LAS SAGAS NÓRDICAS

Una Saga no es más que la narración de una sucesión de diferentes relatos, por lo general épicos, que tienen un tema en común. Pero cuando hablamos de sagas medievales, normalmente, nos vienen a la cabeza dos: las sagas célticas y las sagas normandas o vikingas. Cada una de ellas tuvo a sus poetas/relatores, bardos para los celtas, escaldos para los vikingos. En este artículo sólo trataremos las sagas nórdicas.

Las sagas nórdicas son relatos épicos de los héroes vikingos. Por lo general datan hechos acaecidos en su época dorada, siglos IX-XI (aunque a veces se llegue hasta fines del XII). Las sagas, probablemente cantadas desde el siglo IX, no pasarán a tener forma escrita hasta finales del siglo XII, manteniéndose, al menos en Islandia, hasta el siglo XIV. Bien es cierto que Snorri Sturlson será una de sus principales recopiladores cultivando, además, el género cronístico, más al estilo de lo que se hacía en la Europa de más al sur.

EL idioma que hablaban todos los vikingos era el antiguo nórdico, una lengua más o menos común a las gentes de Noruega, Dinamarca, Suecia e Islandia; si bien es verdad que había claras diferencias entre el antiguo nórdico del este (Suecia, Dinamarca) y del Oeste (Noruega, Islandia y luego Groenlandia)

Hasta el año 1000 la poesía y hechos heroicos vikingos eran cantados por los thulir, especie de recitadores anónimos y errantes, que pasarían a ser sustituidos por los escaldos, con una formación ‘más académica’ (en cuanto se cuidan más las formas) a partir de mediados del siglo XI. Las principales obras poéticas vikingas se recogen en dos obras: La Edda Mayor (s. XI-XII, Islandia) y la Edda Menor (s. XIII)

Por lo general, las sagas se engloban dentro de dos grandes grupos o historias: las sagas de los islandeses (o sagas de familia) y las sagas de los Reyes. Otros autores distinguen otras tres ramas más o menos separadas: la Sturlanga Saga (narración de los hechos de la principal familia islandesa-noruega Sturlung, s. XII), las Biskupasögur, o saga de los Obispos (más bien crónicas) y las Riddarosögur, o sagas de los caballeros, las más tardías en comparación y que, por un lado, recogen las antiguas tradiciones de los héroes paganos y, por otro, son equiparables, si no imitaciones, a las obras de caballería europeas.

No es misión de este artículo hablar de la historia de los vikingos, a ello le dedicaremos otra serie de trabajos, pero es evidente que las sagas están muy relacionadas con su historia. Nos narran sus principales campañas de expansión y son una fuente casi de primera mano, con una fiabilidad discutible debido a la tardanza con la que se ponen por escrito, de cómo era la vida de esos victoriosos vikingos.

Por otro lado hay que tener en cuenta que cuando se escriben, fines del siglo XII, todos los vikingos son, oficialmente cristianos, por lo que algunas veces es difícil de comprender exactamente qué significaban algunos pasajes de sus obras, transmitidas de padres a hijos. Fue de hecho con las cruzadas (desde 1095) cuando estos pueblos van a pasar a integrarse en el conjunto de la Christianitas, aunque no será hasta el siglo XIII cuando sus relaciones se normalicen. De hecho, algunas de sus participaciones ‘cruzadas’ de principios del siglo XII no se distinguían demasiado de sus antiguas correrías como vikingos paganos, como se puede ver en la saga de las islas de las Orcadas (uno de sus reinos insulares independientes al norte de Escocia) donde, entre otras cosas, se narra uno de sus pasos por la península ibérica.

Obras para leer:

‘La saga de los groenlandeses. La saga de Eirik el Rojo’. Siruela, Madrid, 1984.

‘Saga de los Volsungos’. Gredos. Clásicos medievales. Madrid, 1998.

‘Saga de las Islas Orcadas’. Minotauro, Barcelona, 1999.

Snorri Sturlson, ‘Saga de Egil Skalla’. Edición nacional. Madrid, 1984.

 

La página sobre el medioevo de Ana y José Manuel