante la Segunda República, mientras que la dictadura es como una serpiente de verano: ha habido años en que se ha visto, pero nunca se le ha dedicado tanta atención.

En su ponencia aborda el tema de la “nacionalización” del país, centrándose en la enseñanza y los medios de comunicación. ¿Cuál fue la política de Primo de Rivera en estos aspectos?

Miguel Primo de Rivera tenía mucho interés en regenerar el país, y la regeneración después del desastre del 98 pasaba por fortalecer el espíritu de victoria y no de derrota. Lo que él quiere cambiar es esa sensación de derrota y de menosprecio que tenía el propio país. Y para ello se basa en adoctrinar para dar un espíritu nuevo y una nueva ciudadanía mediante la educación, enseñando los grandes mitos españoles, las grandes victorias, conquistas… Para valorar todo lo que consideraba que había hecho bien España y que otras naciones estaban tratando de socavar.

Incluso en periodos que forman parte de nuestra historia contemporánea hay que hacer un esfuerzo para ponerse en la mentalidad de la época… ¿Hasta qué punto puede ser importante hacer esto al desarrollar una investigación histórica y cuál es la clave para conseguirlo?

Es difícil ser objetivo, porque todos somos hijos de nuestro tiempo, de nuestra propia educación y de lo que estamos viviendo. Por eso hay que acudir a los archivos para analizar la documentación e intentar ser objetivos, alejándonos del juicio, porque el juicio no nos corresponde a los historiadores. Tenemos que intentar comprender qué es lo que estaba ocurriendo en aquel momento, y alejarnos del “presentismo”: no intentar explicar lo que pasó entonces con las claves del presente. Si vas a la cueva de Tito Bustillo, no se te ocurre pensar “qué primitivos eran”. En cierto que, cuando la historia es reciente, resulta mucho más difícil no caer en ese presentismo, máxime si los hechos tuvieron unas connotaciones y una influencia en lo que vino después. Quizá si Miguel Primo de Rivera no hubiera sido el padre de José Antonio Primo de Rivera no se establecerían determinadas asociaciones.

¿Qué lección podemos aprender hoy de la situación política que vivió España en los años veinte?

Justo en este periodo, lo que se hace es suprimir la Constitución. Se cierran las Cortes, el Parlamento… Podemos aprender que no respetar la Constitución no es la manera de solucionar un problema, porque queda soterrado, latente.

Otra de sus áreas de interés como historiadora es el cine. ¿Por qué cree que la España de Primo de Rivera ha atraído menos la atención de los cineastas en comparación con otros periodos?

Son solo siete años, y no hay un “duce” como Mussolini… En todo caso, sí que tenemos la serie La forja de un rebelde, de Mario Camus, basada en la novela de Arturo Barea, y la reciente serie sobre la guerra de África Tiempos de guerra.

En cambio, un período que sí ha dado lugar a numerosas películas y a series de televisión es la Transición. ¿Cree que se ha reflejado con fidelidad histórica? ¿A qué directores destacaría?

Sí, sobre la Transición hay bastante más. Yo destacaría a Mario Camus y a Manuel Gutiérrez. También a Jaime Camino, al propio José Luis Garci… Hay muchos temas que se han tratado de la Transición, y creo que se refleja fielmente, porque se buscan buenos asesores históricos y, además, cuando se trata de periodos históricos cercanos, los espectadores han sido testigos. Hoy en día el público es muy exigente, aunque a veces no nos demos cuenta.

Otro aspecto que ha investigado es el terrorismo de ETA en el cine, y en concreto la reparación de la mujer.

Lo más significativo es que las mujeres sufrieron el terrorismo tanto como los hombres, se quedaron sin maridos, sin hijos, y sin embargo han permanecido en un segundo plano en las películas. Sí tenemos el caso reciente de Maixabel, de Icíar Bollaín, pero en general los protagonistas han sido hombres.

En la inauguración del curso tuvo unas palabras de reconocimiento para el catedrático Juan Avilés Farré, fallecido el pasado mes de abril.

El profesor Avilés fue de algún modo el artífice de este curso de Gijón, con quien lo empezamos a organizar. Los temas de Primo de Rivera y del fascismo italiano le interesaban mucho como historiador, porque tenía formación italiana, había estudiado en el Liceo italiano y tenía mucha investigación hecha en Italia.

¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser historiadora y ejercer la docencia y la investigación?

Historia era una de mis tres opciones cuando terminé el COU. Y lo de ser profesora nunca me lo había planteado, pero la vida a veces te lleva por caminos que no esperas. Tenía un buen expediente y me adentré en la carrera académica, pero antes trabajé en televisión.

Si pudiera entrevistar a dos personajes históricos con el fin de desentrañar algún enigma que todavía permanece, ¿a quiénes elegiría y por qué?

A Alfonso VI, porque desde pequeña me gustaría saber qué pasó realmente en la Jura de Santa Gadea. Y también me habría gustado entrevistar a Jovellanos, porque fue un personaje muy importante en su época y me gustaría comprobar cómo sus propias ideas se podrían reflejar o no en el mundo en que vivía.

UNED Asturias. Gijón