LOS ELCHES EN LA GUARDIA DE JUAN II Y ENRIQUE IV DE CASTILLA

Ana Echevarria Arsuaga
Universidad de Edimburgo
Actas del VII Congreso Internacional de Mudejarismo
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guardia mora

Texto
Resumen

  El estudio de la guardia morisca de Juan II y Enrique IV de Castilla se sitúa en un contexto muy característico de las relaciones cristiano-musulmanas, entre 1410 y 1475. Con el acceso al trono de los Reyes Católicos, la "mentalidad de sitio", como la bautizó Henri Terrase , tendería a intensificarse y produciría nuevos fenómenos contrarios a la aculturación en las decadas finales del siglo XV.

    El sistema de guerra intermitente en la frontera se combinaba con la lucha de linajes en el interior del reino de Granada. En medio de la batalla entre los legitimistas y los Abencerrajes, el rey Enrique IV decidió empezar sus campañas nada más acceder al trono, y desencadenó la ofensiva en 1455. Su preferencia por la política de pactos y de guerra económica no fue muy apreciada por los miembros de la nobleza y el clero, e incluso sus colaboradores Lucas de Iranzo y el adelantado Fajardo se opusieron a ella abiertamente. Aún así, el Prof. Suárez Fernández consideró que los avances conseguidos durante el reinado de Enrique fueron proporcionalmente superiores a todos los obtenidos en los últimos diez años del reinado de su padre. Castilla había recuperado la iniciativa en las expediciones militares, y se habían ganado posiciones estratégicas como Gibraltar.

    La vida, así como las instituciones de la frontera han sido ampliamente estudiadas por conocidos medievalistas, y no es nuestra intención referirnos a ellas en esta comunicación más que de pasada. Nos centraremos fundamentalmente en la documentación que se conserva en el fondo de Quitaciones de Corte del Archivo de Simancas, que a pesar de ser citada por algunos autores para otros temas , ha sido descuidada en cuanto a la presencia de musulmanes en ella. Bajo la denominación común de "raciones moriscas" existen una centena de documentos relativos a los pagos realizados a los caballeros de la guardia personal de los reyes Juan II (1406-1454) y Enrique IV (1454-1475) de Castilla. Se dividen en asientos de raciones, pagadas en maravedíes y varas de tela, y libranzas de las mismas entre los años 1455 y 1464.

    Las razones por las que la documentación es de especial interes en un simposio dedicado al trabajo de los mudejares coinciden con las señaladas por los ponentes. En primer lugar, se trata de un fondo poco estudiado, que ofrece la particularidad de referirse a un oficio o profesión de elite, al contrario que el resto de las ocupaciones tradicionales de los mudejares. No se trata de documentación local, sino referente a individuos procedentes de toda la línea de la frontera granadina, junto a familias ya asentadas en otras ciudades castellanas. Por otra parte, su actividad se desarrolla en un ámbito de intercambio y convivencia casi continuas con cristianos, al acompañar al rey y a la corte en todos sus desplazamientos. Y es el hecho de su religión el que es determinante a la hora de garantizarles el estatus que poseen, como iremos viendo más adelante.

    La existencia de la guardia morisca está directamente relacionada con la de una guardia similar de cristianos en los reinos árabes tanto de la Península como del Magreb. De hecho, esas guardias cristianas son más antiguas, pudiendo remontarse a los tiempos del califato. A finales del siglo XIV se menciona una guardia de este tipo en la corte nazarí, según Ibn Jaldun e Ibn al-Jatib. Por otra parte, la crónica del reinado de Juan I incluye noticias sobre unos caballeros farfanes procedentes de Marruecos que solicitaban el permiso real para instalarse en la ciudad de Sevilla, volviendo al culto cristiano. Ellos y sus familias se instalaron efectivamente en la ciudad, donde fundaron varias capillas, como la de San Martín.

    El apogeo de la guardia castellana llegó, sin embargo, con las luchas de linajes del siglo XV dentro del reino de Granada, que obligaron a muchos miembros de los diferentes bandos a buscar refugio en el entorno del rey de Castilla, donde sus privilegios les eran respetados. Por otra parte, los difíciles años de mitad de siglo para la corona castellana crearon un clima de desconfianza en torno a la figura del rey. Estos musulmanes, que eran encumbrados por el mismo monarca (o por Alvaro de Luna, en el caso de Juan II) y no poseían otras lealtades, se convirtieron en los guardias más apropiados de la persona real, aunque tambien levantaran críticas entre varios sectores de la población.

    Este sentimiento estaba justificado en parte por la circunstancia de que los reyes confiaban precisamente e esta guardia personal la ejecución de las faenas más sucias. El ejemplo más característico sería el intento de asesinato del señor de Pedraza a manos de un guardia morisco por orden de Enrique IV, en 1459. La otra razón para el rechazo por parte de la población era que muchos de los miembros de la guardia habían sido cristianos en un momento dado, o eran hijos de renegados, y su re-conversión al cristianismo despertaba recelos en una epoca en que la victoria sobre Granada dependía en gran parte de informaciones procedentes de la frontera. Además, a veces el mismo hecho de convertirse al cristianismo era una fuente de rentas, sobre todo a partir de las disputas teológicas y primeras conversiones que propició la toma de Antequera en 1410. De cualquier forma, no hubo reacciones generalizadas hasta 1465.

    Uno de los puntos más interesantes del estudio de la "guardia morisca" es la determinación de su religión y grado de "mudejarismo", valga la expresión. Si aceptamos la definición tradicional de "mudejar" como musulmán que vive bajo dominio cristiano, en primer lugar hay que estudiar hasta qué punto era condición indispensable para formar parte de la guardia el que la persona en cuestión fuera musulmana o cristiana.

    El termino "elche", que da título a la comunicación,  es un arabismo  que alteró su significado al quedar incorporado al español. En árabe, la palabra "`ildj-`uludj" se aplicaba "al bárbaro no árabe, que no era musulmán", con unos rasgos peyorativos inherentes . Su primera aparición en un documento castellano fue en una tregua con el reino de Granada en 1310, aunque el contexto es un poco irregular, y no vuelve a aparecer de nuevo hasta el siglo XIV, y sobre todo en el XV, ya con el significado transformado. Progresivamente el contenido de elche como "hijo de renegado" se ampliaría en la concepción cristiana a todos los moriscos, hasta considerar que todos ellos eran apóstatas y renegados porque habían recibido el bautismo.

    Las palabras "elche" y musulmán son dos terminos complementarios, y aparecen asociados tanto en la poesía de cancioneros del XV como en la cronística, por ejemplo en la Crónica del Halconero, o en la Crónica de Juan II, donde ya ha pasado a significar "renegado cristiano" o "hijo o descendiente de un renegado cristiano". Varios autores consideran que a finales de siglo, la palabra se utilizaba para cualquiera que cambiase de religión, al Islam o al Cristianismo. No ocurre lo mismo con las fuentes árabes, en las que "`ildj" sigue designando a extranjeros no musulmanes, pero no para los renegados . La acepción que adoptaremos a partir de ahora será la ya explicada de mediados del siglo XV.

    Los orígenes de la apostasía-conversión pueden remontarse a los primeros tiempos de la colonización musulmana en la Península, y tenía una dimensión profundamente social , que se difuminó progresivamente según andalusíes y castellanos fueron asimilando sus influencias mutuas. El retorno a posiciones más radicales en epoca Nasri no significó la anulación de estas asimilaciones previas. La definición de Bulliet de una "conversión social" se ajusta perfectamente al caso peninsular: se trata de una conversión que implica un movimiento de una comunidad social definida a otra, tratándose más de una acción individual que comunal. Esto implicaría una sociedad en la que la identidad social se definiría en terminos religiosos, como opuestos a los nacionales o tribales.

    Dentro de este esquema cabe encontrar dos tipos de conversos: los llamados "extáticos", que no encuentran satisfechas sus inquietudes religiosas dentro de su religión y, despues de convertidos, tienden a convertirse en autenticos extremistas, y los "no-extáticos", que están más o menos satisfechos con su vida religiosa y se convierten por motivos mucho más mundanos. Estos son más numerosos y más comunes en el contexto que nos interesa. En este caso, se suele encontrar más satisfactoria la vida religiosa en la nueva religión según se conforme más con la antigua. Con el tiempo, llega a producirse una verdadera simbiosis, como es el caso en la Península Iberica. Los intentos de los líderes religiosos de ambas partes por mantener la doctrina básica sin asimilaciones de la otra fe es uno de los rasgos más característicos de nuestra Edad Media.

    Dos estructuras favorecían particularmente la fusión: el sistema de rehenes y la estructura familiar. A ello hemos de añadir las luchas entre linajes y el intento de sustraerse a medidas discriminatorias como la reclusión en morerías o el alejamiento de cargos públicos, y el deseo de escapar al castigo decretado por la legislación castellana desde tiempos de Alfonso X, en que la apostasía del cristianismo estaba castigada con la muerte , según aparece en el Fuero Real. Según las Siete Partidas , la única posibilidad de reconciliación consistía en lo siguiente:

     "Acontecer podría que algunos de los que renegassen la fe catholica, e se tornassen moros se trabajarian de fazer algund granado servicio a los christianos, que se tornaria agrand provecho de la tierra; e porque los que se trabajassen de facer tal bien como este sobredicho non finquen sin gualardon tenemos por bien, e mandamos que les sea perdonada e quita la pena de muerte, que diximos en la quarta ley ante desta que devian rescebir, por razon del yerro que fiziessen. Ca assaz daria a entender el que tal cosa fiziesse que amava a los christianos e que se tornaria a la fe catholica silo non dexasse por verguença, o por afruenta de sus parientes, o de sus amigos. E por ende mandamos e queremos que le sea perdonada la vida, maguer finque moro. E si despues que oviesse fecho tal servicio a los christianos como sobredicho es, se arrepintiesse de su yerro, e tornasse a la fe catholica, mandamos e tenemos por bien que sea otrosi perdonada la pena del enfamamiento, e non pierda sus bienes, e que ninguno non sea osado dende en adelante de gelo retraer, nin de le empecer en ninguna manera, e que haya todas las honrras, e que use de todas las cosas que los christianos han e usan comunalmente, bien assi como si nunca oviesse renegado de la fe catholica."
 
 

    ¿Cómo averiguar el estatus religioso de los miembros de la guardia real?¿Y hasta qué punto la guardia fue utilizada como forma de asimilación religiosa y por tanto social dentro del estrato social más elevado? Los documentos se refieren atres generaciones de caballeros. La mayor parte de los citados entre los años 1410 y 1420 tienen todavía nombres árabes, y se especifica que su servicio fue breve, puesto que al cabo de unos pocos años, con o sin el permiso real, abandonaban la guardia para volver al reino de Granada. Es posible que esta situación esté relacionada con las luchas internas de la corte nazarí.

    El segundo grupo, alrededor de 1440, han cambiado ya sus nombres por los castellanos, por tanto habían sido bautizados. Los más comunes eran Juan, Fernando, Pedro, Diego y Alonso, que pueden denotar la existencia de padrinos reales o nobles. Detrás de ellos se sigue manteniendo el topónimo de procedencia o la filiación al estilo árabe. En varios casos se especifica el anterior nombre árabe.

    Lo mismo ocurre con la tercera generación de caballeros entre 1450 y 1460. Es imposible saber si el bautismo era un requisito exigido por el rey para la pertenencia a la guardia, al menos por ahora, aunque parece que podría ser lógico dadas las circunstancias. La guardia pudo ser utilizada como puerta abierta para aquellos renegados que desearan volver a Castilla por cualquier razón (seguramente por ver aproximarse la línea de frontera que en muchos casos les había hecho apostatar con anterioridad). Así, no tendrían necesidad de enfrentarse con la oposición eclesiástica o la reclusión en morerías que no eran su medio natural de vida. A la vez, el rey podía hacer uso de un contingente de caballería ya entrenado, con pocos gastos relativamente, más leales y con un buen conocimiento del ejército rival.

    Existen pocas referencias sobre el número de guardias, que probablemente variaría constantemente debido a la muerte en batalla, el retorno al reino de Granada, etc. El número que mencionan los documentos ronda la centena, como ya se ha dicho, pero por ejemplo la Crónica del Halconero hable de quinientos junto a Juan II en Córdoba , y Phillippe de Commynes de unos trescientos presentes en la entrevista entre Enrique IV y Luis XI de Francia en la frontera vasca en 1463.  La impresión desfavorable que causó la guardia en Commynes, así como en otros contemporáneos como Rozmital o Ehingen se explica por la presencia de soldados de color, descendientes de la mezcla racial con los bereberes corteafricanos, y la forma de vestir del rey y su corte. El mismo historiador Alonso de Palencia explicaba, escandalizado:

 "Ibase extendiendo de día en día la ignominia, y cada falta producía innumerables errores: la osadía vino al cabo a considerarse fortaleza; aumentóse el sequito de moros: sus trajes alcanzaron tal aceptación que al rey era mas grato el que mejor los imitaba; los caballos berberíes o granadinos, como mas aptos para las justas, aunque menos útiles para los combates formales, se preferían a los nuestros, de mayor talla y resistencia."
 

    Para terminar con este breve repaso a la documentación, me referiré a otros tres factores que pueden ser estudiados a través de ella: el origen de los caballeros, sus familias y la variedad de profesiones que se detallan dentro de las "raciones moriscas". Los lugares de origen de la mayor parte de los caballeros elches son los castillos de frontera tomados en los años precios - de ahí mi convicción de que la conversión es un fenómeno más de la vida de frontera en la Península Ibérica. Por ejemplo, hay un Juan de Antequera, y su hijo Diego: la ciudad fue tomada como es bien sabido en 1410; un Juan de Ximena, castillo que cambió de manos repetidas veces hasta 1438; un Juan de Tarifa y sus hijos, castillo que fue capturado en 1438; Gabriel y Pedro de Baeza, en manos cristianas desde 1407, etc. Otros procedían directamente de Granada o Málaga, Córdoba y Aguilar. El resto debía proceder de las comunidades mudéjares de ciudades como Valladolid, Madrid, Segovia,..., o adoptar el nombre al establecerse en el reino de Castilla.

    En cuanto a las profesiones, la más común es la de caballero, pero también se mencionan, relacionados con la corte, un solador, un almocadén, dos maestros de obras de los alcázares, un ingeniero, dos tamborileros, dos traductores y un secretario de árabe que era a la vez físico, el maestro Martín de Lucena.

    Por otra parte, la división familiar de las profesiones y la transmisión hereditaria de las raciones son fáciles de seguir, ya que todos los documentos especifican el nombre del padre o predecesor en el cargo. Sirvan como ejemplo los siguientes árboles:
1. Juan Ramires
Ramiro de Avila   Fernando de Alcalá   García de Alcalá
(1431)                (1438)                  (1442)
 

2. Juan Ramires de Aguilar
llamado Hamede el Cabrí
Pedro de Aguilar (1450-51)      Alfonso de Aguilar (1454)
 

3. Benito de Granada

Benito Gomes,atabalero        Johan Gomes, caballero
(1439;1447)                      (1439;1460-63)

Pedro de Córdoba (1443)     Fernando de Córdoba (1443)
 

     Aunque es difícil encontrar a los mismos personajes en las crónicas y en la documentación, hasta ahora hay por lo menos una persona que aparece en ambas fuentes: Juan lópez de Marruecos, registrado en 1457 como secretario de Enrique IV y su regidor en Jaén. Se le pagaron 8400 maravedís por ese puesto en 1457 y 1459.  Más adelante aparece como adalid de D. Miguel Lucas de Iranzo, negociando treguas para él.  También es mencionado por Diego de Valera  cuando, a la muerte del Condestable en 1473, la población de Jaén se levantó contra los judíos de la ciudad, y finalmente se dirigieron a un lugar llamado Torre del Campo, matando al castellano y a su familia, que resultaron ser la del mismo Juan de Marruecos.

    La reacción contra la presencia de la "guardia morisca" en la corte en este caso sí se hizo esperar, pero llegó. A pesar de que existen datos de la mayor abundancia de caballeros durante la época de Juan II, fue durante el reinado de su hijo Enrique IV, concretamente entre 1464-65, cuando la liga de nobles que amenazaba con comenzar una guerra civil puso el tema sobre el tablero. La sentencia de Medina del Campo recoge las peticiones de los nobles castellanos respecto a la guardia personal, que debía ser disuelta. Las acusaciones de islamofilia dirigidas contra el rey debían más bien ir destinadas a combatir a su guardia. En efecto, ya Juan II había recurrido a ésta cuando su primo Juan de Navarra le tuvo confinado, y hay varios documentos que muestran que el rey recompensaba a los siervos musulmanes de sus íntimos Alvaro de Luna y Alonso Pérez de Vivero.  A pesar de que por regla general los caballeros fueron fieles al rey, también existen pruebas de algunas excepciones. Enrique IV continuó apoyándose en la guardia creada por su padre, y el hecho de que en 1464 el país estuviera al borde de la guerra civil probablemente hizo que sus adversarios quisieran privarle de su mejor apoyo. De hecho, a partir de ese año no existe ninguna libranza de raciones a los caballeros de la "guardia morisca".

    Existen otros muchos aspectos por estudiar en estos documentos, como los salarios y su pago en efectivo según las circunstancias de cada año, pero esto se dejará para una publicación más amplia que contendrá también la transcripción de los documentos y un estudio exhaustivo de los mismos. Por el momento, espero que este esbozo de información les haya interesado.


Resumen: LOS ELCHES EN LA GUARDIA DE JUAN II Y ENRIQUE IV DE CASTILLA

Ana Echevarria Arsuaga
Universidad de Edimburgo

 La existencia de "caballeros moriscos" en las guardias personales de Juan II y Enrique IV de Castilla es bien conocida por todos aquellos familiarizados con el período. Dicho contingente fue utilizado por los redactores de la Sentencia de Medina del Campo para justificar su alzamiento contra un rey filoislámico que no satisfacía sus ambiciones de lucha contra Granada.

 Esta comunicación tiene como objeto, utilizando los fondos de la sección de Quitaciones de Corte del Archivo de Simancas y crónicas contemporáneas, explicar los orígenes y composición de la llamada "guardia morisca"; su utilización por parte del monarca, su verdadera situación respecto a la corte castellana, y su disolución a partir de 1465.

 Paradójicamente, muchos de los miembros de dicha guardia personal no eran ya musulmanes sino cristianos. Intentaremos también aproximarnos al mecanismo de conversión como asimilación de antiguos cristianos. Debido a que estos habitaban en la zona de frontera, se vieron obligados a cambiar de religión según oscilaba la línea fronteriza, y dieron origen a un curioso fenómeno de aculturación que puede seguirse a través de las fuentes escritas de la época.

 Finalmente, también demostraremos cómo las luchas de linajes de la Granada del siglo XV se reflejan en las listas de caballeros de la guardia real, manteniéndose el mismo esquema familiar que había predominado en las relaciones del reino nazarí.
 
 

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