Sostenibilidad
1. Desarrollo
sostenible.
El concepto de desarrollo sostenible fue formulado por la
Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo,
en 1987 en el informe titulado Nuestro futuro común,
más conocido por el nombre de la presidenta de la Comisión
como Informe Brundtland. Entre sus antecedentes podemos citar:
la Conferencia Intergubernamental de Expertos de 1968, que
supuso el nacimiento del Programa
Internacional sobre el Hombre y la Biosfera; la Conferencia
sobre el Medio Humano celebrada en Estocolmo en 1972, primera
reunión mundial sobre medio ambiente y que supuso un
punto de inflexión en el predominio de las tesis que
primaban un desarrollo económico a ultranza sobre otras
consideraciones ambientales; la publicación en 1972
del informe titulado Los límites del crecimiento, por
parte del Club de Roma.
Como consecuencia, en 1983 la Asamblea General de las Naciones
Unidas crea la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente
y el Desarrollo (CNUMAD), redactora del informe antes mencionado.
A partir de entonces el concepto de desarrollo sostenible
informará todas las actuaciones de la ONU en este campo.
En 1992, se celebra en Río de Janeiro, coincidiendo
con el 20 aniversario de la Conferencia de Estocolmo, la Conferencia
sobre Medio Ambiente y Desarrollo, más conocida como
Cumbre de la Tierra. En ella se trató de fijar un nuevo
modelo de desarrollo y el establecimiento de acuerdos vinculantes
y la creación de órganos y mecanismos de control.
Fruto de la misma fueron documentos como la Agenda
21, que establece una serie de normas para establecer
un desarrollo sostenible social, económica y medioambientalmente;
o como la Declaración de Río sobre Medio Ambiente
y Desarrollo. También implicó el nacimiento
del denominado Foro Global con representación de 1500
ONGs. Por último hay que destacar el Convenio Marco
sobre Cambio Climático, que pretende estabilizar los
niveles de estos gases en la atmósfera.
En Johannesburgo, 10 años después, en 2002
tuvo lugar un nuevo encuentro internacional, con el nombre
de Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible. En ella se
alcanzaron diversos compromisos, aunque tambi? se constataron
las profundas diferencias existentes entre países sobre
la disminución de los gases de efecto invernadero y
la ratificación del Protocolo de Kioto.
La Comisión Brundtland definió el desarrollo
sostenible como aquel "que satisface las necesidades
del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones
futuras de satisfacer sus propias necesidades". De esta
definición podemos extraer algunas conclusiones. Si
hasta entonces se consideraba que en el desarrollo intervenían
exclusivamente variables de tipo económico y social,
a partir de ese momento entraron en juego otro tipo de consideraciones
relativas al medio ambiente. En consecuencia se hizo patente
la necesidad de alcanzar un equilibrio entre las necesidades
de crecimiento socioeconómico de las generaciones actuales
con el imperativo de preservar los recursos medioambientales
para las generaciones futuras. A su vez, el informe propugnaba
el establecimiento de estrategias ambientales para el desarrollo
sostenible y hacía un llamamiento para aunar esfuerzos
comunes para lograr un nuevo orden económico internacional.
Con el tiempo se han ido haciendo aportaciones teóricas
que han profundizado en el concepto inicial, superando las
visiones demasiado restrictivas que tendían a centrarse
exclusivamente en los aspectos medioambientales. De este modo
la propio Gro Harlam Brundtland, matizó su definición
inicial en 2002: "El desarrollo sostenible exige la integración
de los objetivos económicos, sociales y medioambientales
de la sociedad con el fin de optimizar el bienestar humano
actual sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras".
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2. Energía
y desarrollo.
Globalmente, la distribución del consumo de energía
se revela como profundamente desigual. Si tuviéramos
la oportunidad de observar nuestro planeta por la noche desde
el espacio, podríamos rastrear las diferencias de desarrollo
entre los diversos países, con sólo observar
su grado de iluminación. Percibiríamos entonces
el contraste entre los países desarrollados y ricos
(Europa Occidental, Norteamérica, Japón, áreas
de Extremo Oriente y Sudamérica y Australia) con el inmenso vacío
del continente africano, donde apenas destacan las leves luces
del Magreb y de Sudáfrica y el resplandor del fuego
de los pozos petrolíferos, que queman el gas natural
de los yacimientos, en África Occidental.
Apreciaríamos el poblamiento costero de Sudamérica y los inmensos espacios vacíos del interior
del continente. Podríamos observar el crecimiento de
la iluminación en los países del sudeste asiático,
China e India, frente al descenso causado por el declive económico
en algunos países del antiguo bloque soviético
que aún así continúan reflejando una
significativa industrialización y urbanización.
Igualmente podríamos distinguir los grandes espacios
vacíos, apenas habitados, en Asia Central, el Sahara,
la Amazonía, las Montañas Rocosas, el gran norte
Canadiense, el despoblado australiano o el interior de Siberia
y constatar la continua penetración de la civilización
en esos últimos espacios cada vez menos vírgenes,
observando las vías de colonización alrededor
de las cuales se agrupan los nuevos núcleos de poblamiento
y los efectos de los incendios forestales, cuyo resplandor
es visible desde el espacio y que consumen millones de hectáreas
de selva tropical.
Reconstrucción del aspecto de la Tierra
iluminada de noche. Fuente: Nasa
Se estima que el consumo de energía en los países
desarrollados es 80 veces superior al del África subsahariana.
Menos de la cuarta parte de la población mundial, la
que habita en el mundo industrializado, consume las 3/4 partes
del total de energía disponible. En el mundo hay 2000
millones de personas que no tienen acceso a la electricidad
y 1200 millones que no disponen de agua potable.
Frente a ello el caso extremo de los EE.UU. que con menos
del 5% de la población mundial realiza más del
20% del consumo energético total. Otro ejemplo nos
puede ilustrar: el 92 % de la población mundial no
tiene coche; mientras en EE.UU y en la UE hay un coche por
cada 1,8 y 2,8 habitantes respectivamente, en África
sólo 1 por 110, y en China 1 por 1375.
Existe una correlación, casi lineal, entre grado de
desarrollo y consumo de energía por habitante. Lo cual es lógico si tenemos en cuenta que
el desarrollo económico de un país se relaciona
con sus capacidades productivas, en el sector primario (agricultura,
ganadería, pesca y minería), secundario (industrias)
y terciario (servicios). Dentro de estos últimos juega
un papel determinante el transporte que permite el comercio
entre diversas comunidades humanas. Todas estas actividades
suponen un elevado consumo de energía, como ya hemos
visto.
De forma idéntica existe también una clara
diferencia en la proporción de responsabilidad en el
impacto total generado sobre el medio ambiente.
Así si tomamos en consideración las
emisiones medias de CO2 por persona y año en los diferentes
países para el a? 2002 (Fuente: United Nations Statistics Division) :
- EEUU: 20,1 toneladas.
- Rusia: 9,9 toneladas.
- Alemania: 9,8 toneladas.
- Japón 9,4 toneladas.
- Espa?: 7,3 toneladas
- China: 2,7 toneladas.
- India: 1,2 toneladas.
- Etiopía: 0,1 toneladas.
Emisiones medias de CO2 por persona y año 2002.
En un contexto de población mundial creciente, que
ya ha rebasado los 6000 millones, se ve cada vez más
claro que la presente situación de desigualdad extrema es insostenible por
más tiempo. Se hace imprescindible una colaboración
entre países ricos (Norte industrializado) y pobres
(Sur empobrecido), para fijar y cumplir objetivos que hoy
están al alcance de la Humanidad, tal como recoge el
progama de Naciones Unidas, conocido como los Objetivos
del Milenio para el desarrollo:
- 1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
- 2. Garantizar el acceso universal a la educación primaria.
- 3. Promover la igualdad de g?eros y la autonomía de la
mujer.
- 4. Reducir la mortalidad infantil.
- 5. Mejorar la salud materna.
- 6. Combatir el VIH, el sida, el paludismo y otras enfermedades.
- 7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.
- 8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Es en este contexto donde se sitúa la necesidad de
una mayor equidad en el acceso a la energía, de forma
que todos puedan acceder a unos mínimos imprescindibles para una vida digna. Todo ello
al tiempo que de forma ineludible se toman las medidas necesarias
para impedir que el impacto sobre el medio ambiente siga creciendo
y llegue a provocar da?s irreversibles en el planeta de consecuencias
catastr?icas.
Pensemos en las alteraciones que se derivar? del cambio
clim?ico: inundación de espacios costeros al subir el nivel
de los oc?nos por la fusión de los casquetes polares, variaciones
en el r?imen de lluvias, con fuertes sequías en unos lugares
y lluvias torrenciales en otros, elevación de las temperaturas
medias, aumento de las cat?trofes ligadas al clima: huracanes,
tifones, inundaciones, etc. Cat?trofes todas ellas, que incidir?
fuertemente sobre la población mundial, especialmente en los
pa?es m? pobres, los m? vulnerables por carecer de recursos
adecuados para hacerles frente. Es de preveer que como consecuencia
l?ica de este panorama se acent?n tambi? en el mundo las
divisiones y los conflictos, empezando por las tensiones migratorias
y continuando por posibles conflictos b?icos.
La solución a este problema que constituye una aut?tica
encrucijada para el futuro de la Humanidad implicar? necesariamente
un replanteamiento de las bases mismas del sistema energ?ico
mundial, que descansa fundamentalmente en un recurso finito,
como son los combustibles f?iles cuyo uso est? generando
un grave problema medioambiental, y en un reparto extremadamente
desigual de los recursos que son consumidos de manera insostenible
por una peque? fracción de la Humanidad. Para ello es imprescindible
no s?o un desarrollo tecnol?ico que haga posible el cambio
sino tambi? una modificación de los patrones sociales de
conducta, de modo que las sociedades act?n de acuerdo a criterios
de racionalidad y de solidaridad con nuestros semejantes,
presentes y futuros y con nuestro planeta.
Corresponde a las sociedades industrializadas del mundo,
en gran medida causantes del problema y a la vez las ?icas
capaces de ponerle remedio, arbitrar las soluciones que permitan
resolverlo, a trav? de mecanismos que ayuden a reducir
las emisiones y la transferencia de recursos y tecnología
a los pa?es m? pobres. Es en esta l?ea donde se sit?n
los esfuerzos realizados a trav? de iniciativas como el Protocolo
de Kioto.
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3. El protocolo de Kioto y otras
iniciativas.
La cuestión del cambio climático viene preocupando
a la comunidad internacional con creciente intensidad desde
finales de los años 80. En 1990 se presentó
el primer informe del Panel
Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC),
que constituyó la piedra angular para las posteriores
negociaciones del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre
Cambio Climático aprobado en 1992.
En la Cumbre de Río, celebrada en junio de 1992 se
estableció el objetivo de estabilizar las emisiones
de gases de efecto invernadero a un nivel inferior
al de 1990. El convenio Marco entró en vigor en 1994
y en 1995 se celebró en Berlín la 1ª Conferencia
de las Partes.
En el año 1997 tuvo lugar en la ciudad japonesa de
Kioto la 3ª Conferencia de las Partes del
Convenio Marco sobre Cambio Climático. En ella intervinieron
representantes de 125 países que consensuaron un documento,
conocido como Protocolo de Kioto, que obliga a aquellos estados
que lo ratifiquen a reducir las emisiones de los seis gases
que se consideran responsables del calentamiento global:
- Dióxido de carbono (CO2).
- Metano (CH4).
- Óxido nitroso (N2O).
- Hidrofluorocarbonos (HFC).
- Perfluorocarbonos (PFC).
- Hexafluoruro de azufre (SF6).
El acuerdo establecía una reducción de las
emisiones del 8% para la UE, del 7% para EE.UU. y del 6% para
Japón. Mientras que las correspondientes a Rusia se
mantenían inalteradas y las de otros estados como Australia
aumentaban un 8%.
Puede afirmarse que desde un principio el acuerdo ha contado
con las reticencias, que han terminado convirtiéndose
en franca oposición, de los EE.UU. y de un grupo de
países que han apoyado sus tesis en mayor o menor medida,
aunque con importantes variaciones en el tiempo: Rusia, Australia,
Canadá y Japón (el denominado grupo paraguas).
Frente a ellos se ha situado la UE que se ha mantenido
unida en su apoyo al protocolo.
A finales de los 90 la situación se estancó:
la 4ª y 5ª Conferencias de las Partes desembocaron
en un fracaso que se escenificó en la 6ª Conferencia,
celebrada en La Haya, donde los países no lograron
ponerse de acuerdo en la ejecución del protocolo.
En 2001 se alcanzó el máximo grado de desacuerdo
entre EE.UU. y la UE, cuando el primero anunció su
negativa a ratificar el protocolo. Conversaciones posteriores
desbloquearon el acuerdo y aun cuando EE.UU. persistió
en su negativa al menos desistió de su intención
inicial de bloquear su firma. Posteriormente tuvo lugar la
6ª Conferencia de las Partes en Bonn y 180 países
firmaron un acuerdo, Rusia, Australia, Canadá y Japón
entre ellos. EE.UU., el mayor responsable de las emisiones
quedó entonces solo en su postura.
En 2002 el Protocolo de Kioto recibió un importante
espaldarazo con la ratificación por parte de
la UE, tras su aprobación previa por los parlamentos
nacionales. También se adhirió en este año
el cuarto emisor en importancia del planeta, Japón.
En este año se celebró además la Cumbre
Mundial sobre Desarrollo Sostenible en Johannesburgo, con
pobres resultados para el avance en la lucha contra el cambio
climático.
En 2004 se produjo la adhesión de Rusia, lo que ha
permitido finalmente la entrada en vigor del Protocolo, firmado
por 126 estados, que representan el 80% de la humanidad y
el 44,2% de las emisiones globales.
El protocolo establece para los países industrializados
una reducción conjunta del 5,2% de los gases de invernadero
respecto de los niveles de emisión de 1990, para el
periodo 2008 a 2012. Se espera conseguir este objetivo a trav?
de la mejora de la eficiencia energ?ica, desarrollo de fuentes
renovables y secuestro de CO2, reducción y eliminación de
las ineficiencias del mercado o de los sistemas legales y
tributarios y mejoras de las pr?ticas agr?olas
Adem? toma en consideración los denominados sumideros
de carbono. El t?mino hace referencia a la capacidad de las
áreas forestales y de cultivo de absorber el CO2, gracias
a la actividad fotosintética de los vegetales. Este
mecanismo ofrece dificultades a la hora de evaluar la cantidad
total eliminada por este sistema ya que varía en función
de las especies.
En orden a favorecer el objetivo de la reducción de las emisiones,
permite a los países firmantes una serie de mecanismos
para conseguir la reducción y estabilización
de las emisiones, llamados flexibles:
- El establecimiento de un mercado de compra-venta de emisiones.
- El mecanismo de desarrollo limpio.
- La implementación conjunta.
El mercado de compra-venta de emisiones es uno de los mecanismos
más polémicos del tratado. Pretende optimizar
el sistema, permitiendo a aquellos estados que reduzcan sus
emisiones por encima de lo estipulado comerciar con la diferencia,
vendiéndosela a otros que se hayan excedido.
El mecanismo de desarrollo limpio permite compensar emisiones
a estados con compromisos de reducción, con transferencias
de tecnologías limpias a otros sin ellos. De esta forma
se les descuentan a ellos las emisiones que se evitan con
estas tecnologías.
Por último el mecanismo de implementación conjunta
es similar pero se realiza entre estados con compromisos.
Con el fin de cumplir sus compromisos el Gobierno de Espa?
ha creado la Oficina
Espa?la de Cambio Clim?ico, dependiente del Ministerio
de Medio Ambiente.
Para saber más. (Monogr?ico
elaborado por el WWF, Protocolo de Kioto: situación actual
y perspectivas)
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