(1) La Historia militar en el reino de Castilla y León, 1993-2003

Escudos centroeuropeos

FRANCISCO GARCÍA FITZ Castilla y León frente al Islam. Estrategias de expansión y tácticas militares (siglos XI-XIII). Universidad de Sevilla, 1998. 478 pp.

FRANCISCO GARCÍA FITZ, Relaciones políticas y guerra. La experiencia castellano-leonesa frente al Islam. S. XI-XIII. (Universidad de Sevilla, 2002. pp. 277 pp)

FRANCISCO GARCÍA FITZ, La Edad Media Guerra e ideología. Justificaciones religiosas y jurídicas. (ed. Silex, Madrid: 2003. 227 pp)

 

Lo primero que hay que decir es que éste no es un trabajo de investigación sobre la nueva historia militar medieval (2), sino un artículo bibliográfico sobre la obra del profesor Francisco García Fitz, que se ha convertido en uno de los grandes protagonistas del renacimiento del campo de la historia militar medieval peninsular.

El profesor García Fitz nos presenta, en sus dos primeros libros, el resultado de su tesis doctoral, fruto de largos años de estudio y retrasos.

Cuando en el congreso de Historia Militar celebrado en Sevilla en 1993 me lamentaba por la inexistencia de trabajos completos a la vez que sincréticos sobre historia militar para nuestra península y especialmente para el reino castellano-leonés, no sabía que Fitz ya estaba trabajando, de manera silenciosa, sobre el tema. Por aquel tiempo aunque reconocía la existencia de estupendos trabajos parciales al respecto, me quejaba de la falta de obras comparables a las de P. Contamine para Europa o las de Smail y Marshall para el caso de Tierra Santa. También veía la denostación y abandono en la que habían caído los estudios puros de historia militar, en parte, a mi creer, por dejadez y, en parte, por motivos políticos. El presente volumen,  Castilla y León frente al Islam. Estrategias de expansión y tácticas militares (siglos XI-XIII), viene a solventar parte de ese vacío y creo que vendrá a reivindicar, con nuevas fuerzas, la importancia de los estudios militares. Estudios no sólo importantes desde el punto de vista estrictamente militar, sino también desde otros aspectos sociales, económicos, ideológicos diplomáticos y políticos. Realmente sería muy difícil entender el mundo medieval sin tener en cuenta la guerra y la violencia de dicha época y sociedad.

Pero vayamos al grano. Toda su obra – una obra de historia militar donde se habla de armamento (aunque poco), táctica y estrategia-, se basa y defiende dos aspectos. Uno de ellos es la importancia fundamental de los episodios de sitio como elementos definitivos de las victorias militares o de una campaña, en contraposición, por ejemplo, a las batallas campales, en general muy temidas por todos y a la que en muchas ocasiones sólo se llegaba con ocasión de un sitio. Este punto es algo de lo que ya se ha hablado por otros historiadores, incluido Contamine, aunque en este caso se hace un estudio detallado de las batallas y sitios y de los pasos que llevaba uno y otro. El segundo, digamos la base ideológica de su obra, es que la época de la Reconquista está marcada ineludiblemente por la violencia, por el enfrentamiento armado entre dos pueblos: el cristiano y el musulmán. Frente a las teorías hoy en boga que afirman que en realidad el periodo "oficial de guerras " era muy limitado, teniendo en cuenta las campañas reales y el número de treguas y tratados firmados; Fitz afirma todo lo contrario. Fitz defiende que en realidad la violencia estuvo siempre latente y presente en todos los niveles de la escala social y política. Si bien es cierto que hay pocas grandes batallas campales o incluso grandes sitios y que se firman pactos oficiales, también es cierto que el resultado final es el de un avance inexorable de las armas cristianas. Este avance no sólo se basaba en los grandes sitios enmarcados dentro de los periodos "oficiales" de guerra. De echo, estos sitios eran, en la mayoría de los casos, el resultado final de largas campañas que se podían extender a lo largo de varios años, hubiera por medio firma de pactos o no. En general, todo empezaba con un progresivo desgaste de las bases económicas y demográficas sobre la que se asentaba la fuerza militar del enemigo. Ello se traducía en las conocidas quemas de campos, talas y capturas de prisioneros a través de cabalgadas y razias. Esto se realizaba bien de manera consciente por parte de la realeza o de la nobleza encargada de las zonas fronterizas, bien de manera "inconsciente" por la propia dinámica de la sociedad de frontera donde se veía a esta, el enfrentamiento con el enemigo del otro lado, como una forma de vida, sustento, prestigio y enriquecimiento y que daba lugar a cabalgadas o razias por parte de municipios o grupos de caballeros más o menos cercanos a la frontera. A esta serie de campañas que solían acabar con la tala de campos, el robo de ganados y el rapto de prisioneros y esclavos, a veces venía acompañado también por la consecución de otros objetivos militares más duraderos: pequeños castillos y fortalezas. El proceso final era la salida de la hueste real en campaña, bien para intensificar el efecto destructor de razias, talas y cabalgadas, bien con el deseo de conseguir nuevas parias o bien con la intención expresa de proseguir con el avance y conseguir nuevos territorios. Pero para esto, para controlar el territorio era indispensable el dominio de las fortalezas, de los castillos, de las ciudades fortificadas. Sólo cuando se obtienen estos puntos fuertes se puede decir que un territorio ha sido tomado, ha sido asegurado (a ser posible si le sigue una rápida repoblación). El asedio se demuestra como el arma fundamental y definitiva de la guerra y de la campaña con ánimo de conquista duradera. Las batallas campales, aunque importantes, se tienden a rehuir debido al elevado riesgo de perder un ejército tan duramente levantado de un solo plumazo. Pocas veces, aunque en momentos muy señalados, se optará por esta solución. Para los asediados, una vez que sus bases económico-sociales han sido demolidas por los años previos de campañas del invasor y una vez que el ejército invasor ha puesto sitio a la ciudad hay una sola esperanza: Esperar el auxilio de tropas de refresco que intenten levantar el sitio. Será este escenario el más propicio para el planteamiento de las batallas campales al verse el invasor ante la necesidad de rechazar al ejército de auxilio antes, a ser posible, de que se una al de la ciudad sitiada.

En fin recordemos que este es un libro de historia militar. Como tal se trata aspectos fundamentales para dicha materia y que hasta ahora nadie había puesto todos juntos y en su orden. Un repaso por el índice de su libro nos dará buena cuenta de los elementos de la guerra en la época medieval. Su obra se encuentra equitativamente repartida en tres grandes bloques. En el primero "Incursiones y guerra de desgaste" se trata dos aspectos. Por uno el objetivo de estas incursiones y el valor fundamental de la guerra de desgaste y, por otro, la organización de éstas incursiones, modelos y participantes en ellas. El segundo gran bloque está dedicado a la guerra de asedio, lo que el autor considera el momento cumbre de la guerra medieval. También aquí lo dividirá en dos puntos siendo el primero la importancia y significado de los puntos fuertes y el segundo la forma de combatirlos. El tercer y gran último bloque está dedicado a las batallas campales, que aunque temidas y rehuidas no dejan de ser fundamentales si se llegan a entablar. De igual manera se habla de la definición y significado de la batalla, así como de la táctica y estrategia que se emplean en ella.

Sólo se echan en falta un par de capítulos. Uno dedicado a la marina (aunque ha tocado este tema en un par de comunicaciones en otros sitios)y otro dedicado a lo que hoy en día se denomina "inteligencia militar o servicios de información", es decir, el espionaje. Hay notas dispersas sobre ambos temas pero merecerían ser tratados en mayor profundidad.

 

Su segundo libro, Guerra y relaciones políticas..., constituye la primera parte de la tesis doctoral del autor, leída en 1996, y que ya había sido parcialmente publicada en diversos artículos entre 1998-1999. La presente edición arroja pocas novedades respecto a la labor plasmada en su tesis doctoral salvo la actualización de la bibliografía hasta el año 2000 y su adaptación al formato libro.

El libro, en definitiva, trata de la "diplomacia de la guerra", empleando una terminología moderna. Es decir, los pactos, tratados, alianzas y relaciones diplomáticas llevadas a cabo por los reinos de Castilla y León frente al enemigo musulmán. Relaciones políticas cuyo fin último sería el mismo que el de sus campañas militares, el aniquilamiento o, más bien, sumisión de los poderes musulmanes peninsulares -como entidades independientes- a los reyes cristianos castellano-leoneses, dentro de un espíritu de recuperar la tierra anteriormente perdida en el 711.

El marco cronológico va desde mediados del s.XI hasta el final del reinado de Sancho IV (1294), durante las primeras fases de la llamada "batalla del estrecho". Período que viene determinado, según el autor, por la inequívoca, consciente y continua política real cristiana de disolución del poder político musulmán; política iniciada por Fernando I y Alfonso VI. El autor habla de la existencia entre los dirigentes de una verdadera estrategia de expansión a costa de los musulmanes, en la que se alternaba el uso de la fuerza con la diplomacia y con los pactos, todo con el mismo fin corrosivo.

La obra se divide cronológicamente en cinco partes: 1. Fernando I y Alfonso VI; 2. la política frente a los almorávides y segundas taifas; 3. la política frente a los almohades; 4.las relaciones políticas con las terceras taifas; y 5. La época de Alfonso X y Sancho IV y el problema del Estrecho.

A ello se suma un breve punto introductorio sobre estrategia y relaciones políticas. Aquí se explica que se ha de entender la estrategia como arma desde un sentido más amplio, que englobe a las medidas diplomáticas, económicas y pactos sin que haga falta llegar a una intervención militar.

A lo largo de todo el libro se pone en duda el tan famoso tema de la convivencia de las tres religiones-culturas en la península. Especialmente en cuanto a las relaciones cristiano-musulmanas y la convivencia de sus poblaciones. En muchos casos el autor se pregunta si los pactos que se establecieron en los que se respetaba a la población musulmana con lideres propios eran consecuencia del convencimiento o de la necesidad estratégica. Su respuesta va encaminada a que la tolerancia fue más bien un recurso que un principio (al menos en el s. XIII).

Mención aparte merece la elección de la portada. En este caso se ha elegido una de las láminas del "Libro de los dados, juegos y ajedrez", del escriptorio alfonsí, que muestra un juego sobre tablero de ajedrez o damas que se juega a cuatro bandas (cuatro jugadores), algo muy apropiado para ilustrar el complicado juego diplomático entre castellano-leoneses, andalusíes, dinastías africanas, el Papado y el resto de los reinos cristianos peninsulares (aunque aquí se hable poco de éstos últimos).

Los que hayan seguido su trayectoria del autor no encontrarán ninguna tesis nueva. Los que no conozcan su obra y quieran internarse en las vicisitudes militares que afectaron al reino castellano-leonés en el pleno-medievo harían bien por comenzar leyendo sus dos libros, empezando por éste, ya que la guerra no se entiende sin el contexto político en la que se desenvuelve y al que sirve.

 

El último libro, hasta la fecha, del profesor García Fitz (La Edad Media Guerra e ideología ...) cierra en parte el círculo iniciado con su tesis hace diez años. Es este caso nos encontramos ante un libro de divulgación dirigido a un público general interesado en esta época histórica y/o la ideología de la guerra (3). También resulta de lo más útil para estudiantes de primer año de carrera de licenciaturas como historia, sociología o políticas.

Este enfoque del libro hay que tenerlo muy presente a la hora de analizarlo. No podemos esperar una abundante bibliografía ni numerosas notas a pie (se citan unos cincuenta libros incluídas las veinticinco notas a pie de página, con referencias muy actualizadas); y aunque son abundantes, y de agradecer, las numerosas fuentes originales que aparecen recogidas, de la mayor parte de éstas faltan las referencias exactas que podríamos encontrar en un trabajo para el mercado académico. En este mismo orden de cosas se echa en falta alguna referencia cronológica más que nos permita enmarcar el desarrollo del discurso.

El período cronológico abarca desde los estertores del imperio romano, una fecha fundamental para entender el origen de ciertos coceptos dentro de un contexto ya cristiano, hasta fines de la Edad Media. Sin embargo, las épocas más tratadas son esta parte final del mundo romano (S. Agustín, etc) y el perído comprendido entre el 1000 y el 1360, etapa, por otra parte, de la que es verdadero especialista el autor.

El título es buen ejemplo de lo que se va a encontrar en el interior. Un análisis de la aceptación y justificación por parte del mundo medieval cristiano europeo del concepto y la realidad de la Guerra, empezando por el termino de guerra justa, y continuando por los de guerra sagrada y cruzada. Todo ello desde la perspectiva de las obras de caracter legal y religiosas (contiene numerosas citas de S. Agustín, Sto. Tomás de Aquino, S. Raimundo de Peñafort)

Un buen punto es que el autor se encarga de aclarar bien desde el principio que no hubo una homogeneidad ideológica ni legal sobre lo que se podía entender como guerra justa, algo fundamental para justificar caulquier tipo de actividad bélica posterior, al igual que tampoco hubo uniformidad a la hora de definir y defender las cruzadas y otros problemas añadidos, como el de la legitimidad del gobierno de los infieles.

En fin, una obra de divulgación en formato de ensayo que pretende atraer a un público más allá de los estudiantes de historia... cosa que consigue.

Aparte de los libros aquí reseñados son numerosos los artículos publicados por nuestro autor en diversas obras de colaboración, revistas y actas de congresos. Casi siempre centrados en el tema de la guerra en tierra en los reinos de Castilla y León durante los siglos XI al XIII. No es por nada que junto con el profesor Manuel Rojas dirige un grupo de investigación sobre historia medieval militar, centrado en la universidad de Cáceres, del que esperamos muchas nuevas en un próximo futuro.

José Manuel Rodríguez García. Salamanca 1998-2003.


1. Adjuntamos, reelaboradas, las reseñas a tres libros del profesor Francisco García Fitz (Unic. Cáceres) que han aparecido en diferentes números de la revista Studia Histórica (Universidad de Salamanca)

2. Sobre la "nueva historia militar" véase ESPINO LÓPEZ, A "La renovación de la historia de las batallas", Revista de Historia Militar 91 (2002); ALVIRA CABRER, M. El Jueves de Muret. 1213 (Univ. Barcelona, 2002); y nuestra reseña "Three basic books for the medieval military history of Spain", en De Re Military. Igualmente Jeremy Black "Military history today" History Today, nov. 2003 

3. Hacia este sector también estaba orientado su primer opúsculo Ejércitos y actividades guerreras en la Edad Media Europea (Arco Libros, Madrid: 1998. 78 pp).

 

 

La página sobre el medioevo de Ana y José Manuel