La vida en Cluny

La Regla de Cluny (s.X), que obviamente sigue la de San Benito (s.VI), presenta características propias. Se va a primar sobre todo la vida espiritual, plasmada en dos conceptos: la oración y la lectura de la Biblia y textos de los padres fundadores; y el acto litúrgico que alcanzará especial esplendor y complejidad.

Si la regla original de San Benito establecía un horario más o menos equilibrado entre sus tres componentes: cuatro horas para lectura de textos sagrados y autores, tres horas y media para liturgia y seis horas para trabajo y comidas; la reforma cluniacense primará claramente el aspecto espiritual, el "Opus Dei" (especialmente los oficios litúrgicos) reduciéndose el trabajo a alguna actividad simbólica y bastante limitada, como trabajo en el huerto . Así el trabajo de los terrenos será hecho por colonos dependientes, lo cual no quiere decir que Cluny no se destacara por su papel organizador y colonizador de nuevas tierras.

            Un horario de veinticuatro horas se dividiría en dos turnos: uno nocturno de doce horas, dividido a su vez entre horas de luz y noche; y otro diurno, dividido a su vez en otras horas de día y noche. Es de destacar que los principales actos religiosos, las "Grandes Horas", tengan lugar durante la noche, destacando esa importancia que se da a la actividad espiritual-litúrgica, en detrimento del trabajo  que requeriría horas de luz. Quedaría tal que así:

 

Ca. 0´30                                  Oficio de las Vigilias o Nocturnas.

Ca. 4´30                                  Maitines o Laudes.

Antes de las 6´0                       De la 2ª quincena de septiembre a todos los Santos, se                                                              dedican a misas particulares de los monjes.

a las 6´00                                 Recitación de la Prima, seguida del reunión del capítulo                                                             de la comunidad.

Ca. 7´30                                  Misa Matinal.

Ca. 8´30                                  De los Santos a mediados de Septiembre> misas particulares.

a las 9´00                                 Tercias, seguida de la misa conventual y solemne.

11´30 o 12´00                           Sexta.

a las 15´00                               Novenas.

ca 16´30                                  Canto de las Vísperas (oficio comparable a los Laudes de la noche).

a las 18´00                               Las Completas...fin de las horas del día.

 

Así pasaba la noche, siendo el sueño interludio entre dos tiempos de oración. Los monjes se reunían en el coro para las plegarias, oraciones, de las Vigilias o Nocturnas. Una vez reunidos allí, todos se inclinaban a la vez para saludar hacia delante y detrás, la cabeza en la horizontal y levantándola lentamente. Cantaban dos salmos, una quincena y oían pasajes de los dos testamentos o de escrituras de los padres de la iglesia. Se retiraban a sus celdas para descansar cuatro horas y luego volvían  a la iglesia para los cantos de maitines o Laudes (tres salmos, varias "lecciae", una cantiga y el himno de san Ambrosio). A las 6´00 el día comenzaba.

            Los monjes dormían en un dormitorio común, ya que las celdas individuales estaban prohibidas. Todos los hermanos debían ser testigos de la conducta nocturna del monje, lo que explica que siempre hubiera encendida una vela o lámpara de aceite en el dormitorio. A la mutua vigilancia de los hermanos se añadía la de una o dos monjes encargados de la ronda. Sobre el bastidor de madera de la cama se colocaba una especie de paño de fieltro que sujetaba el jergón de paja. La almohada estaba rellena del mismo material. El monje se despojaba de la camisa (pues aunque la tradición monástica prescribía dormir completamente vestido, la costumbre más extendida en aquella época era acostarse desnudo), y sólo tenía derecho a una manta que en invierno era de "tejido con pelo" y en verano de paño grueso. Estaba prohibido salir del lecho. Cuando suena la señal de las Nocturnas, los monjes se ponían la cogulla (especie de túnica sin mangas lo suficientemente amplia para mover los codos con holgura, talar, adaptada al cuerpo y redondeada por todas partes), dentro de la cama, retiraban la manta para levantarse y la colocan de nuevo sobre la cama. Se calzan las zapatillas de noche y con la capucha echada sobre la cabeza van a las letrinas. Y de ahí al coro. Una vez concluido el oficio vuelven al lecho, aunque por un breve intervalo, pues antes del final de la noche tendrán que regresar a la iglesia. Al amanecer, dejan definitivamente el lecho, es la Prima. En esta ocasión se ponen los zapatos, la cogulla y el hábito largo (cuyas mangas tienen que tapar las manos hasta las segundas falanges, repartiéndose la anchura en pliegues). Vuelven a colocarse en el cinturón el cuchillo que la víspera habían retirado al subir al dormitorio.

monjes de cluny o negrosProbablemente, cuando llega la hora del capítulo, los hermanos ya hayan realizado alguna actividad manual. Para el capítulo se vuelven a arreglar para asistir a él. Éste se divide en dos partes: una de lectura y comentario del evangelio y de la regla así como rezos por las almas de los monjes fallecidos; y la otra se tratan asuntos propios del monasterio. Se especifica que los martes la sesión consta de una tercera parte que trata de la conducta de los monjes.

Las penitencias, debido a la rigidez de la regla son duras, lo que se añade a la de por sí nada fácil vida del monasterio. Incluso los monjes podían ser recluidos en prisión, que en el siglo XI, en muchos sitios, era un foso sin puertas ni ventanas al que se bajaba por una escala.

            Los monjes, después del capítulo, tienen tiempo para dedicarse a diferentes trabajos. La hora sexta suena unos cuartos de hora antes del mediodía y da la señal para la primera comida, el "prandium". Los hermanos van al refectorio, después de lavarse las manos, y esperan de pie hasta la llegada del abad, que tiene que presidir la mesa.  Mientras se come, un hermano lee los textos sagrados, pero una vez que el abad manda callar a éste, la comida también se acaba. El menú se compone de dos platos (siempre con referencia al monasterio de Cluny): uno de habas o guisantes y el segundo de algunas hortalizas. Sin embargo, el domingo, martes, jueves y sábado se sirven a cada monje cinco huevos y eventualmente una ración de queso. (Esto es lo que se llama una "general"). Los otros tres días de la semana, se distribuía una "pitanza", que tenía que repartirse entre dos religiosos y consistía en una libra de queso fresco, o bien media libra de queso curado y cuatro huevos. El domingo y el jueves se añadían a "la general" pescados, cuando era posible conseguirlos. Nunca se daba carne, salvo a los hermanos enfermos. Se entregaba la ración diaria de pan a cada monje, más o menos una libra por cabeza. Lo mimo pasaba con el vino, cuya ración individual era una medida de unos 30 cl., aunque éste se distribuía en unos recipientes, llamados "justos", que tenían el doble de capacidad, aunque ya para el s. XII cada uno tendría su propio vaso.

Ciertamente los monjes debieron tener sus propias recetas y rituales para preparar la comida. Por ejemplo "las habas de Cluny", se preparaban después de que los monjes se lavaran las manos y hubieran rezado 3 oraciones prescritas.  También comían guisantes y lentejas. Verduras y frutas de la zona y temporada.

Después de comer se sucedía la Sexta y de ahí pasaban a un cuarto contiguo a la cocina, el "auditórium", para charlar en grupo, aunque en ningún caso de dos en dos.

La cena, una vez cantadas las Vísperas, consistía en pan acompañado de frutos frescos o de una especie de obleas. Éste régimen de dos comidas sólo era posible fuera de los tiempos de ayuno, que se extendían durante cinco meses, desde el 13 de Septiembre hasta la cuaresma. Los días de ayuno se hacía una única comida que se servía a la hora nona.

Ya se ha mencionado que el trabajo manual había quedado muy reducido, aparte de los turnos de cocina y algunas labores menores en la huerta, el resto de trabajos necesarios eran realizados por los legos (también llamados "barbati" o "iliterati" en contraposición a los <cultos> monjes con su erudición y depurada técnica de canto), unos semimonjes que, en principios, se consideraban laicos devotos deseosos de ayudar a la comunidad pero que no se consideraban dignos ni capaces de recibir  las sagradas órdenes.

Otra labor importante dentro del convento era los trabajos relacionados con los libros, tan necesarios para las oraciones, discusiones y cantos. Se encargaban de la conservación (lo que incluía una biblioteca), copia y transcripción. Era tan importante esta labor que los monjes encargados de ella estaban parcialmente exentos del servicio del coro. Otros se dicaban al embellecimiento de los santuarios.

Un aspecto característico de la disciplina cotidiana de los cluniacenses, auténtica novedad en las órdenes monacales, era la importancia concedida a la limpieza corporal. Sábado y Domingos estaban dedicados al aseo general (incluyendo pies, calzado y uñas), mientras que todos los días debían lavarse cara y manos. Se debían bañar un mínimo de dos veces al año, antes de Navidad y Pascua, en cubas individuales con agua caliente. Tenían tonsura, debían afeitarse regularmente, especialmente antes de las principales solemnidades, y era el hermano capellán el que se encargaba de distribuir las navajas de afeitar y los recipientes para recoger la barba. A ello se sumaba la pulcritud en las vestimentas, con lavadero incluido en uno de los claustros (Cluny).

A la primera parte

A la tercera parte


La página sobre el medioevo de Ana y José Manuel