Impacto de la energía
1. Impacto medioambiental de
la energía.
Las sociedades humanas generan un importante impacto en el
medio ambiente, como resultado de sus actividades. La agricultura,
la ganadería y la pesca, la minería, la industria
o los servicios son los responsables de lo que la mayoría de las veces se traduce en un
grave deterioro.
En este sentido cabe señalar que la producción
y el consumo de energía generan efectos que se manifiestan en forma de calentamiento global, contaminación atmosférica,
lluvia ácida, contaminación radiactiva
o vertidos de hidrocarburos, entre otros, dando lugar a graves afecciones medioambientales.
Para evaluar el impacto de las actividades relacionadas con
la energía debemos tener en cuenta su ciclo completo
y no sólo sus etapas finales. De
este modo, no se debe centrar la atención únicamente en el ámbito
puramente inmediato de los procesos de producción y
consumo, sino que se deben estudiar también las actividades
extractivas que determinadas fuentes energéticas requieren,
el impacto del transporte previo a su utilización,
así como los procesos de tratamiento a que deben someterse
antes de ser utilizadas. Igualmente hay que estudiar no sólo
los focos de emisión de contaminantes a la atmósfera,
hidrosfera y suelos sino que hay que seguirlos hasta su destino final
en los ecosistemas, llegando finalmente hasta el hombre. Todo
ello considerando que sus efectos son susceptibles de extenderse
en el tiempo y el espacio.
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1.1. La contaminación
y sus efectos.
Como subproducto de las actividades de producción
de energía se generan contaminantes que afectan a la
atmósfera, la hidrosfera, el suelo y los seres vivos.
Estas emisiones contaminantes tienen una doble naturaleza.
Por un lado existe una contaminación inherente a la
operación normal de los sistemas de producción
y por otro una contaminación producida, en situaciones
catastróficas de carácter accidental. Ambas
deben ser valoradas y reducidas hasta niveles asumibles en
términos medioambientales y socioeconómicos.
En esencia, se trata de implementar tecnologías que
permitan reducir la contaminación en origen, estudiar
su impacto sobre el medio y la capacidad de éste para
diluir, transferir y asimilar esta contaminación, determinando
los límites por encima de los cuales los efectos pueden
llegar a hacerse irreversibles. Al tiempo se intenta diseñar
estrategias que permitan la recuperación del medio
ambiente de los daños causados.
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1.1.2. En la atmósfera.
La atmósfera está compuesta por una mezcla
de gases: nitrógeno (78%), oxígeno (21%), dióxido
de carbono (0,04%) y otros gases inertes, en pequeñas
proporciones, como el helio, neón, argón, xenón
y kriptón. También existen cantidades de metano
(CH4) y otras variables de vapor
de agua. Se cree que la atmósfera es el resultado de
procesos químicos y fotoquímicos realizados
a distintas velocidades de escape del campo gravitacional
terrestre. Si se estudia la composición de la atmósfera
en relación con las de otros planetas, resulta especialmente
anómalo el hecho de que la atmósfera esté
tan oxidada y su bajo contenido en hidrógeno. Lo primero
se explica, según algunas teorías, por el efecto
de la fotosíntesis de los vegetales y según
otras por la fotodisociación de las moléculas
de agua.
La atmósfera se divide en capas esféricas a
partir de la distribución vertical de la temperatura,
con sus cimas marcadas por pausas:
- Troposfera.
- Estratosfera.
- Mesosfera.
- Termosfera.
La troposfera es la más cercana a la Tierra y donde
ocurren los fenómenos importantes desde el punto de
vista meteorológico: vientos, anticiclones, depresiones,
frentes, huracanes, nubes de lluvia, etc.; en su parte inferior
conocida como capa límite y que no suele sobrepasar
los 2-3 km se producen principalmente los procesos relacionados
con la contaminación atmosférica. La estratosfera
que se extiende desde los 10 hasta los 50 km es generalmente
muy estable. La mesosfera se extiende hasta los 80 km aproximadamente.
Por último la termosfera llega al límite externo
de la atmósfera y recibe directamente la energía
de la radiación solar y en ella tienen lugar fenómenos
como la aurora.
Los agentes contaminantes presentes en la atmósfera
pueden ser de origen tanto natural como artificial. Entre
los primeros cabe destacar los producidos por las emisiones
de polvo y gases de los volcanes, los incendios forestales
naturales, o las partículas salinas dispersas por las
tormentas. Aunque en ocasiones la contaminación natural
ha revestido gran importancia, baste recordar los efectos
del volcán Pinatubo en Filipinas, lo cierto es que
la forma de contaminación que más efecto tiene
en la atmósfera es la de origen humano o antropogénico.
La gran importancia que se le da a la contaminación
atmosférica y a su control viene dada por una doble
causa: por un lado su impacto sobre el clima, influyendo en
el efecto invernadero, del que nos ocuparemos después,
y por otro por su comportamiento como vehículo que
transporta los contaminantes a otros lugares, a veces a grandes
distancias y a otros medios como el suelo o el agua. También,
con gran frecuencia, es el lugar donde se producen reacciones
químicas que generan nuevos contaminantes. La dispersión
de los contaminantes emitidos por una determinada fuente,
viene condicionada por factores como la velocidad del viento,
las turbulencias y los remolinos que éste produce y
por las turbulencias térmicas. Otros factores secundarios
son la lluvia, la niebla y la radiación solar.
El mayor impacto, y el que más preocupa globalmente,
es el causado por la emisión a la atmósfera
de los gases producidos en la combustión, de la madera
y sobre todo de los combustibles fósiles (carbón,
petróleo y gas).
Tomemos como ejemplo el carbón. Como resultado de
su combustión se generan fundamentalmente:
- Gases de efecto invernadero: dióxido de carbono
(CO2).
- Monóxido de carbono: CO.
- Gases precursores de la lluvia ácida: dióxido
de azufre (SO2) y óxidos
de nitrógeno (NOX)
.
- Vapor de agua.
- Partículas, incluyendo en ocasiones metales pesados.
- Compuestos orgánicos.
Del mismo modo, la combustión del petróleo
y sus derivados, como la gasolina o el gasóleo, generan
unos resultados que se asemejan a los del carbón. En
ellos se puede disminuir sensiblemente la proporción
de azufre, para reducir la emisión de SO2.
En el extremo contrario se encuentran las emisiones de NOX
más altas, responsables del smog fotoquímico,
tan frecuente en nuestras ciudades. Igualmente es posible
reducir el contenido de metales pesados, plomo, presente en
las gasolinas utilizadas en el transporte terrestre. Un efecto
particular es el causado por las emisiones de la aviación
en la estratosfera, que es como hemos dicho especialmente
estable, pudiendo verse afectada la capa de ozono por las
emisiones de óxidos de nitrógeno.
Las emisiones producidas por la quema de la madera se parecen
a las del carbón y aunque su uso ha decaído
extraordinariamente en el mundo desarrollado, el consumo de
leña sigue teniendo un gran importancia en amplias
áreas de África y Asia. En cualquier caso el
impacto mayor viene causado por la deforestación que
se genera cuando su explotación se hace de forma descontrolada.
Por último el gas natural se presenta, de forma creciente,
como una alternativa más limpia, que permite reducir
el impacto medioambiental del resto de los combustibles fósiles.
En él resulta más fácil la reducción
en su producción de la cantidad de azufre y partículas,
al tiempo que en la combustión genera CO2
y NOX en cantidades mucho menores
por unidad de energía útil producida.
La atmósfera, por sí misma, tiende a eliminar
los contaminantes de varias formas:
- Lavado.
- Agregación.
- Sedimentación por gravedad.
- Turbulencia.
En el primer caso las gotas de lluvia acarrean los contaminantes
al pasar entre ellos. En la agregación, se unen a las
gotas que forman las nubes y se precipitan luego con ellos.
La sedimentación por gravedad se da en el caso de partículas
grandes (>20 micras) o de otras pequeñas que se
agregan por diferentes razones formando partículas
grandes que se sedimentan. También se produce la bioasimilación
de ciertos compuestos por parte de los seres vivos.
La diferencia entre el ritmo de depuración natural
y el de producción de los contaminantes es la causa
de que los contaminantes aumenten a escala global. Tal es
el caso paradigmático del CO2
, cuya concentración ha aumentado sensiblemente en
los últimos 200 años como efecto de la actividad
industrial. También existen excepciones a esta eliminación
de los contaminantes, especialmente en el caso de compuestos
poco reactivos, cuyo tiempo de permanencia en la atmósfera
puede ser muy largo.
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1.1.2.1. Contaminantes
secundarios: la lluvia ácida y el smog foto-químico.
Además de los contaminantes que podemos denominar
primarios, se producen reacciones químicas en la atmósfera
que generan nuevos agentes, contaminantes secundarios, que
inciden muy negativamente en el medio ambiente originando
problemas como la lluvia ácida y el smog foto-químico.
Lluvia ácida es el término que se emplea para
denominar a cualquier forma de precipitación (agua,
nieve, granizo o niebla) que tiene una acidez superior a un
nivel determinado. El nivel de acidez, PH, a partir del cual
se considera lluvia ácida es de 5,5 o inferior. La
acidez normal del agua de lluvia es de 5,6, debido a la disolución
del dióxido de carbono atmosférico en el agua.
Más ampliamente el fenómeno es conocido como
deposición ácida.
Las características propias de los ácidos se
deben a la presencia de iones de hidrógeno H+,
formados por un átomo de hidrógeno sin su electrón,
que liberan cuando se encuentran disueltos en agua. Cuanto
mayor es la concentración de iones de hidrógeno
mayor es la acidez, y menor el PH, la variable con que se
mide.
El análisis de la lluvia ácida pone de manifiesto
la presencia de dos ácidos: ácido sulfúrico
(H2SO4)
y ácido nítrico (HNO3),
en una proporción de dos a uno. Su origen está
en la emisión en la atmósfera dióxido
de azufre y óxidos de nitrógeno. Estos óxidos
se consideran los precursores de la lluvia ácida: liberados
en grandes cantidades en la troposfera pueden transportarse
a grandes distancias y originar en regiones distantes de la
fuente, el fenómeno de la lluvia ácida. El proceso
en esencia es el siguiente: los óxidos de azufre y
de nitrógeno reaccionan en la atmósfera con
el agua y el oxígeno para producir ácido nítrico
y sulfúrico, que se disuelve en las gotas de lluvia
o se absorbe en las partículas presentes para terminar
precipitándose de esta forma en la tierra.
Las fuentes de estos contaminantes primarios, precursores
de la lluvia ácida son de carácter natural (volcanes,
incendios forestales y la actividad bacteriana) y antropogénico,
producidos por la actividad industrial y muy especialmente
por las centrales térmicas donde se queman combustibles
fósiles para producir energía. Otra fuente de
naturaleza antropogénica muy importante son las emisiones
producidas por el transporte por carretera, basado en vehículos
propulsados por motores de explosión.
La contaminación de origen humano es con mucho la
principal responsable de la lluvia ácida por su mayor
volumen y por la elevada concentración de los contaminantes
en las áreas industriales y urbanas. Además
los niveles de emisión han tendido a crecer con la
industrialización.
Los efectos de la lluvia ácida se hacen sentir sobre:
- Las aguas continentales, produciendo un descenso del PH,
factor crítico en la supervivencia de los animales
acuáticos, incapaces de sobrevivir en medios tan
ácidos.
- Las masas forestales, especialmente las coníferas,
que sufren una defoliación y una mayor vulnerabilidad
ante las plagas que las hacen sucumbir finalmente.
- Las cosechas y los suelos agrícolas.
- Efectos en las construcciones humanas, sobre todo en ciertos
materiales como la piedra caliza.
La lluvia ácida es la responsable de un serio declive
de los bosques de Europa Central y de la acidificación
y consecuente desaparición de la vida en muchos lagos
de Escandinavia. Igualmente ha afectado a extensas áreas
de Norteamérica y Japón.
Conscientes del problema, los países industrializados
se hallan empeñados en disminuir las emisiones causantes
de la lluvia ácida. La mayor parte de la responsabilidad
de las emisiones de dióxido de azufre, SO2,
reside como ya dijimos, en las centrales térmicas que
queman carbón y es en este campo donde se están
tomando las iniciativas más importantes:
- Se trata de incidir sobre la calidad de los combustibles,
sustituyendo unos tipos de carbón por otros o empleando
otros alternativos como el petróleo o el gas.
- Se emplean métodos de lavado del carbón,
que tienen el inconveniente de producir una gran contaminación
en las aguas.
- Se emplean sistemas de combustión como el denominado
de lecho fluido, de arena y caliza, que neutraliza las emisiones.
- Se instalan torres de lavado de gases (scrubbers),que
hacen pasar los gases producto de la combustión a
través de un spray de partículas de agua que
contienen caliza disuelta y que neutraliza el dióxido
de azufre.
- Se sustituyen por otras centrales (nucleares o renovables)
que no consumen combustibles fósiles y no generan
este tipo de emisiones.
Por último hemos de tratar un fenómeno típico
de las grandes urbes, generado por las emisiones contaminantes
del tráfico urbano y los efectos de las radiaciones
solares: el smog foto-químico. Las ciudades que gozan
de un clima soleado y sufren una elevada densidad de tráfico,
como Los Ángeles o Madrid, se ven especialmente afectadas.
Se origina a partir de los óxidos de nitrógeno,
procedentes fundamentalmente de los tubos de escape, y los
hidrocarburos presentes en el aire. Una vez en la atmósfera,
reaccionan gracias a la energía de la luz solar, dando
lugar al llamado smog fotoquímico. Su componente más
dañino es el ozono troposférico O3,
que lejos de resultar beneficioso como el estratosférico,
que a gran altura nos defiende de las radiaciones ultravioleta,
provoca irritaciones en las mucosas, en los ojos y en el sistema
respiratorio y daña seriamente a la vegetación.
Otro contaminante secundario que también se genera
en este tipo de reacciones es el nitrato de peroxiacetilo
(PAN).
Entre las soluciones que se barajan, todas tratan de incidir
sobre las emisiones originadas por el parque automovilístico,
principal responsable del problema:
- Obligación de instalar convertidores catalíticos
en los tubos de escape.
- Instalación de métodos de control por ordenador
del funcionamiento del motor.
- Desarrollo de mejoras en la mecánica del motor:
sistemas mejorados de inyección, convertidores catalíticos
mejorados, etc.
- Utilización alternativa de nuevos tipos de motor:
eléctricos, híbridos gasolina-eléctricos,
de pila de combustible, hidrógeno, propulsados por
gas natural, etc.
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1.1.2.2. El calentamiento
global: sus causas y efectos.
Todos estamos familiarizados con los invernaderos, edificios
con grandes superficies de cristal o plástico que permiten
el cultivo de especies vegetales propias de climas cálidos
en otros más fríos. El principio en que se basan
es el siguiente: el vidrio que forma el techo y las paredes
del invernadero permite el paso de la radiación solar,
que es absorbida por el aire, los objetos que hay dentro y
por la superficie interior del invernadero, siendo emitida
a su vez por éstos en forma de radiación infrarroja
hacia el exterior que a su vez es bloqueada
por el vidrio, de forma que la temperatura en el interior del
invernadero aumenta.
El clima de nuestro planeta es un sistema complejo, fruto
de la interacción de la atmósfera, la hidrosfera
(mares y océanos), la criosfera (casquetes polares),
la biosfera y la litosfera, incluyendo los suelos. Por otro lado se sabe que el clima no ha sido algo estático
a través del tiempo. Gracias a las evidencias geológicas
se conoce la existencia de periodos glaciares que se han ido alternando con otros más cálidos.
Entre las causas que se han aducido para justificar esta alternancia se pueden citar cambios cíclicos en
las radiaciones solares, variaciones en la trayectoria e inclinación
del eje de rotación terrestre, etc. Además existen
evidencias de variaciones en la composición de la atmósfera
que pudieron influir en la evolución del clima en épocas
pasadas.
A un nivel planetario, se estima que un tercio de la radiación
solar que incide sobre la Tierra es
reflejada al espacio, el resto penetra y es absorbida por
el aire, el agua, la tierra y las plantas, convertida en energía
térmica y emitida en forma de radiaciones infrarrojas
que se devuelven a la atmósfera. Los gases como el
dióxido de carbono, CO2,
el metano, CH4, el óxido
nitroso, N2O, y los CFC juegan
un papel análogo al de los cristales del invernadero,
permitiendo el paso de las radiaciones solares, pero cerrándoselo a las radiaciones infrarrojas, originando así un calentamiento de
la atmósfera terrestre. El vapor de agua H2O
es también un gas de efecto invernadero , pero al estar
en la atmósfera en proporciones muy variables no se
conoce con exactitud su contribución total en el proceso.
Los gases antes citados presentes en la troposfera absorben
estas radiaciones. A estos efectos sólo es importante
la troposfera porque la estratosfera está térmicamente
aislada de la parte más baja de la atmósfera
y por tanto de la superficie del planeta.
Este efecto, totalmente natural, lejos de ser perjudicial,
es el que permite la existencia de la vida en la Tierra al
elevar la temperatura, que de otra forma sería del
orden de 33º C, más baja. De esta forma los gases
de efecto invernadero, que como el CO2,
CH4 o el N2O,
o el H2O se encuentran de forma
natural en la atmósfera se convierten en los reguladores
del clima, influyendo según sus concentraciones en
éste.
Dentro de este esquema hay que tener en cuenta que el nivel
de CO2 que se encuentra presente
en la atmósfera de forma natural es producto del equilibrio
entre las emisiones naturales y las cantidades de esta gas
que se fijan por lo que se conoce como sumideros de CO2:
la cubierta vegetal y los océanos. Sin embargo el impacto
de la industrialización, en los últimos doscientos
años, ha venido a trastocar este equilibrio: el consumo
de combustibles fósiles, que libera grandes cantidades
de CO2 inmovilizadas en eras geológicas pasadas, es
el principal responsable de que las concentraciones de este
gas hayan pasado de 280 a 360 ppm. Aproximadamente un incremento
del 23%, entre 1870 y 1991.
Adicionalmente el aumento de la población humana
en todo el planeta ha supuesto un crecimiento paralelo en
las necesidades de tierra cultivable, que ha sido la causa
de la la roturación de enormes extensiones de bosque,
generalmente por medio del fuego, sobre todo en los trópicos,
destruyendo así estos sumideros y aportando cantidades
muy significativas de CO2 a la
atmósfera. La comunidad científica cree que de no
tomarse las medidas adecuadas y continuar creciendo al ritmo
actual el consumo de combustibles fósiles y la deforestación,
las concentraciones se duplicarán entre 2030 y 2050.
El CO2 es el gas con mayor importancia
en la contribución antropogénica, no natural,
al calentamiento global. Se estima que es responsable de un
60% del total. Le sigue en importancia el metano, CH4,
que supone sobre un 20% y del que se estima que la mitad de
sus emisiones son responsabilidad humana (ganado vacuno, arrozales
y emisiones de gas natural). Al óxido nitroso, N2O,
se le atribuye una responsabilidad del 6% y su origen se atribuye
a los abonos nitrogenados. Finalmente los clorofluorocarbonados
(CFCs), sustancias totalmente artificiales, son responsables
de un 14% del total.
Responsabilidad de los distintos gases en el efecto invernadero.
Estos incrementos en los gases de efecto invernadero son,
en opinión ya prácticamente unánime de
la comunidad científica, los responsables de la elevación
de la temperatura media del planeta experimentada en las últimas
décadas. Según el informe de 2001 del IPCC,
esta ha aumentado 0,6 ºC
en los últimos cien años. Las predicciones
del IPCC para el año 2100 estiman que la temperatura
global ascenderá entre 1,4 ºC y 5,8 ºC, según
los cálculos. Los cinco años
más calurosos que se han registrado desde 1860, fecha
en que comenzaron a realizarse medidas fiables, han tenido
lugar en los últimos 10 años.
Como consecuencia de este aumento global de las temperaturas
se está empezando ya a constatar una reducción
en la superficie de los glaciares de montaña y una
disminución de los casquetes polares (En el Ártico
un 10% en extensión y un 40% en grosor), lo que sin duda acelerará el proceso de calentamiento al reducir el efecto albedo producido por estos. Como resultado
el nivel del mar podría ascender entre 0,1 y 0,9 metros.
Existen otras estimaciones, como las de la NASA, que pronostican
que la subida del nivel del mar será de entre 0,4 y
0,65 metros. En cualquier caso estas subidas del nivel del
mar pueden ser potencialmente catastróficas al suponer
la inmersión de los espacios costeros donde se concentra
un elevado porcentaje de la población mundial. También
se cree que el calentamiento global no será homogéneo
y que será mayor en los polos que en el ecuador, con
lo que se modificará la forma en que fluye el calor
entre estos y se alterarán los sistemas atmosféricos
(borrascas, anticiclones, etc.) lo que podría traducirse
en importantes variaciones en el régimen de precipitaciones
de diversas áreas con la acentuación de sequías
y lluvias torrenciales. Todo ello es de esperar que tendrá
un importante impacto, por ahora difícil de estimar
en los ecosistemas naturales y en las áreas cultivadas,
así como en el aumento de las catástrofes producidas
por causas meteorológicas.
Como hemos dicho esta visión
es la m? extendida entre la comunidad científica, con una abrumadora diferencia. Todo ello
gracias al acúmulo de evidencias presentadas por los
climat?ogos, aunque existen opiniones, muy pocas, que todavía
niegan que exista una relación directa entre el aumento
de las emisiones de los gases de efecto invernadero debidas
a la actividad industrial y el calentamiento global. Se aduce
en contra la complejidad del mecanismo del clima y el desconocimiento
de todos los factores implicados como el papel del vapor de
agua, así como la existencia de cambios en el clima
producidos por causas naturales en periodos geológicos
anteriores.
Lo que si est? fuera de toda duda es la gran complejidad
de los factores implicados. Por ejemplo la actividad volcánica
parece ser responsable con la emisión de grandes cantidades
de cenizas a la atmósfera de la formación de
un velo que refleja los rayos del sol. Igualmente las emisiones
de origen antropogénico de aerosoles contaminantes
provenientes de las fábricas, centrales térmicas,
motores de explosión, etc. podrían estar detrás
del fenómeno conocido como oscurecimiento global, consistente
en una disminución de la cantidad de radiación
solar que llega a la superficie terrestre. Algunos científicos
lo relacionan con catástrofes como las sequías
y hambrunas que se produjeron en el continente africano en
los años 80. También se afirma que puede estar
enmascarando aumentos mayores del efecto invernadero.
Para terminar hay que decir que los científicos estiman
que los mecanismos que se han puesto en marcha al alterar
la composición atmosférica por la actividad
antropogénica son muy difíciles de detener y
aunque se logre estabilizar la proporción de dióxido
de carbono en la atmósfera, dada la gran inercia del
sistema climático la temperatura del planeta seguirá
aumentando y con ella el nivel del mar durante siglos. Lo
que s? que ser? posible, sin embargo, ser? influir en esta
evolución y hacer que los daños sean menores.Para
ello se han tratado de poner en funcionamiento acuerdos internacionales,
como el
Protocolo de Kioto.
Con el fin de aminorar las emisiones de CO2
de origen antr?ico se barajan distintas alternativas:
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1.1.3. En la hidrosfera.
Aproximadamente el 74% de la superficie del planeta Tierra
está cubierto por agua, bien sea que esté en
estado líquido o sólido. La hidrosfera está
compuesta por: mares y océanos, lagos de agua dulce,
mares interiores y lagos salados, ríos, marismas y
humedales, aguas subterráneas, glaciares y casquetes
polares. Estos últimos constituyen la llamada criosfera.
Los principales efectos contaminantes producidos por la producción
de energía en la hidrosfera se derivan de:
- Los vertidos accidentales o no de hidrocarburos ocurridos
durante el transporte en:
- Desastres marítimos.
- Averías en oleoductos.
- Vertidos intencionados por limpieza de tanques, etc.
- Los efectos de la lluvia ácida sobre las aguas
continentales.
- Los efectos de la minería y otras actividades
extractivas.
- La contaminación térmica en las aguas continentales
producida por las centrales productoras de energía
(atómicas y térmicas).
- Los vertidos de residuos nucleares en los océanos.
Los problemas derivados de los vertidos de hidrocarburos,
pueden llegar a ser de enorme importancia, afectando a extensas
áreas, y alcanzando dimensiones catastróficas.
Baste pensar en tragedias como la del Exxon Valdez o más
recientemente del Prestige. Sin embargo, desde el punto de
vista técnico, también pueden ser controlados
con relativa menor complicación, comparados con otros
que afectan a la atmósfera, cuyo alcance es sin duda
mayor a pesar de todo. En muchos casos las soluciones técnicas
existen y se trata de tomar medidas legislativas e impulsar
su eficaz cumplimiento para establecer políticas preventivas
y correctoras que pueden con una adecuada planificación,
disminuir el problema hasta dimensiones controlables o hacerlo
prácticamente desaparecer.
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1.1.4. En los suelos y la
biosfera.
El suelo no es como podría parecer a primera vista
un medio inerte, que se limita a ser mero soporte de las actividades
de los seres vivos. Constituye un sistema complejo y dinámico
integrado por tres componentes: partículas minerales,
detritus y organismos que se alimentan de esos detritus. En
él se producen procesos biológicos y geoquímicos
fundamentales para el mantenimiento de los ciclos de los nutrientes.
De este modo el suelo provee a las plantas de nutrientes,
actuando también como el medio en el que crecen. En
resumen, de su mantenimiento depende el sostenimiento de los
ecosistemas terrestres y particularmente de los cultivos humanos.
Con respecto a los agentes contaminantes, se aprecia que
su pervivencia en el suelo es más larga que en la atmósfera
o la hidrosfera, por lo que con frecuencia son más
difíciles de detectar, factor que ha influido en la
menor preocupación que la contaminación del
suelo ha generado tradicionalmente. Además las diferencias
existentes en los diversos tipos de suelo y su cubierta vegetal
hacen más difícil cualquier intento de generalización
sobre el particular.
Entre los procesos de degradación de los suelos inducidos
por las actividades relacionadas con la producción
de energía se encuentran:
- La acidificación.
- La contaminación por metales pesados y compuestos
orgánicos (hidrocarburos).
La primera, consecuencia de la lluvia ácida, de la
que hemos tenido tiempo de ocuparnos, depende de dos factores:
la carga de contaminantes recibida y de la propia sensibilidad
del suelo. Para evaluar el impacto del depósito se
ha creado el concepto de carga crítica, umbral por
debajo del cual no se registran efectos apreciables. Igualmente
es aplicable al segundo tipo de contaminación.
Finalmente existen otros impactos sobre el suelo relacionados
con la energía que se derivan de la minería
del carbón, especialmente a cielo abierto, que suponen
la destrucción total de ecosistemas enteros y graves
problemas que no siempre son fáciles de subsanar con
medidas correctoras.
Los efectos sobre la biosfera pueden clasificarse del siguiente
modo:
- Sobre la cubierta vegetal.
- Sobre los animales y especialmente el hombre.
Ambos, animales y plantas, sufren un estrés añadido
causado por la contaminación que los hace más
vulnerables a otros factores ambientales como enfermedades
y parásitos. Lo que provoca que con frecuencia sea
difícil aislar los efectos de un contaminante determinado.
Los efectos sobre la vegetación son causados fundamentalmente
por la lluvia ácida y el ozono troposférico
y pueden tomar dimensiones muy graves en algunos lugares,
como ha ocurrido con grandes áreas forestales en Europa
Central y Norteamérica. Un caso especial es el de los
líquenes, asociación simbiótica de un
hongo y un alga, que son extremadamente sensibles a la contaminación
atmosférica, lo que les ha valido el jugar un papel
de bioindicadores de la salud de la atmósfera de un
determinado lugar
La interacción de los contaminantes y los animales,
a nivel celular y molecular tienen un especial interés.
En lo que toca a los seres humanos son causantes de problemas
crónicos y agudos:
- Enfermedades respiratorias: bronquitis crónica,
enfisema, asma, etc.
- Cáncer, al producirse una interacción entre
los contaminantes y el material genético, con el
resultado de la producción de mutaciones. Aunque
no está claramente establecida, por la gran diversidad
de los factores implicados, la relación directa entre
cáncer y contaminación atmosférica.
Finalmente hay que hacer notar los efectos corrosivos que
los elementos contaminantes tienen sobre los materiales que
componen los bienes de los seres humanos: metales, piedra
y cemento, pinturas, papel, cerámicas, etc. Los contaminantes
más corrosivos son el dióxido de azufre, el
ácido sulfúrico, el ozono troposférico
y el ácido nítrico. Quizá la manifestación
más dramática de este problema sean sus efectos
sobre el patrimonio histórico y artístico de
la Humanidad, visible en muchos cascos históricos y
áreas monumentales del mundo industrializado.
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1.1.5. La contaminación
radiactiva.
Se pueden cifrar los principales impactos medioambientales
de la energía nuclear en los siguientes puntos:
- Peligro de accidente nuclear.
- Peligro de utilización bélica.
- Producción de residuos radiactivos.
- Contaminación térmica de las aguas.
El problema más acuciante y el más visible
para la opinión pública, altamente sensibilizada
sobre el particular, es el peligro de un accidente que pueda
producir la liberación incontrolada de altas cantidades
de radiactividad al medio ambiente. En 1979 se produjo el
accidente de Three Mile Island en los EE.UU., el más
grave ocurrido hasta la fecha en el mundo occidental. Se produjo
una fusión parcial del núcleo del reactor de
la central, pero gracias a que las medidas de seguridad existentes
funcionaron supuso un mínimo escape de radiactividad
al medio. Como resultado en el mundo occidental se incrementaron
las medidas de seguridad y se implementaron planes de evacuación
de las áreas adyacentes a las centrales nucleares.
Sin embargo, en la década siguiente, en 1986, este
incidente se vio ampliamente superado por la catástrofe
ocurrida en Chernobil, en el territorio de la extinta URSS,
hoy Ucrania. Su impacto sobre el medioambiente, la economía
y la salud de los habitantes de un amplia área de Bielorrusia,
Rusia y Ucrania fue enorme. Como resultado del accidente se
produjo la liberación de grandes cantidades de radiactividad
a la atmósfera cuyos efectos se extendieron y se hicieron
notar por un amplia área del continente europeo. Fue
necesario evacuar de un amplio radio en torno a la central
a centenares de miles de habitantes, a pesar de lo cual un
número indeterminado y muy elevado de personas, especialmente
trabajadores de los servicios de emergencia, quedaron expuestas
a unas dosis muy altas de radiación que se cree que
han causado ya un número muy grande de casos de cáncer.
Según un polémico informe
de la OMS (septiembre de 2005) el número de fallecidos
podría terminar llegando a 4000, aunque afirma que
los fallecimientos efectivamente constatados hasta la fecha
no superan los 50. Según este informe el número
de casos de cáncer de tiroides en niños y adolescentes
alcanza los 4000, aunque con un alto nivel de supervivencia
entre los afectados. Otras fuentes, como la organización
ecologista Greenpeace
son bastante más pesimistas y estiman en 67.000 los
fallecidos por causa del accidente en el periodo comprendido
entre 1990 y 2004.
En cualquier caso las consecuencias han sido desoladoras
para el futuro de la región, con grandes extensiones
de terreno inutilizables en mucho tiempo por la contaminación,
una fuerte pérdida demográfica y con la amenaza
pendiente de nuevas fugas procedentes del sarcófago
en que ha sido confinado el reactor nuclear, que al parecer
se está deteriorando. Las causas del accidente estuvieron
en las deficiencias estructurales del reactor, de un modelo
cuyo uso estaba descartado en Occidente por su inestabilidad,
y en los bajos niveles de preparación científica
y técnica del personal implicado, sumados al secretismo,
la opacidad y el desprecio general por la seguridad de la
ciudadanía y el medioambiente de que hacía gala
el sistema soviético, víctima de sus propias
carencias intrínsecas.
Más recientemente, el devastador terremoto sufrido en Japón en marzo de 2011 y el posterior tsunami que le siguió provocaron el colapso del sistema de refrigeración de la central de Fukushima, dando lugar en esta a uno de los más graves accidentes nucleares de la historia (nivel 7, igual al de la central de Chernobil), con fusión parcial incluida del núcleo de varios reactores. Las consecuencias han sido extraordinariamente graves para el medio ambiente (emisiones radiactivas a la atmósfera y al mar) y para la población que tuvo que ser evacuada en un radio de 30 km en torno a la central (más de 170.000 personas afectadas). El suceso ha tenido importantes consecuencias en el debate social en torno a la energía nuclear.
Como resultado inmediato de estos accidentes, la confianza
de amplios sectores de la sociedad en la energía nuclear
se ha visto seriamente disminuida, lo que ha supuesto un parón
en los planes previstos de desarrollo de la misma, sobre todo
en los países de la OCDE. Y ello a pesar de que los graves
problemas relacionados con el calentamiento global y la inestabilidad
en los mercados de petróleo que se vienen registrando en los últimos tiempos han favorecido la aparición de voces favorables a la reactivación de los programas nucleares.
En nuestro pa?, donde el organismo competente en materia de seguridad
nuclear es el
Consejo de Seguridad Nuclear, se ha producido un importante debate en los últimos tiempos, en torno al cierre y la prolongación de la vida activa de algunas centrales (Zorita y Garoña).
Otro problema adicional es el originado por el hecho de que
la tecnología nuclear puede ser de doble uso: civil
y militar. La misma tecnología que puede permitir la
creación de centrales nucleares para producir energía
eléctrica con fines pacíficos puede modificarse
para ser utilizada con fines bélicos y constituir una
amenaza para la paz mundial. Aunque es cierto que la industria
nuclear civil no ha estado nunca involucrada en el desarrollo
de armas nucleares, el desarrollo de instalaciones de enriquecimiento
levanta un fuerte recelo internacional. Recordemos el reciente
caso de Irán o el más antiguo de Irak. Otros
países como la India, Pakistán o Israel, que
se han dotado de armamento nuclear, lo han hecho en reactores
de investigación, que no eran de uso civil. Un peligro
relacionado también con conflictos armados , que recientemente
se ha puesto de relieve, es la posibilidad de sufrir atentados
terroristas con potenciales consecuencias catastróficas.
Por último, pero no menos importante, es el problema
de los residuos nucleares. Como consecuencia de la actividad
de las centrales nucleares se generan isótopos radiactivos
cuya peligrosidad y larga vida hace que constituyan un serio
problema. Es cierto que hay otras actividades como la industria
o la medicina que también generan estos residuos, pero
son las centrales nucleares las que los originan en mayor
cantidad y de mayor duración.
Los residuos radiactivos se clasifican en tres categorías:
- Baja actividad.
- Media actividad.
- Alta actividad.
Los dos primeros, presentan menor problemática, por las
moderadas dosis de radiación que emiten. En casos de
muy baja actividad se opta por su dilución y dispersión
en el medio ambiente, sólo en el caso de que ello no
suponga elevar de forma inadmisible la radiactividad natural.
En el resto de casos su tratamiento consiste en depositarlos
en contenedores especiales que se almacenan en superficie, para
después confinarlos en depósitos subterráneos
controlados, en terrenos geológicamente estables. En
nuestro país existe una instalación de este tipo,
El Cabril (Córdoba), gestionada por ENRESA,
Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, con capacidad para
50.000 m3 para este tipo de residuos. Hasta 1992 también
se vertieron en el mar encerrados en bidones especiales, con
el grave riesgo que esto supone en caso de deterioro del contenedor,
ya que una vez vertidos es imposible ningún tipo de supervisión
de su estado.
El problema más grave lo plantean los residuos de
alta actividad, restos del combustible utilizado en las centrales
y de armamento atómico. Su vida útil puede llegar
a varios cientos de miles de años. Como consecuencia,
tras un periodo de decaimiento, el combustible gastado debe
ser almacenado (ciclo abierto). Existe la alternativa de reprocesar
el combustible usado (ciclo cerrado) y utilizarlo en plantas
especiales, con el fin de utilizar el uranio y el plutonio
presentes en los residuos y disminuir el volumen total de
éstos. En cualquier caso, también el residuo
final debe ser almacenado de forma segura por largo tiempo.
La solución técnica que se maneja es su vitrificación
y almacenamiento en contenedores especiales no corrosibles,
que se emplazarían a gran profundidad, en depósitos
refrigerados de alta seguridad en terrenos de una gran estabilidad
geológica.
En Estados Unidos está ya operativa desde 1999, la
instalación denominada WIPP (Waste Isolation Pilot
Plant) para almacenamiento geológico profundo de residuos
de alta actividad producidos en el programa de defensa y existen
planes para crear una instalación de este tipo por
parte del Departamento de Energía en el emplazamiento
de Yucca Mountain. Países como Francia, Japón
o Reino Unido han optado por el ciclo cerrado y el reprocesado,
mientras que otros como Suecia lo han hecho por el ciclo abierto
y su almacenamiento profundo. Nuestro país ha optado
en la actualidad, por mantener estos residuos en las piscinas
habilitadas al efecto dentro de las centrales nucleares, de
acuerdo con el Quinto Plan General de Residuos Radiactivos,
que retrasa la toma de cualquier decisión hasta el
año 2010.
Por último, hay que hacer notar que la relativa corta
vida de las centrales nucleares hace que se produzcan en su
desmantelamiento grandes cantidades de residuos de alta, media
y baja actividad que han de ser tratados por los procedimientos
antes descritos.
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1.2. Otras formas de impacto
ambiental.
Además de todo lo referido hasta ahora existen otros
impactos ambientales derivados de la producción energética.
Son quizá menos importantes globalmente, pero en muchas
ocasiones tienen una gran efecto en el ámbito local.
Ni siquiera las conocidas como energías renovables,
verdes o limpias están exentas de ciertos costes ambientales.
Entre ellos podemos destacar:
- Los derivados de la construcción de grandes centrales
hidroeléctricas.
- El impacto sobre el paisaje y la avifauna que pueden crear
los parques eólicos.
- Los problemas de deforestación que el uso incontrolado
de la biomasa puede generar.
- Los problemas causados por los tendidos eléctricos.
- La invasión de espacios naturales para hacer realizar
explotacioness petrolíferas.
La construcción de grandes embalses para producir
energía hidroeléctrica supone el desplazamiento
de los habitantes de la zona, así como variaciones
en el régimen natural de los cursos fluviales. Como
consecuencia extensas áreas pueden verse afectadas,
viéndose sumergidos por las aguas ecosistemas enteros
y zonas de cultivo. El ejemplo más evidente de ello
en los últimos tiempos es el de la presa de las Tres
Gargantas, en China. Es el mayor proyecto realizado hasta
la fecha con fines energéticos y su construcción
ha implicado el desplazamiento de más de 1 millón
de personas y de más de 140 núcleos urbanos.
Los científicos cree que la acumulación de
cienos y sedimentos, interrumpida por la gigantesca presa,
puede generar graves problemas que afecten a la vida útil
del mismo e incluso a la navegabilidad del Yangtzé.
Para evitarlo se han tomado medidas que faciliten su salida
por medio de una serie de agujeros en la parte inferior de
la presa y que además permitan mantener el caudal ecológico.
Por otro lado, existe el temor, más que fundado,
de que al represarse las aguas aumente la concentración
de contaminantes en el río, ya de por sí elevada.
Así mismo el proyecto amenaza gravemente la supervivencia
de especies como el esturión chino, auténtico
fósil viviente, que vería reducidas sus áreas
de desove y al escasísimo delfín chino (Lipotes
Vexillifer) del que se cree que pueden quedar unas decenas
de individuos. Para terminar el proyecto inundará importantes
monumentos y yacimientos históricos.
El gobierno chino argumenta que la presa producirá
a partir de 2009 el 10% de la energía consumida en
el país, con un potencial de 17680 MW, y evitará
quemar 50 millones de toneladas de carbón al año
reduciendo así de manera importante las emisiones de
CO2 y de óxidos de azufre
y nitrógeno. Además impedirá inundaciones
catastróficas, muy graves en el pasado, protegiendo
a una población de 15 millones.
Los parques eólicos y los tendidos eléctricos
pueden causar, sin las medidas correctoras adecuadas, un importante
impacto sobre las aves, produciendo una elevada mortalidad
de algunas especies de gran envergadura como águilas
perdiceras, imperiales, milanos, cigüeñas, etc.
Se calcula por parte de la Sociedad
Española de Ornitología que son 25.000
las aves muertas anualmente en los tendidos eléctricos
en España. Las muertes se producen sobre todo por electrocución
al posarse las aves en torretas de diseño peligroso
y entrar en contacto con los cables. También, en menor
medida, por el choque con los cables o las palas de los rotores
de los aerogeneradores. Ya existen algunos proyectos que han
permitido reducir en gran medida la mortalidad de especies
protegidas allí donde se han puesto en práctica,
pero aun siguen sin generalizarse en los tendidos más
antiguos y más peligrosos. Por último este tipo
de instalaciones son también responsables de importantes
modificaciones en el paisaje.
Los problemas de deforestación asociados con la explotación
de la biomasa se producen cuando se sobrepasa la capacidad
del bosque de regenerarse. Esto ha sucedido muchas veces en
el pasado. No tenemos más que contemplar el estado
de muchos de nuestros montes, afectados por años de
explotación abusiva, sometidos a una fuerte presión
para extraer leña y fabricar carbón vegetal.
Este problema se ha reducido extraordinariamente en los países
desarrollados, donde se practica en general, una explotación
del bosque basada en criterios racionales. Sin embargo subsiste
todavía en muchos países del Tercer Mundo, donde
la biomasa es con frecuencia el único recurso disponible
para la mayor parte de la población.
En último lugar se encuentra la invasión de
espacios naturales, sobre todo para crear instalaciones petrolíferas.
Existen múltiples ejemplos en los últimos tiempos,
en la Amazonía ecuatoriana, el Golfo de Guinea, etc.
Pero el de más actualidad, sin duda, es el de la pretensión
del gobierno de los EE.UU. de abrir a las explotaciones petrolíferas
amplias extensiones de la Reserva Ártica, creada en
los años 50 en Alaska y que atesora una valiosísima
fauna ártica. Los efectos en estos casos no se limitan
a los de las propias instalaciones, sino a la creación
de oleoductos, carreteras, etc. que terminan por hacer imposible
la supervivencia de la fauna salvaje.
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2. Impacto socioecon?ico
de la energía.
El funcionamiento de la economía mundial se basa en
el consumo de energía. Sin ella sería
imposible extraer las materias primas necesarias, ni hacer
funcionar el sistema productivo para generar los bienes y
servicios que la sociedad necesita, tampoco su transporte
ni el de las personas. Gracias a disponer de un suministro
adecuado y suficiente de energía las sociedades desarrolladas
disfrutan de un elevado nivel de bienestar.
En principio parece evidente establecer una correlación
entre consumo energético y nivel de vida: los países
más ricos, fuertemente industrializados y urbanizados,
con importantes sistemas de transporte y una fuerte mecanización,
consumen cantidades muy superiores de energía per cápita,
mientras que los más pobres con economías a
veces de mera subsistencia se limitan a actividades primarias
y artesanales y tienen un escaso desarrollo industrial, lo
que se traduce en un bajo consumo energético. Igualmente
en los países ricos se disfruta de múltiples
comodidades en los hogares gracias a disponer de multitud
de electrodomésticos que utilizan importantes cantidades
de energía, mientras en muchos países pobres
millones de personas carecen de acceso a servicicios básicos
como el agua, la electricidad, el teléfono, etc. Estas
diferencias se ilustran en el siguiente cuadro.
TABLA
1
Consumo de Energía Comercial Primaria en el MundoEvolución
por Áreas (Mtep)
Área geográfica
/año |
1987 |
1990 |
1996 |
1997 |
Cuota Total % |
América del Norte(*) |
2.095 |
2.231 |
2.471 |
2.490 |
29,3 |
América del Sur
y Central |
253 |
270 |
341 |
357 |
4,2 |
Europa |
1.738 |
1.739 |
1.787 |
1.782 |
20,9 |
Antigua Unión Soviética |
1.353 |
1.397 |
923 |
891 |
10,5 |
Oriente Medio |
226 |
253 |
340 |
352 |
4,1 |
África |
191 |
212 |
249 |
258 |
3,1 |
Asia y Oceanía |
1.493 |
1.746 |
2.307 |
2.376 |
27,9 |
Total Mundo |
7.352 |
7.850 |
8.421 |
8.509 |
100 |
Países OCDE |
4.202 |
4.437 |
4.917 |
4.950 |
58,2 |
Unión
Europea (15) |
1.266 |
1.308 |
1.395 |
1.389 |
16,3 |
(*) Incluye Méjico
Fuente: Foro Nuclear, “Energía 1999”
Sin embargo cabe hacer una matización a la afirmación
anterior ya que un consumo elevado puede también ser
debido a una falta de eficiencia, cuando no al simple derroche
de recursos. De este modo es perfectamente posible obtener
cuotas de bienestar idénticas o superiores con un consumo
de energía inferior, gracias a las mejoras en el ahorro
y la eficiencia energética, que se producen por los
avances tecnológicos y las variaciones en los hábitos
sociales. De hecho el desarrollo de políticas que estimulen
la eficiencia energética se ha convertido en un impulsor
del I+D+I (Investigación + Desarrollo + Innovación),
que puede traducirse en importantes ventajas competitivas
para las empresas y los estados.
Si nos centramos en la evolución del consumo mundial
de energía primaria desde el término de la 2ª
Guerra mundial, podemos observar como hasta la década
de los 70 se produjo un incremento sostenido, satisfecho gracias
a aumentos correlativos en la producción energética.
Además en este periodo el papel del petróleo
fue creciendo en importancia hasta hacerse dominante: en 1971
el petróleo suponía un 49% del total frente
a sólo un 29% del carbón. El escenario era entonces
el de un fuerte crecimiento económico sostenido por
un consumo creciente de petróleo que se suministraba
a precios bajos.
Este escenario de precios energéticos bajos tuvo su
final con la crisis energética de 1973. Una crisis
energética se define como un desajuste temporal entre
la oferta y la demanda de energía, lo que genera un
inevitable incremento de su precio. Esta crisis tuvo como
causa inmediata la decisión de la OPEP, organización
que agrupa a una parte fundamental de los países productores
de petróleo, de quintuplicar los precios del petróleo
en bruto, que pas? de 2 a 10 $.
Como consecuencia de la fuerte subida de los precios del
crudo, los países más industrializados, importadores
netos, sufrieron una fuerte disminución en
el crecimiento económico, un aumento del desempleo
y un alza de la inflación que alcanzó tasas
de dos dígitos. Igualmente, como consecuencia del encarecimiento
de los productos energéticos se produjo en ellos un
deterioro en la balanza de pagos con el exterior. Por otro
lado los países menos desarrollados, no tardaron en
experimentar también las consecuencias, por la contracción
que sufrió el comercio internacional y sufrieron un
fuerte empobrecimiento y endeudamiento, al tiempo que los
países exportadores de petróleo aumentaron de
forma muy importante sus ingresos, obteniendo cuantiosos superávits
en su balanza de pagos.
La consecuencia más inmediata de la crisis energética
en las políticas de los países industrializados
fue la toma de conciencia de los gobiernos de la vulnerabilidad
de sus economías, excesivamente dependientes del petróleo.
Hay que tener en cuenta que las dos terceras partes de las
reservas existentes se localizan en Oriente Medio, una de
las áreas más calientes del planeta en términos
geopolíticos. Todo ello supuso un acicate para el desarrollo
de nuevas políticas más favorables, al menos
en teoría, al ahorro, el aumento de la eficiencia energética
y la diversificación de las fuentes de abastecimiento,
con el fin de reducir la dependencia.
En 1979 la Revolución Islámica en Irán
supuso la llegada de un régimen político hostil
a Occidente y la desaparición del mercado mundial de
4 millones de barriles diarios. Ello trajo consigo el alza
de los precios hasta los 40 $ por barril. Con la disminución
del precio del petróleo que se produjo a mediados de
los 80, gracias a la producción de otras ?eas como
México, Alaska y el Mar del Norte, el consumo de petróleo
volvió a una senda de crecimiento pero con tasas más
moderadas. Por áreas, se aprecia en este periodo una
relativa estabilidad en Europa, frente a un fuerte desplome
en los países integrantes de la ex Unión Soviética
tras la caída del muro y un fuerte crecimiento en los
países de Asia y el Pacífico.
Los sucesivos conflictos que se han ido produciendo en el
segundo tercio del siglo XX en Oriente Medio (Guerra del Yom Kippur,
Revolución Iraní e invasión de Kuwait)
han tenido su correspondencia en un incremento paralelo de los precios
del barril de crudo. Sin embargo los efectos de estos acontecimientos
han sido m? moderados en intensidad y duración
comparados con el alza sostenida que se viene experimentando
en los últimos tiempos. En la actualidad el precio del barril
ya supera los 70 $.
Evoluci? del precio del barril en $.Fuente:
Wenceslao Mart?ez del Olmo.
Las fuertes subidas registradas se atribuyen a diferentes causas, algunas
de ellas coyunturales como la escalada bélica
sufrida en Irak o las revoluciones árabes de los últimos tiempos. Sin embargo no es posible obviar el importante
papel que puede jugar a medio y largo plazo el aumento de
la demanda en las economías emergentes de Asia, China
e India fundamentalmente. Estos países, que no hay que olvidar, suman una tercera
parte de los habitantes del globo, están experimentando
un fuerte desarrollo en todos los aspectos, que afortunadamente
les está llevando a dejar atrás la pobreza en
que se encontraban. Lógicamente este desarrollo lleva
aparejado el que fracciones cada vez mayores de su población
accedan a comodidades que aquí son frecuentes, pero
que allí no están en absoluto generalizadas,
tales como el uso de vehículos particulares o algo tan elemental
como la electricidad doméstica. Todo ello hace suponer,
con todo fundamento un incremento de las demandas energéticas
aun mayor en el futuro. Éstas generarán, sin
duda, nuevas tensiones en el mercado.
A pesar de que las reservas de petróleo crecieron
en los últimos 25 años del siglo XX de 90.000
millones de toneladas a 140.000 (BP Statistical Review) y
que se han producido grandes avances en las técnicas
de exploración y producción de hidrocarburos,
muchos expertos albergan serias dudas sobre la posibilidad
de que se pueda satisfacer en los próximos años
las nuevas demandas a precios accesibles.
De hecho en los a?s 50, un ge?ogo norteamericano llamado
M. King Hubbert predijo, bas?dose en las estad?ticas, que
la producci? petrol?era en los EE.UU. alcanzaría un punto
m?imo en los 70 para empezar a decaer inflexiblemente a partir
de entonces. El tiempo le dio la razón. Las causas
de su acierto radican, de manera sucinta, en que el ritmo
al que crece la explotaci? de los yacimientos para cubrir
la demanda creciente es superior a aquel en que lo hace la
exploraci? y descubrimiento de nuevas reservas. Para terminar
de complicar el panorama, hay que a?dir las incertidumbres
que genera el hecho de que las 2/3 partes de las reservas
mundiales de petróleo se encuentran concentradas en
Oriente Medio, escenario de frecuentes conflictos internacionales
y de tensiones bélicas constantes.
En el caso del gas natural y del carbón la situación
es algo mejor, con reservas estimadas de 150 billones de metros
cúbicos del primero y suficientes para satisfacer la
demanda actual del segundo durante 200 años. Adem?
est? m? repartidas por el planeta.
Esta situaci?, de agotamiento de las reservas, lleva a muchos
expertos a pronosticar que el modelo energético actual
basado en el consumo de combustibles fósiles va a entrar en una
fuerte crisis en un horizonte nada lejano, cuando la demanda
sobrepase a las posibilidades de la oferta. A ello que hay que añadir los gravísimos problemas tratados en puntos anteriores relacionados con el calentamiento global.
En cualquier caso las implicaciones econ?icas y geopol?icas
que se derivar? del fin de este ciclo basado en el petr?eo,
especialmente cuando empiece a visualizarse con claridad el
final, son hoy por hoy una inc?nita.
Para saber más: Art?ulo
del especialista de Repsol YPF Wenceslao Martínez del
Olmo, en Madrid+D
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3. Bibliografía
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para la educación ambiental. Madrid: MOPT, 1990. 209
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Última actualización:
31/03/16
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