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21/12/2022
La investigación económica en España y una clasificación de Universidades
1. INTRODUCCIÓN En esta página presentamos una información muy valiosa a la que no estamos todo lo acostumbrados que debiéramos. Se han publicado en los últimos años algunos estudios rigurosos que siguen de cerca las metodologías aplicadas en otros países. Además los alumnos de las licenciaturas y de tercer ciclo (masters y doctorados) buscan cada vez más información sobre la oferta disponible antes de matricularse, pues el rendimiento de una buena formación de postgrado puede ser determinante para el futuro profesional de una persona. Por otro lado, el número de alumnos se reduce vertiginosamente (véase esta base de datos del INE), y se han creado demasiados centros (más de uno por provincia por término medio), infradotados la mayoría e incapaces de ofrecer una formación de mínima calidad. Un informe de Ángel de la Fuente ("La educación en las regiones españolas: algunas cifras preocupantes", abril de 2005), publicado en FEDEA, no deja mucho lugar al optimismo. La competencia por captar un numero suficiente de alumnos no hará más que aumentar en los próximos años. Sólo unas pocas Universidades estarán en condiciones de atraer a alumnos dispuestos a pagar por una formación de postgrado. Las demás se verán relegadas a limitarse a una enseñanza de grado más parecida al bachillerato que a la propiamente universitaria. Y aún eso con suerte, porque muchas titulaciones en Universidades periféricas tenderán a desaparecer. La polarización actual no hará sino aumentar.
2. FUENTES La siguiente bibliografía recoge lo esencial de los análisis dedicados a España:
Otras referencias no específicamente dedicadas al caso español son:
Unos excelentes rankings actualizados de centros y revistas basados en Kalaitzidakis et al. (2003) pueden consultarse en el siguiente enlace: http://www.econphd.net/ (gracias a Luis C. Corchón por esta información).
El Ministerio de Educación y Ciencia ha promovido una clasificación de revistas "científicas" españolas a partir del recuento de citas cruzadas. La ANECA, por su parte, emplea la base de datos DICE para los índices de calidad de las revistas españolas. Las revistas españolas están fuera de la clasificación internacional de referencia (el Journal of Citations Report, JCR), que mide el impacto en la comunidad científica internacional de las distintas revistas. Ello es así porque las revistas españolas apenas aparecen citadas en las revistas internacionales de prestigio. Por tanto, una clasificación basada en las citas cruzadas de este subconjunto aislado de revistas españolas no dice mucho. Hay que tener en cuenta que los investigadores españoles, siempre que pueden, publican fuera de esas revistas españolas. Las diferencias entre las mismas son, desde este punto de vista, prácticamente despreciables, pues ninguna de ellas alcanza el nivel mínimo para entrar en la clasificación del JCR. Siempre es mejor tener información que no tenerla, pero hay que ser cuidadoso al interpretarla. Esta liguilla regional no puede servir de coartada para otorgar a muchas de estas publicaciones un carácter científico y un impacto en la comunidad científica que no tienen. Han sido incluidas en el JCR, Social Science Citation Index, siete revistas españolas: Spanish Economic Review, Investigaciones Económicas y Revista de Economía Aplicada; y también Cuadernos de Economía y Dirección de la Empresa, Hacienda Pública Española, Revista de Economía Mundial, Revista Española de Financiación y Contabilidad (Spanish Journal of Finance and Accounting) y Universia Business Review.
Existe otra interesante ranking basado en revistas ISI de las universidades españolas según campos científicos, elaborado por profesores de la Universidad de Granada (en este artículo del blog Nada es Gratis se habla un poco de él). Construye unos indicadores cuantitativos y otros cualitativos (3 de cada), y elabora a partir de ellos un indicador sintético. Distingue entre universidades, pero también entre campos (12 de ellos) y disciplinas científicas (19). Permite comparar universidades dentro de cada uno de esos grupos, y también ver la clasificación que cada uno de esos grupos tiene para una determinada universidad.
3. CRITERIOS PARA LAS CLASIFICACIONES Villar (2003) explica que son dos las grandes bases de datos de publicaciones científicas económicas, que incluyen información (indicadores bibliométricos) susceptible de ser utilizada (tras cierta elaboración) como indicadores de relevancia de los trabajos en ellas recogidas (aunque también se emplean encuestas de opinión para medir esa "relevancia"; véanse los trabajos de Thursby, 2000, en el Journal of Economic Literature, y el de Van Fleet et al., 2000, del Journal of Management). Una es el Journal of Citation Reports (JCR), del Institute for Scientific Information (ISI) de Filadelfia, que recoge unas 16.000 publicaciones (en Ciencias, Ciencias Sociales y Humanidades; la Economía en general está repartida entre los grupos de Ciencias y Ciencias Sociales) si cumplen ciertos requisitos (evaluación anónima, internacionalidad y regularidad, entre otras; véase el proceso de selección en http://www.isinet.com/isi/journals/jsel.html). Para una selección de revistas recogidas en la Social Science Edition (categorias de economics, business, finace, planning and development, management) se forma el Social Science Citation Index (SSCI). Para mathematical social sciences y statistics and probability se toma el Science Edition, que tiene su propio Science Citation Index (SCI). La gran ventaja de esta base de datos es que permite contabilizar las citas recibidas por los artículos. En cambio, el número de revistas de Economía recogidas es relativamente escaso (unas 150). Villar analiza cuatro de los indicadores más utilizados para calificar a las revistas: total de citas, índice de impacto, índice de vida media e índice de inmediatez. Los tres índices mencionados son creaciones del ISI, y publicados en su JCR anualmente. El índice más usado es el índice de impacto. Es posible hacer un ranking de revistas con este índice, o bien elaborar algún índice complejo para ordenarlas. García-Ferrer y Poncela tratan también este tema de los índices del ISI. La segunda gran base de datos es Econlit, de la American Economic Association (www.econlit.org), que recoge unas 650 revistas de Economía, Econometría y Finanzas publicadas desde 1969 en todo el mundo, incluidas algunas españolas (Economía Industrial, Información Comercial Española, Revista de Economía, Investigaciones Económicas, Moneda y Crédito, Revista Española de Economía [en la actualidad Spanish Economic Review], Revista de Economía Aplicada). También se recogen referencias de documentos de trabajo, libros, etc. Econlit tiene dos inconvenientes: no presenta los indicadores bibliométricos detallados del JCR; y no recoge parte de la investigación económica, sobre todo la estadística, matemática aplicada (lo que afecta a muchos económetras que publican en revistas como Annals of Statistics o el Journal of the American Statistical Association, por ejemplo) y la economía de la empresa (organización, contabilidad), que sí pueden encontrarse en el JCR (a veces en la Science Edition, como hemos visto). García-Ferrer et al. presentan también una nueva base de datos elaborada por una empresa privada llamada PrestigeFactor que empezó en 2001 a elaborar un ranking de revistas incluyendo información que trata de superar las limitaciones del índice de impacto del JCR, que es el índice más empleado para ordenar las revistas. PrestigeFactor trabajaba con 1.468 revistas de ciencias sociales, y elaboraba un índice propio, conocido como PrestigeFactor Index, publicado para el año 2000. El ranking de revistas derivado de este nuevo índice es muy distinto del que puede obtenerse del índice de impacto del JCR, o de los índices complejos elaborados a partir de la información que recoge el ISI. El ISI denunció a PrestigeFactor en 2002 por las comparaciones que realizaba de los distintos índices en su página web (hoy desaparecida) y esta empresa tuvo que cerrar finalmente, como se cuenta aquí (recomendamos también el análisis crítico de Jacsó, que puede consultarse en esta página). Un poco más adelante volveremos a este tema de las distintas clasificaciones o rankings. La falta de indicadores bibliométricos afecta especialmente a revistas nacionales no incluidas en las grandes bases de datos, a revistas de reciente creación (algunos indicadores no se pueden calcular para ellas, por falta de datos) y a los libros (aunque representan menos del 5% de la producción total). No obstante, puede consultarse la clasificación de revistas científicas españolas promovida por el Ministerio de Educación ya mencionada, que copia la metodología del JCR. En esos casos la valoración recae en indicadores externos: la existencia de evaluadores rigurosos, la inclusión en bases de datos internacionales (que tienen sus propios criterios de selección), el nivel de los investigadores que forman parte de los Consejos de Redacción, el nivel de los autores que publican en esa revista o editorial, etcétera. Dolado, García-Romero y Zamarro (2002) sintetizan muy bien la metodología general de los estudios que analizamos aquí: "Los indicadores bibliométricos que se emplean en este trabajo se basan en el número de artículos de cada investigador/institución, ponderados por el número de autores y la calidad de la revista, de acuerdo con la información recogida en la base de datos [de referencia]". Como señala Villar, todo es discutible, pero "no establecer ninguna clasificación sistemática de revistas es posiblemente la peor forma de abordar la evaluación de la investigación".
4. LAS UNIVERSIDADES ESPAÑOLAS EN EL CONTEXTO EUROPEO El trabajo de Villar (2003) ofrece un análisis muy completo. Villar empieza advirtiendo que "otras actividades relevantes son la docencia (tanto en Licenciatura como en Doctorado), la gestión (contratación de personal, organización docente, recaudación de fondos, etc.), las labores de asesoramiento y consultoría, la divulgación, etc. (...) La investigación realizada, asociada a un conjunto de publicaciones en revistas científicas de prestigio reconocido, es pues sólo una parte de la actividad académica". No obstante "la evaluación de la investigación es por lo general la única forma de evaluación académica que se ejerce con un cierto rigor". Por otra parte Villar reconoce la necesidad de tener en cuenta otros factores para la evaluación de grupos investigadores o instituciones; y, en el caso de los individuos, hay que considerar dentro de la evaluación de la investigación científica, además de las publicaciones, la dirección de Tesis, los proyectos de investigación, la edición de publicaciones científicas, etcétera. García-Ferrer y Poncela (2003) señalan por su parte que "Two extreme positions have been advocated. On the one hand, there are many supporters of the idea that research is only "another" part of the whole academic life and should be weighted on the same basis as teaching and other departmental duties. On the other extreme, are those who firmly believe that only published research in a reduced core of journals should be considered in the evaluation of academic careers". Pero los autores rechazan la idea de que es imposible ser a la vez un buen profesor y un buen investigador, y que ambas actividades sean sustitutivas: "Although we lack a reliable systematic evaluation procedure to judge teaching quality in Spanish universities, the international evidence on this issue is overwhelming: the teaching/research duo is fully moved by a feed-backmechanism that hardly progresses unless both work simultaneously". García-Ferrer y Poncela incluyen también en el epígrafe segundo de su trabajo un interesante repaso a la historia de los estudios de Economía en nuestro país, que ayuda a situar el resto del análisis en su contexto. Villar analiza la situación media de España en el contexto europeo, lo que le lleva a diferenciar un grupo de elite (de nivel suficiente para establecer una comparación) del resto. En efecto, si observáramos los datos agregados caeríamos en el desánimo y el pesimismo: "España es el penúltimo país de la Unión en cuanto a porcentaje de autores de publicaciones Econlit sobre el total de economistas académicos, con un 72% de economistas que no figuran en sus registros" (además las revistas Econlit más usadas por los economistas españoles son por este orden, Investigaciones Económicas, Spanish Economic Review, Revista de Economía Aplicada, Economía Industrial, Moneda y Crédito, y Economics Letters, es decir, casi todas españolas y con escaso impacto). Sin embargo, un análisis más detallado permite descubrir que "los datos sobre períodos más recientes muestran notables mejoras (y también que estas mejoras se han distribuido muy asimétricamente)", es decir, que se observa un proceso de progreso general que esconde una acusada y creciente polarización entre los centros españoles. Los rankings de centros e instituciones (consistentes, a pesar de emplear criterios distintos según los autores) muestran esto bien a las claras. Es llamativo que, "con la excepción de la Universidad Autónoma de Barcelona, están ausentes todas las grandes Universidades españolas de mayor solera". Algunos cuadros hablan por sí mismos. El que sigue se basa en las revistas Econlit, y recoge la London School of Economics como punto de referencia europeo (como curiosidad Garcia-Ferrer et al. señalan que el ranking norteamericano está encabezado por Harvard, seguido de Stanford, Chicago, MIT, Princeton y Yale, por ese orden, aunque las diferencias entre ellos no son apreciables desde un punto de vista estadístico). El ranking ajustado tiene en cuenta la longitud de la vida académica de los investigadores. La fuente es Combes & Linnemer (2002) y Villar (2003):
Es obvio que los centros españoles punteros han mejorado en los últimos años. Villar recoge también algunos resultados del trabajo de Bauwens et al. (2002) [véase la bibliografía de Villar]. Éstos toman datos también de Econlit, pero para el período 1991-2000, y haciendo una preselección: se consideran sólo los Departamentos y economistas que han alcanzado en los 10 años de estudio una puntuación mínima que depende del número de publicaciones y de un ranking de revistas. En España pasan el corte el 25% de los Departamentos, frente al 32% de media europea y al 35% de California (una referencia externa). En el caso de los economistas, en España sólo el 17% pasan el corte, frente a una media europea del 21% y californiana del 29%. Más grave aún: el 40% de los Departamentos españoles no figura en la base de datos Econlit (unos 20 Departamentos en los que ninguno de sus miembros ha publicado nada que haya sido recogido en dicha base de datos en esos 10 años). Un segundo filtro exige a los Departamentos que al menos 10 de sus miembros pasen el filtro personal. Si aplicamos esa segunda condición nos quedamos con sólo 10 instituciones en España que pasan el doble corte. El ranking de esas 10 instituciones, con la London School como referencia, se recoge en el siguiente cuadro cuya fuente es Bauwens et al. y Villar:
Los artículos por autor en el período considerado muestran que algunos de los centros españoles son altamente productivos, y que su posición en el ranking viene explicado en parte por su pequeño tamaño relativo (un número pequeño de investigadores). Villar recoge también los resultados del estudio de Kalaitzidakis et al. (2001), que tiene como peculiaridad la valoración basada en un conjunto de revistas selectas para el período 1995-1999 (las 30 revistas más prestigiosas del JCR valoradas según un índice complejo, véase el ranking más adelante). Con ese criterio España tiene 6 centros entre los 120 mejores de Europa, y 3 entre los 20 mejores. Tenemos también 4 entre los 100 mejores del mundo (Estados Unidos copa el 40% de los 200 mejores centros del mundo, y Europa el 38%, aunque entre los 20 mejores Estados Unidos tiene 18 y Europa sólo 2, que son Tilburg y la London School). El siguiente cuadro sitúa a los centros españoles en el contexto europeo y mundial, según Villar y Kalaitzidakis et al.:
Se deduce que los mejores centros españoles están a la altura de los mejores europeos y mundiales (recordamos que no se está teniendo en cuenta el distinto tamaño relativo de los mismos). Un breve paréntesis aquí. García-Ferrer y Poncela abren la polémica al criticar el ranking de Kalaitzidakis et al., basado en una selección de revistas ordenadas según un índice complejo distinto del factor de impacto del JCR, como hemos visto. El ranking cambia de forma llamativa con uno y otro índice, como muestra la siguiente tabla, donde la primera columna recoge la posición según el índice de Kalaitzidakis et al. (KMS) y la tercera según el factor de impacto del JCR de 2001:
Más chocante aún resulta el nuevo cambio radical en el ranking si ordenamos con otro índice, como el PrestigeFactor Index (la última columna es la posición en dicho ranking; recordemos que PrestigeFactor trabajaba con 1.468 revistas):
Por su parte Bauwens et al. también emplean un sistema de valoración basado en revistas de elite, en su caso una selección de 67 revistas dentro de las 800 que consideran para su estudio más general, todas tomadas de Econlit (1991-2000). Tampoco aquí se tiene el cuenta el tamaño de las instituciones (su clasificación no depende de la productividad solamente). Por eso se ofrece un dato de productividad para corregir el sesgo. El siguiente cuadro muestra los resultados:
Una vez más surge un problema de polarización, pues hay centros que desaparecen cuando se consideran sólo publicaciones de alto impacto (compárese este cuadro con el anterior de Bauwens et al.; la tercera columna es producto de dicha comparación), de donde se deduce que buena parte de la producción tenía escasa influencia en la comunidad científica (probablemente revistas españolas). Estos datos permiten observar también que, cuando se tiene en cuenta la productividad por autor, algunos centros pequeños están entre los mejores de Europa. Tombazos (2005) ofrece un detallado ranking de instituciones europeas para los períodos 1991-1996 y 1997-2002. Es un retrato muy completo e interesante de quién es quién en Europa en este momento. Unas pocas universidades españolas aparecen en la clasificación en uno y otro período, con cambios importantes en el orden. Los resultados presentados hasta aquí se confirman, pues aparecen los nombres de siempre en las posiciones relativas de siempre. Para completar un poco el cuadro, presentamos también a las diez primeras.
5. CLASIFICACIONES DE UNIVERSIDADES ESPAÑOLAS Dolado et al. emplean datos de Econlit (todas las revistas, para el período 90-99) al igual que Bergantiños, Da Rocha y Polomé (2002) (para el 95-99), aunque estos utilizan índices bibliométricos estándar y los primeros una batería de criterios especiales. Afortunadamente los dos estudios hacen uso de un criterio común, el de Kalaitzidakis (KMS), lo que permite establecer una comparación. Bergantiños et al. miden qué porcentaje de la investigación española recogida en Econlit queda registrada también en el SSCI (se detecta un sesgo hacia publicaciones fuera del SSCI, y las que sí están son de menor impacto relativo), información interesante para conectar los estudios basados en el JCR y los basados en Econlit. Los autores señalan en su estudio que "el único incentivo económico ligado a la investigación que reciben los profesores son los sexenios de investigación, que son equivalentes a 17.000 pesetas brutas, lo que representa un incremento de menos del 5% de los ingresos salariales de un Profesor Titular de Universidad. Dado que su numero máximo es de 6, un profesor titular obtendría tras 36 anos de investigación fructífera el mismo sueldo que un catedrático sin ningún sexenio de investigación". Además la promoción no dependía, como sabemos, del currículo investigador del candidato. No es de extrañar que la inmensa mayoría de los profesores universitarios prefieran dedicarse a otros asuntos en las horas que las clases les dejan libres, que son muchas. A pesar de ese ambiente poco incentivador, Bergantiños et al. constatan un incremento de la cantidad y la calidad de la producción científica en España, si bien concentrado en unas pocas instituciones (una vez más la mejora acompañada de polarización). Bergantiños et al. encuentran que seis instituciones de 46 consideradas concentran el 60% de la producción científica de su periodo objeto de estudio, y las diez primeras concentran el 80%. Dolado et al., con una fuente distinta, encuentran también una enorme diferencia entre las primeras instituciones y las demás en el ranking. Algunos resultados obtenidos por Bergantiños et al., a partir de la metodología recogida en el trabajo citado y aplicada al periodo 1995-1999, permiten construir un ranking de instituciones por su producción científica en Economía. En el siguiente cuadro se compara ese ranking con el obtenido por Dolado et al.:
Los datos de investigación per capita corrigen el sesgo que introduce el distinto tamaño de las instituciones, introduciendo un indicador de productividad o de calidad media del profesorado de la institución. Para algunas de ellas no se pudo conseguir datos actualizados del número de profesores de sus departamentos de Economía, por lo que no aparecen en el listado. Bergantiños et al. recogen las Instituciones sin ninguna publicación en revistas científicas incluidas en el Social Science Citation Index (SSCI):
En contraste, hay otras Instituciones con alguna publicación en el grupo de revistas de elite empleado en los estudios internacionales de investigación, conocidas como las Blue Ribbon, selecciones también conocidas como Top Journals o Diamond Lists (8 para la selección americana: American Economic Review, Econometrica, International Economic Review, Journal of Economic Theory, Journal of Political Economy, Quarterly Journal of Economics, Review of Economic Studies y Review of Economics and Statistics; y 10 para la selección europea, que coincide con la americana menos el International Economic Review, y más el Journal of Monetary Economics, el Economic Journal y la European Economic Review). La lista de Blue Ribbon se emplea en los estudios de Dusansky y Vernon (1998) y de Kalaitzidakis et al. (1999) (para un análisis crítico véase García-Ferrer y Poncela, y su bibliografía). Bergantiños et al. elaboran un ranking con esa selección, cosa que hacen también Dolado et al empleando el mismo criterio (pero para un período más largo):
Una nueva base de datos que incluye a universidades iberoamericanas permite construir otros rankings. Se incluyen datos de los años 1990 a 2004, especialmente el número de publicaciones científicas listadas por Thomson Scientific-ISI publicadas por profesores de las distintas universidades y centros de investigación. El glosario de términos que estructura la base puede consultarse aquí. Si seleccionamos las publicaciones citables del área de "Economía", incluyendo a todas las universidades iberoamericanas, obtenemos una clasificación liderada por la Universidad Carlos III, seguida por la Pompeu Fabra, la Autónoma de Barcelona, Valencia, CSIC y Alicante. Pueden hacerse otras selecciones alternativas, pero el panorama básico mostrado hasta aquí no cambia en casi nada.
Por su parte, en el artículo de Buela-Casal et al. (2009) se pregunta a los profesores funcionarios por los criterios que deberían regir las clasificaciones de universidades, por orden de preferencia, puntuando de 1 a 5. Los resultados son estos: Artículos ISI, 4,19; Tramos de investigación, 3,95; Proyectos I+D, 3,90; Tesis doctorales, 3,47; Becas FPU, 3,02; Doctorados con Mención de Calidad, 3,02. Sobre esa base se elaboran distintas clasificaciones de universidades (tabla 2, páginas 313 y 314), que no está referida sólo a Economía. A pesar de su generalidad, es interesante e ilustrativo. La principal característica de esta clasificación es que se atiende a la productividad de los centros, es decir, se tiene en cuenta el tamaño de las plantillas, y por tanto la producción por profesor:
Lo que conduce a un ranking global (de nuevo, no sólo Economía):
6. CLASIFICACIONES DE DEPARTAMENTOS ESPAÑOLES Ruíz-Castillo (2006) revisa la literatura existente sobre rankings de facultades de economía españolas. El estudio contiene una interesante clasificación por departamentos y áreas de investigación, que puede resumirse en las unas tablas (para los detalles pueden remitirse al artículo original, tablas 8 y 9). La tabla que sigue muestra en qué áreas se distribuye la producción científica de las mejores facultades de Economía de nuestro país en el período 1993-2003. Como puede observarse, hay una cierta especialización de cada centro en determinados campos.
El trabajo de Ruíz-Castillo también presenta una clasificación internacional por áreas para el período 1993-2003. El orden corresponde a los mejores centros europeos, aunque entre paréntesis tenemos la clasificación mundial de cada centro.
De trabajo de Ruíz-Castillo se desprende también que la situación relativa de España ha mejorado mucho en los años 90 (tabla 4), alcanzándose en 2001 la sexta posición europea en cuanto a artículos publicados, la cuarta en cuanto a páginas publicadas en las 30 mejores revistas científicas y una posición algo más baja en cuanto al número de Departamentos situados entre los 75 mejores (debido a la fuerte concentración y polarización observada en nuestro país). En número de artículos totales publicados el primer país es el Reino Unido (45,3%), seguido de Alemania (13,8%), Holanda (12,3%), Francia (11,3%), Italia (8,8%) y España (8,5%). En páginas en las mejores revistas el Reino Unido vuelve a encabezar la clasificación (33,3%), seguido de Holanda (13,8%), Francia (11,0%) y España (9,3%). El Reino Unido vuelve a concentrar buena parte de los mejores Departamentos (26,6%), seguido de Francia (12,0%), Holanda y Alemania (9,3%), Italia (8,0%) y un grupo en el que encuentran España, Suecia y Suiza (5,3%). Los mejores Departamentos del mundo están concentrados en Estados Unidos (tabla 2 de Ruíz-Castillo). Las posiciones relativas dependen del criterio de clasificación, pero la fuerte concentración de centros americanos es evidente: Harvard University, University of Chicago, MIT, Northwestern University, Stanford University, Princeton University, University of Pennsylvania, Yale University, U. of California (Berkeley), Columbia University, U. of California (Los Angeles), New York University, U. of Michigan (Ann Arbor), University of Rochester, U. of California (San Diego), Boston University, University of Toronto, University of Tel Aviv, London School of Economics, Carnegie Mellon University...
7. LOS INVESTIGADORES ESPAÑOLES Rodríguez (2006) (citado arriba) ha publicado una interesante clasificación personal, que permite conocer quién es quién en la investigación económica en España. El trabajo incluye las consabidas clasificaciones de centros y departamentos, según distintos métodos. Los nombres son bien conocidos, y entre ellos cabe citar a Mas-Colell, Vives, Galí, Canova, Barberà, Santos, Saint Paul, Vega-Redondo, Silvestre, Sala-i-Martin, Dolado, Rios-Rull, Marimom, Boldrin, Repullo, Marcet, Motta, Arellano y Sentana. Según el período seleccionado o el criterio de clasificación adoptado, el orden de la clasificación varía un poco, pero los nombres son siempre los mismos. Son investigadores de formación norteamericana, y localizados en universidades catalanas o madrileñas, por lo general. Se trata del grupo de mayor proyección internacional, que incluye unos pocos nombres, si bien la elite de economistas españoles es un poco más amplia y diversa. En cualquier caso, se trata de una minoría del profesorado universitario de las Facultades de Economía españolas. Javier Ruíz-Castillo tiene un interesante texto sobre el tema de la fuga de cerebros (La fuga de cerebros. El caso de la investigación científica en Economía, 2007). Es cierto que, antes al contrario, los mejores economistas académicos de nuestro país se formaron fuera, y nos hemos beneficiado enormemente de esa "ayuda" extranjera sin la que estaríamos aún en la Edad Media, al menos en lo que toca a la Economía. Es este un tema (la verdadera genealogía de los académicos españoles de hoy) que tiene su interés. Por ejemplo, las becas del Banco de España permitieron crear una pequeña válvula de escape que acabó convirtiéndose en un enorme boquete por el que se produjo un apreciable flujo y reflujo que ha permitido los éxitos actuales. Los primeros en beneficiarse de una de esas becas fueron Andreu Mas-Colell, Joaquim Silvestre y Antoni Bosch, compartiendo los tres una, para después, una vez establecidos los dos primeros allí, abrir las puertas de algunas de las mejores universidades americanas a la generación siguiente, que tuvo a su disposición más recursos (del Banco de España inicialmente). A Luis A. Rojo hay que agradecerle esta contribución. Ruíz-Castillo cuenta una parte de la historia en su trabajo. Por otra parte, puede descargarse de internet el siguiente texto: Guisan, M-C. y Expósito, P. (2003): "La investigación en España en 1990-2003: índices múltiples de calidad y limitaciones de los rankings parciales", donde se defiende una valoración de los curricula "al peso" (lo que las autoras llaman "índices múltiples"), negando toda ponderación en función de la calidad (que conducen a "rankings parciales", según ellas), de manera que un artículo en la American Economic Review sería un ítem equivalente a cualquier cosa publicada en la hoja parroquial. Las autoras elaboran diversos rankings de universidades en función de criterios como las tesis doctorales leídas (que permite elaborar también un simpático ranking de "investigadores" en función del número de tesis dirigidas), la participación en congresos o el número de artículos publicados (sólo se distingue el carácter internacional o nacional de la revista, además de si la publicación es on-line; en este último caso se cuentan las "descargas", lo que permite elaborar otro ranking de "investigadores" en el que una de las autoras aparece en primer lugar y la otra en el quinto). Merece la pena conocer el texto aunque sólo sea para ver hacia dónde nos llevaría la renuncia a unos mínimos criterios de calidad equiparables a los del mundo civilizado.
8. Las escuelas de negocio españolas Situación muy distinta a la descrita es la de las Escuelas de Negocios (Business Schools), donde España cuenta con algunas situadas entre las mejores 50 del mundo (Instituto de Empresa, ESADE y IESE), como muestra este ranking publicado recientemente por el Wall Street Journal (aquí) según cierta metodología. El Financial Times publica otro ranking de escuelas de negocio aquí. Resulta sorprendente que un país incapaz de generar un tejido universitario de mínima calidad y de relevancia internacional pueda en cambio tener tres de las mejores Escuelas de Negocios del mundo, muy destacadas en algunas especialidades concretas.
9. CONCLUSIONES Parece claro que existen en España tres o cuatro tipos de Universidades: las de primera clase son comparables a las mejores de Europa, la investigación es cuantiosa (incluso superior a la de los mejores centros extranjeros medida en términos per capita) y de gran calidad y relevancia, pero apenas son un puñado de centros (Carlos III, Autónoma de Barcelona, Pompeu Fabra, Alicante y el Instituto de Análisis Económico); las de segunda clase tienen una producción científica sustancial, incluso similar en cantidad a los centros de primera fila, pero cuando introducimos ponderaciones para tener en cuenta de alguna forma la calidad y relevancia quedan descolgadas, sobre todo en los rankings de centros europeos (son sólo unas cuantas más: País Vasco, Valencia, Zaragoza... Pública de Navarra, Complutense ...); las de tercera clase, que son la inmensa mayoría, de producción científica escasa y poco o nada relevante, que forman un tercer escalón muy lejos de las Universidades de segunda; y aún podríamos hablar de Universidades de cuarta clase, instaladas en la nulidad, lejanas incluso de las de tercera fila. Esta polarización y compartimentación, lejos de superarse, tiende a consolidarse y agravarse, gracias a la descarada endogamia caciquil. El problema que se plantea es ¿qué hacer? El Profesor Andreu Mas-Colell elaboró para la Fundación Alternativas (abril de 2004) un documento de trabajo titulado "La Universidad Española: soltando amarras", que es un análisis muy interesante de la situación actual y un conjunto de propuestas factibles y moderadas que supondrían toda una revolución. De lectura obligada. Por su parte, Universia ha publicado un interesante documento sobre la situación de las Facultades de Economía en España, que incluye un análisis general de la reciente evolución de la investigación en Economía en España, un documento interesante sobre los resultados de los programas de incentivo a la investigación y entrevistas a Salvador Barberà, Carmen Herrero, Luis C. Corchón y Andreu Mas-Colell. Simpática la entrevista a Carlos Elías sobre el desastre de la ciencia en España. Resulta llamativa también la afirmación del médico Francisco Mora: "Las Universidades son un lastre en la investigación científica". Muy reciente, y relacionado con el documento de Mas-Colell, es el texto de la Fundación Alternativas titulado Propuestas para la Reforma de la Universidad Española (2010), editado por Daniel Peña, actual Rector de la universidad Carlos III y brillante investigador. El trabajo tiene como autores a varios profesores de universidad españolas. En conjunto, hay ideas muy interesantes y propuestas de reforma que prometerían tener un impacto muy positivo en el maltrecho sistema universitario español, tantas veces reformado, para nada. Recomendamos leer el capítulo escrito por Juan José Dolado, aunque todos ellos son de sumo interés. ¿Trasladarán los políticos estas propuestas algún día a la organización universitaria? Más cosas interesantes. En el blog de la fundación FEDEA Nada es gratis (NeG) tenemos esta entrada de Antonio Cabrales titulada "Cómo conseguir la excelencia en la universidad" y esta otra, de Antonio Cabrales y Pablo Vázquez, titulada "¿Cómo evaluar a los profesores universitarios? – El nuevo Estatuto del Personal Docente e Investigador". Resulta muy interesante la reflexión de Juan José Dolado, publicada en el mismo blog, bajo el título de "Algunas Ideas sobre la Reforma del Sistema Educativo en España". Cabrales y otros parecen tener como referencia el Research Assessment Exercise británico para la financiación de las universidades españolas. ¿Llegará algún día una reforma en esa dirección? El proyecto de estatuto del personal docente e investigador (PDI) ha provocado agitación y rechazo. Podemos citar varios artículos interesantes sobre el tema. Primero, una carta abierta contra el proyecto, firmada entre otros por Fernando Savater, publicada en el diario El País bajo el título "Por la calidad de las universidades públicas". Manuel Bagüés, Samuel Bentolila, Antonio Cabrales, Juan J. Dolado, Jesús Fernández-Villaverde y Luis Garicano firman el artículo "Cómo no seleccionar a los profesores en la universidad". Antonio Cabrales firma "SERIEs y la liga de la gente extraordinaria: ¿se puede medir la ciencia?". La fábula de la granja con pollos azules, que podemos encontrar en esta entrada del blog de FEDEA, dedicada a la polémica separación del departamento de Fundamentos de Alicante, es una buena descripción del problema de aquellos centros en los que hay pocos "pollos azules". Éstos son perseguidos hasta el exterminio:
Antonio Villar (2003) concluye su análisis planteando que "no hay un modelo único de desarrollo hacia la excelencia", pues entre los mejores centros españoles hay Universidades tradicionales gestionadas con criterios de calidad, Universidades jóvenes creadas ex profeso con esa idea en mente (algunas en grandes ciudades, otras en la periferia) o pequeñas instituciones especializadas que han tenido éxito o se han visto obligadas a competir. No obstante, en una entrevista para el Boletín de Noticias del IVIE (nº12, julio del 2003) se preguntaba a Villar por el secreto del éxito de su Facultad (ahora en la Pablo de Olavide de Sevilla). Villar detalla algunas características comunes de los mejores centros españoles: 1) la presencia de una proporción elevada del profesorado estable formado en algunas de las mejores universidades europeas y americanas; 2) el desarrollo de programas de doctorado de calidad perfectamente reglados, con selección competitiva de estudiantes, y profesorado compuesto por investigadores activos con proyección internacional; 3) la contratación de doctores "en el mercado", excluyendo a aquellos formados en el seno de la propia institución y el diseño de un proceso de consolidación basado en los resultados de la investigación (publicaciones en revistas internacionales de prestigio); 4) y el desarrollo de un proceso de consolidación paulatina y la búsqueda activa de investigadores experimentados en todo el mundo. El problema de este modelo que defiende Villar, y que se aplica en las mejores facultades de nuestro país, es que lanza profesionales muy bien formados a un mercado que no existe, pues las universidades españolas no contratan mediante ofertas públicas y procesos competitivos (y ahora empiezan a preguntarse qué hacer con el personal "sobrante"). Si a esto añadimos que las universidades que forman no contratan a sus estudiantes, y que éstos pueden tener problemas de movilidad (familiares y de otro tipo, cada vez más en un país fragmentado) nos encontraremos con que los costosos programas de doctorado de las Facultades de élite sólo tienen sentido si se piensa en rentabilizar esa formación fuera de España, es decir, para extranjeros o para españoles que piensen en marcharse después (formándose aquí, porque resulta más barato). En lo que respecta a los extranjeros, sólo universidades de gran nivel podrán competir con otras en el mercado europeo. Si el sistema universitario español no cambia radicalmente, este modelo polarizado (universidades totalmente aisladas unas de otras, pero al menos las de elite conectadas con el resto de Europa) es uno de los peores tumores (pero no el único) que castigan a nuestro país. El otro es el de los desincentivos. La Universidad española desincentiva activamente el trabajo y la excelencia. Incluso aquellos que aceptan los sacrificios que suponen renunciar a salarios "de mercado", potencialmente muy superiores, y aceptan sueldos miserables, difícilmente pueden soportar el desastre organizativo de la Universidad, contrario a cualquier criterio académico o principio de mérito.
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