LOS CARGOS MONÁSTICOS en Cluny

En cada monasterio la comunidad estaba claramente jerarquizada. A la cabeza se encontraba un abad o un prior según el tamaño de la comunidad. Como era frecuente que el abad se encontrara fuera de la abadía existía el cargo de gran prior como ayudante suyo en todos los aspectos, siendo a la vez éste ayudado por el deán respecto a las cuestiones económicas y la gestión de los bienes raíces. Por otra parte el prior claustral se encargaba de la disciplina interior. Bajo esta cúpula se encontraban otros monjes investidos de oficios especializados.

El camarero o tesorero era el más importante de los oficios secundarios. Se encarga de distribuir las vestimentas de los monjes, mantenimiento de la ropa de cama,  provisión de material para alumbrado del dormitorio, la enfermería, la bodega y el cuarto de los novicios;  es el encargado de ciertas partes de las limosnas, dirige la explotación de los bosques ( ayudado por un guardabosques que a veces era un laico)  y la vigilancia de estanques y ríos... Todo ello requería una importante cantidad de dinero por lo que se le consideraba cualificado para percibir directamente todas las rentas en metálico que la abadía tenía en sus dominios así como las donaciones.

El cillerero tiene especialmente encomendado el abastecimiento de víveres al monasterio, tanto a nivel general como su reparto individual. Con sus ayudantes dirige el servicio durante la comida y se encarga de los huéspedes. En las cocina es ayudado por un subcillerero, cuya función consiste en dirigir el trabajo de los cuatro ó seis monjes que por turnos semanales deben realizar este quehacer.

El refitolero era el ayudante del cillerero que se encargaba del servicio del refectorio. Estaba asistido por tres monjes encargados de colocar los manteles sobre la mesa y poner los cuchillos y los panes en el lugar correspondiente. El custos vini, que también depende del cillerero está encargado de guardar el vino y todo lo referente a él.

El agostero también era el subordinado directo del cillerero. Se encargaba del almacenamiento del trigo, y de su uso, ayudado claramente por los panaderos. Se encargaba de la panadería y pastelería, así como de la colada.

El monje condestable estaba encargado de los establos, y también dependía del cillerero. Otro monje se encargaba del jardín y huerto, que debían de abastecer al convento.

El sacristán era el oficial encargado de la iglesia y del mobiliario del culto. Su misión casi principal era la de tañer las campanas que regulaban la vida diaria. Suministra la cera, el aceite y el incienso, tiene encomendado el alumbramiento y la fabricación de velas, así como el mantenimiento de los vasos sagrados, los libros de culto, las vestimentas sacerdotales y las campanas. Vigila la apertura y cierre de las puertas del santuario y por lo general duerme allí. También se encargaba de la limpieza de la iglesia.

El sochantre es el gran maestro de ceremonias de la liturgia. Estaba al cuidado de los libros que contienen los textos: evangeliarios, epistolarios, leccionarios, salterios y en general de toda la biblioteca. También de lo que debe ser leído en cada oficio, y ejerce además de escribano y bibliotecario. Por su erudición solía ser elegido entre los nutriti, es decir, los monjes educados desde la infancia en el monasterio.

El enfermero era el último cargo importante y tiene especial relevancia dentro del monasterio, ya que se encargaba del bienestar físico y espiritual de los enfermos que por lo general residían en un edificio aparte y con un régimen de vida diferente.

En el escalón inferior encontramos a los novicios (por regla mayores de dieciecisiete años), que tenían otras tareas. Los "oblatos" son niños que han sido enviados por sus padres al monasterio y que en teoría estaban formalmente comprometidos para la vida del monacato. Los padres del oblato, también aportaban una dote al monasterio. El propio abad elegía otros niños, hijos de campesinos, a los que se les veía facultades para la vida religiosa. No se admitían, por lo general, a lisiados, tullidos, débiles mentales ni bastardos (aunque no cabe duda de que se hicieron “excepciones”).

La vida en un monasterio de Cluny, al menos como la establece la Regla, era dura y ordenada. Los monjes se movían dentro de una estructura jerarquizada que, en parte, también explica su éxito expansivo más allá de la necesidad de reforma interior. Como ocurre con todas las instituciones humanas la regla no siempre se aplicaría férreamente y habría variaciones locales y temporales… que algunos considerarían desviaciones y relajamiento y que allanaría el campo para el siguiente movimiento reformador, el cisterciense, hijo directo suyo

José Manuel Rodriguez García

Información de la obra de Edmond Pognon La Vida cotidiana en el año 1000. Madrid, 1987

A la primera parte

 


La página sobre el medioevo de Ana y José Manuel