La Edad Media y el cine:

por Norberto Aguirre.

Asterión XXI Numero 5 (2002) y 6 (2003). Revista cultural (//asterionxxi.com.ar)

 

1 Una visión sobre el Estado y la sociedad

La división de la historia del mundo en "edades" fue una pretensión que hunde sus raíces en los inicios de la denominada civilización occidental. Ya los griegos por intermedio de poetas, literatos, filósofos e historiadores dividían la historia del género humano en edades. Pero no fue hasta el mal llamado renacimiento occidental que comenzó a institucionalizarse esta cesura entre distintas períodos históricos, los que se suponían relativamente homogéneos y distintos entre sí. Para los pensadores renacentistas la Edad Media implicaba un pasado reciente de "barbarie" del que había que diferenciarse, y que hacia las veces de nexo entre la fulgurante antigüedad clásica y los inicios de la modernidad.

Para el racionalismo y el iluminismo del siglo XVIII este período estuvo signado por el oscurantismo, a diferencias de las Luces que impregnaban esas décadas, y la superstición, afincada en las creencias religiosas. Con posterioridad, en el siglo siguiente, la corriente romántica, opuesta al racionalismo y al positivismo reinante, tendió a revalorizar esta época pero sin poner en duda su existencia. Recién hacia el siglo XX se comenzó a discutir la existencia se estas particiones, relativamente artificiales, de la historia de la humanidad. En este aspecto, con sus ventajas y desventajas, el estructuralismo desempeñó un papel fundamental. Sin embargo en la conciencia colectiva e incluso en las currículas universitarias esta estructura mantuvo su vigencia. En este contexto la Edad Media paso a agrupar una serie de hechos y procesos acaecidos en distintas regiones del mundo entre los años 395 – 1492-1516 definidos desde la perspectiva..... Occidental[1].

 

El cine, expresión clave del el siglo XX, desde el plano artístico e ideológico abordó innumerables procesos y personajes históricos. Y contribuyó a trasmitir determinadas visones, en algunos casos coincidentes, en otros antagónicas, sobre estos. Y la Edad Media no fue una excepción. A los efectos de los objetivos planteados en este artículo, ver como es presentado el período en cuestión desde el punto de vista histórico-político-social y económico, tomaré ciertos films que han abordado el mismo como Flesh and Blood (Conquista Sangrienta) del director oriundo de los Países bajos Paul Verhoeven, The Thirteen Warrior (El 13º Guerrero) de John Mc.Tiernan y L’ Armata Brancaleone (La Armada de Brancaleone) de Mario Monicelli .

 

Uno de los elementos que emerge con luz propia en todos estas cintas es el tema del Estado. Y si bien presentan importantes similitudes al momento de dar cuenta de la características del mismo también se pueden observar algunas especificidades propias de la cosmovisión que enmarca a cada autor. En Flesh and Blood la acción se ubica en Europa Occidental en al año de 1501[2], y muestra una sociedad en la que no existe aún un Estado Central, o como definirían algunos cientistas sociales un estructura estatal monista[3]. Lo que se puede apreciar es una dispersión del poder político en el que la nobleza terrateniente es dueña de parte sustancial del mismo. Los distintos nobles se enfrentan entre sí por sus posesiones y por sus ciudades, por lo general amuralladas; cuentan con ejércitos mercenarios, a los que luego de la contienda deben desarmar; son los administradores exclusivos de la justicia en sus territorios e intentan subordinar a los representantes eclesiásticos a sus designios. En ningún momento aparece un orden político que enmarque las acciones de estos personajes, que sea capaz de centralizar el poder sobre un territorio mas vasto, que pueda constituir con éxito un ejército que no dependa de las voluntades particulares y que administre una justicia basada en leyes que comprendan a todos los integrantes de ese reino, incluyendo a los nobles. En la sociedad que muestra Verhoeven no hay monopolio del ejercicio de la violencia sino que esta es utilizada para sus fines por una distintos actores sociales. Pero al mismo tiempo es un mundo en el que las disparidades económico- sociales son enormes lo que impacta de manera ineludible sobre las posibilidades de cada sector social de hacer uso de esa violencia física.

En el film de McTiernan, The Thirteen warrior[4], se puede observar claramente la falacia que implica hablar de Edad Media sin advertir que este es un fenómeno acotado a ciertas regiones de Europa Occidental y que aún dentro de esta podemos encontrar distintas Edades Medias. La obra esta centrada en el viaje de un embajador árabe que proviene de Bagdad, en los momentos de esplendor de esta cultura, a los misteriosos territorios del Norte habitados por los aún poco conocidos Vikingos. En la misma se muestran las grandes diferencias existentes a nivel de organización estatal entre el califato Abasí y otras zonas del Europa. En el primero hay un poder estatal centralizado, con un ejército único que depende del Estado; un gran desarrollo de ciudades y de caminos; un estructura jurídica que abarca a todo el reino. En contraste el "país de los vikingos" está estructurado en torno a clanes que ejercen la autoridad sobre sus territorios y en los que existe un tímido esbozo de organización política. A diferencia de las grandes y monumentales ciudades del Medio Oriente, con sus palacios, sus cúpulas, sus fuentes, sus calles y sus multitudes, en el territorio Vikingo nos enfrentamos con aldeas construidas en madera, levantadas sin ningún tipo de planificación previa (lo que exigiría cierto grado de centralización del poder a nivel regional), cuyos habitantes viven a un nivel de subsistencia, motivo por el que las expediciones de pillaje constituyen, junto a las actividades agrícolas, uno de los mecanismos básicos de subsistencia, y donde una aristocracia guerrera ocupa los principales lugares desde los que se ejerce el poder. A los ojos de Ahmed Ibn Fadhlan, el embajador árabe, este es un mundo "bárbaro" en comparación con el suyo; un mundo en el que la superstición y el temor a la naturaleza impregna gran parte de la vida social. Una vida social absolutamente alejada de las costumbres urbanas y cosmopolitas del califato abasí en el que se cultiva la ciencia, la arquitectura, la filosofía y la literatura y en el que la naturaleza aparece como externa al hombre que se empeña en subordinarla a su voluntad. Como podemos ver una visión alternativa a la de Verhoeven en la medida en que nos presenta dos modelos radicalmente distintos de sociedad en un mismo período de tiempo. Y alterando la visión histórica tradicional que occidente tiene de si mismo, y en un momento como el actual en el que esto adquiere singular validez, desplaza el eje "civilizatorio" hacia tierras islámicas, mostrando las grandes diferencias existentes entre ambos mundos. Será Ahmed quien ayude al clan vikingo, gracias a su escepticismo y su capacidad de observación de neto cuño experimental, a desenmascarar a los Wendols y mostrarlos como lo que son: simples seres humanos y no dioses surgidos de la Naturaleza.

Por su lado L’Armata Brancaleone del director italiano Mario Monicelli, más allá de su clara referencia a la Italia de los sesenta, nos presenta una Edad Media mas cercana a la que años después plantearía Verhoeven que a la nos muestra Mc.Tiernan. En la misma el poder político y económico esta feudalizado; distintos nobles, ciudades y sectores de la Iglesia se dicen depositarios del mismo y las guerras y los saqueos se suceden sin solución de continuidad. No se percibe una organización estatal centralizada y la pobreza es el signo que define a la mayor parte de esta sociedad. Las posibilidades de ascenso social son casi nulas – en esto se diferenciaría de Verhoeven – y las enfermedades infecto contagiosas impactan sobremanera en esta sociedad estamental y en el imaginario de la misma. La misma pobreza empuja a esta sociedad feudal de ciertas zonas de Europa Occidental hacia las Cruzadas, en las que se mezclan motivos económicos y religiosos, aspecto este que enmarca para el director toda la época.

Un ejemplo claro de la inexistencia de un Estado centralizado la podemos encontrar dentro de las obras aquí analizadas, en la imposibilidad de los poderes políticos existentes en garantizar el mantenimiento y seguridad de los caminos. En la película de Monicelli estos son meros espectros de lo que habían sido durante el Imperio Romano: sus trazas son, por tramos, difíciles de seguir, los puentes que aún existen se encuentran en un condición calamitosa y los saqueadores y los ejércitos se disputan las pocas o muchas pertenencias de los que transitan por ellos. Algo similar sucede en el film de Verhoeven en el que incluso los mismos nobles se ven expuestos a distinto tipo de ataques y saqueos en los caminos mientras que los pobres pueden ser víctimas de todo tipo de vejaciones. Finalmente en la cinta de McTiernan se muestran las dos caras del espejo. Por un lado en el territorio bajo control del califato Abassí los caminos son transitables y con un grado de seguridad garantizado por el Estado muy superior al de sus contemporáneos europeos; por otro en territorio vikingo, al cual nunca habían llegado las fuerzas de Roma, estos son prácticamente inexistentes, cumpliendo las vías fluviales y marítimas un rol mucho mas destacado que las terrestres.

Por otro lado tanto en el film del director de los Países Bajos como en la del italiano la base económica sobre la que se asientan estas sociedades es de base agraria. Unos pocos propietarios pertenecientes a la nobleza dominan enormes extensiones de tierras las que son trabajadas por siervos al tiempo que una cantidad de individuos de los estamentos inferiores, que no tienen acceso ni en condición de siervos a las tierra, vagan de un lugar a otro en busca de alimento y de vivienda. Los ejércitos mercenarios y las campañas militares aparecen así como uno de los únicos horizontes posibles para estos sectores que viven en un universo profundamente dicotómico y en el que la concentración de la poca riqueza existente es alarmante. Asimismo la tecnología es rudimentaria, con muy pocos cambios desde la época romana, aunque es importante señalar que en la cinta de Verhoeven, al estar ubicada en un período de cambio, comienzan a apreciarse ciertas modificaciones en este aspecto. Sin embargo la aplicación, muy limitada, de los mismos esta ligada mas que nada al campo militar que al productivo, lo que revela las características profundas de esta sociedad. A su vez McTiernan nos presenta dos sociedades heterogéneas; la abbasí asentada en el comercio y la agricultura, con un nivel de desarrollo tecnológico destacado, y la vikinga en la que el pillaje y actividades agrícolo- ganaderas muy rudimentarias son la base sobre las que se levanta esta. Y si bien la pobreza existe en ambos mundos esta es mucho menos ostensible en el árabe que en el europeo.

Desde luego que la visión que tienen los autores del Estado medieval esta influida por sus percepciones actuales y por lo que quieren transmitir respecto del Estado actual. Para Verhoeven este se encuentra "colonizado" por intereses particulares, que utilizan el mismo para sus propios objetivos, y que excluye de las decisiones trascendentes a grandes masas de la población, lo que genera una concentración de la riqueza creciente[5]. Monicelli, por su parte, reflejaba en los sesenta la situación económica de la Italia de posguerra y los condicionantes que establecía la Guerra Fría a su sistema político, que excluía de la ejercicio del poder estatal a una proporción desatacada de la sociedad. McTiernan mientras tanto pone en discusión las supuestas ventajas de la "civilización" respecto a las sociedades mas primitivas y por ende cuestiona la función del Estado como actor principal de este proceso. Pero mas allá de esta especificidades, que hubiesen sido centrales si el objetivo del artículo hubiese sido entender la obra de cada uno de estos autores, están las imágenes y los conceptos que plasman sobre la llamada "Edad Media" o mejor dicho sobre las Middles Ages. Y que nos devuelven algunos fantasmas que algunos suponían que habían desparecido para siempre de la historia humana

 

2. "La Edad Media y el cine (II): Lo religioso, lo divino y sus vínculos con el poder"

 

En el artículo anterior (La Edad Media y el cine: una visión sobre el Estado y la sociedad, Asterión XXI, número 5) había analizado el abordaje hecho por la cinematografía occidental a la problemática del estado y los grupos sociales durante este arbitrario e impreciso período conocido como Edad Media. En él se esbozaron ciertas temáticas de singular importancia pero que en función del espacio requerido para la nota y la necesidad de circunscribirse a uno o dos objetos específicos a los efectos de lograr una mayor claridad en la exposición, me llevaron a dejarlos de lado. Uno de ellos hacía referencia a la visión que nos transmitían diversos cineastas sobre las religiones, las creencias y lo sagrado durante estos siglos. Sobre este aspecto me detendré en este artículo.

Como sucede respecto al tema del Estado y de los grupos sociales no todos los directores y guionistas han analizado el tema que nos compete bajo un mismo prisma; sin embargo, mas allá de estas diferencias, sustanciales en algunos casos, quizás sea posible encontrar algún patrón común que conecte todas estas visiones y que haya ayudado a conformar parte del imaginario actual sobre las religiones y lo divino durante "the middle ages". Para ello tomaré como material central de análisis los films Flesh and Blood (Conquista Sangrienta) del director oriundo de los Países bajos Paul Verhoeven, ya trabajado en el artículo anterior, junto con Le nom de la rose (El nombre de la rosa) del francés Jean Jacques Annaud y la islandesa I skugga hrafnsins (La sombra del cuervo) de Hrfan Gunnlaugsson.

El concepto religión expresa, a nivel general, las relaciones que establece el hombre con lo sagrado. Desde ya que estas relaciones no son iguales en todas las civilizaciones y a través de los distintos períodos históricos. Asimismo el concepto de sagrado, de origen griego, tiene también disímiles significados. Sin embargo, respecto de este último y a los efectos de simplificar este artículo, podemos concluir siguiendo a

Kirk[6] que lo que nuestra cultura "occidental" entiende por sagrado esta muy cerca del vocablo griego hieron, que expresa lo divino y todo lo que se halla relacionado con ello, como ser los cultos, los ritos, los mitos; todo aquello que procede de un orden trascendente originado en la voluntad divina (tanto lo referente al orden del mundo como a un orden social) y todo lo que escapa a una explicación racional. Es en este contexto que nos vamos a adentrar en los aspectos religiosos en la cinematografía de la

Edad Media.

Un primer aspecto a destacar es que por lo general en los filmes que abordan este período se puede apreciar un contraste muy fuerte entre las creencias y relaciones con lo sagrado de gran parte de la población campesina, ampliamente mayoritaria en proporción durante estos siglos, y los intentos de la Iglesia cristiana de eliminar y uniformar las creencias religiosas de gran parte de la sociedad rural. Como bien señala Le Goff hacia el siglo XIII gran parte de la población de Europa Occidental vivía en una sociedad incompletamente cristianizada en la cual la religión había tal vez impuesto su ley en la superficie de los seres y de las cosas, pero no había penetrado todas las conciencias y todos los corazones[7]. En un principio la Iglesia cristiana, luego de su reconocimiento definitivo como religión de Estado por el emperador romano Teodosio (379-395), había logrado asentarse en los centros urbanos, pero el ámbito rural era un

espacio en el cual la cristianización era muy relativa y en el que subsistían viejas creencias y prácticas religiosas heredadas del pasado.

Cuando desde el siglo XI la Iglesia intentó implantar definitivamente el cristianismo en el campo, en una política que no solo debía su lógica a los intentos de incrementar su poder temporal y espiritual sino que también actuaba a favor de la imposición del poder monárquico en una sociedad feudal, el conflicto, con sus fases de represión y resistencia, no tardó en estallar. Para ello vamos a analizar los aspectos señalados en tres films que abordan la cuestión en tres siglos distintos para poder

apreciar los cambios que se ven reflejados entre uno y otro.

En I skugga hrafnsins (La sombra del cuervo) la acción transcurre en Islandia en el año 1.077. Es un territorio muy poco cristianizado, con un desarrollo urbano prácticamente nulo y en el que las familias mas poderosas constituyen clanes que poseen, por lo general, una granja en las que los productos del mar son claves para la subsistencia siendo en muchos casos motivos de guerra entre aquellos. En este escenario el cristianismo esta desembarcando en la isla de la mano de algunos de los principales

líderes de esos grupos; las imágenes, tanto de Cristo como de la virgen María, cumplen un papel central en el intento de cristianización. Pero es solo una cubierta muy precaria que oculta, tras nuevos nombres, las concepciones básicas de la religión nórdica. Aún mas, en algunas de estas granjas, subsisten los templos dedicados a Odín con los templos cristianos; y el accionar de los personajes reconoce fuertes influencias de estas creencias. Por ejemplo el padre de Trausti, uno de estos líderes clánicos, yace en una tumba "pagana" mientras que su madre intenta levantar la primera catedral cristiana de la isla. Esto, entre otras cosas, lleva a este clan a enfrentarse con el Obispo, su mujer y su hijo, los que compiten por la construcción de la catedral (es importante aclarar el grado de precariedad que ostentan ambas, siendo esto coherente con la sociedad en la que se desarrollan). El Obispo no es mas que otro señor del lugar; sin ningún tipo de conocimiento ni preparación teológica para el cargo y en el que se confunden las prácticas y conceptos de las religiones pre-cristianas con esta última. Lo que se desata es una lucha por el poder y la religión aparece como un elemento central en esa lucha. Pero en ningún caso esto implica la cristianización real de los integrantes de la sociedad y mucho menos a la persecución e imposición de normas y prácticas religiosas uniformes en una sociedad que aún dista mucho de tener un esbozo mínimo de centralización del poder político. Se puede aún pedir a Odín y Cristo sin que esto implique una contradicción real y practicar ambos cultos a la luz del día; es por ello que Trausti puede decir que sólo somos cristianos cuando es necesario y su madre señale que no importa si le dicen Cristo u Odín.

 

Distinta es la situación reflejada en Le nom de la rose, film de Jean Jacques Annaud basado en la obra de Umberto Eco. La acción transcurre en el año 1327 en una abadía benedictina del Norte de Italia, durante el papado de Juan XXII (1316 – 1334) y en un momento en el que esta institución de índole religioso y político ha sido trasladada, tras el asesinato de Bonifacio VIII en 1303, a la ciudad de Avignon, en la actual Provence francesa. Este dato no es de una importancia menor en la medida en que está revelando la sujeción del poder eclesiástico al poder político lo que llevará a que este último utilice al primero para imponer su poder sobre las zonas rurales de Europa Occidental. Desde ya que esta relación no va a estar exenta de conflictos, de avances y retrocesos sucesivos de uno y otro, pero marca una tendencia que permite explicar, aunque sea parcialmente, el desarrollo y expansión, en cierta zonas de Europa, de la Santa Inquisición. Ella no solo sería funcional a los objetivos del Papado sino que también sería una expresión muy clara de la expansión del poder central del Estado, en este caso, por intermedio de otras Instituciones. En el film, Annaud muestra una sociedad feudal de estamentos claramente definidos en la que la Iglesia y los monasterios cristianos viven del diezmo que exigen a los campesinos de la región, con los que tienen una

relación más que distante.

 

Pero la sujeción de estos últimos a los primeros es real, lo que se aprecia claramente en las escenas en las que los campesinos traen sus productos para entregar a la abadía y los monjes le responden Por todo lo que des en la tierra recibirás cien veces en el cielo. Pero la cristianización de las masas rurales aún sigue siendo superficial, a pesar de la ofensiva que está llevando a cabo la Iglesia para modificar esta situación, penetrar definitivamente en este ámbito, y expurgar los resabios del las creencias pasadas. Para ello el terror, expresado tanto en el plano simbólico, con el desarrollo de toda una demonología de aspectos y consecuencias aterradoras, como en el físico, con la aplicación de castigos ejemplificadores, pasará a ser un pilar central de la estrategia de la Iglesia. Este terror, cuya objetivo y consecuencia directa será la sumisión del hombre ante Dios y las autoridades que lo representan en la tierra, romperá las relaciones que habían mantenido las culturas campesinas con la naturaleza y las divinidades heredadas del pasado. Por otro lado este sentimiento también se extenderá a los mismos representantes de Cristo, los que, mas allá de los actos que lleven a cabo, tendrán también un temor reverencial hacia Dios y hacia las influencias demoníacas sobre el hombre. De este modo el abad Jorge, quien tiene en control real de la abadía, señalará hacia final del film que sin temor no puede haber fe y que sin temor al demonio ya no hay necesidad de Dios. El film muestra que este nueva realidad no solo puede ser explicada desde un punto de vista político y económico sino que también hay que tomar en cuenta la mentalidad de la época que hacía que lo anterior pudiera ser operante. En los claustros del convento, por otro lado de una frialdad y oscuridad aterradoras consecuente con lo antedicho, campea entre los monjes la idea de pecado, de autoflagelación y de la presencia permanente del Demonio. Las muertes acaecidas en ella, que viene a investigar el franciscano William de Baskerville, son atribuidas, sinceramente, por muchos de los integrantes de esta comunidad benedictina a la bestia.

 

La posición racionalista y fundamentalmente aristotélica de William es un rara avis en este contexto. Un contexto en el que para que la religión cristiana pueda imponerse definitivamente sobre otras expresiones y creencias religiosas debe dejar de lado la duda y expurgar todo aquello que pueda conducir a ella. Por ello en los laberínticos pasillos de la torre se guardan libros que no deben salir a la luz pues pondrían en tela de juicio aspectos considerados centrales en la fe religiosa. Así el hermano Jorge y el inquisidor, viejo enemigo de William, le dirán a éste que la duda es enemiga de la fe y que en ese momento de la historia la primera es un lujo que la Iglesia, y el Estado por intermedio de ella, no pueden darse. Por otro lado el Papado no solo tiene que lograr la cristianización definitiva de los habitantes de la zona rural sino que además debe luchar para subordinar a las distintas órdenes y sacerdotes a la autoridad Papal, para lo cual la Inquisición también cumplirá un papel relevante. En este escenario muchos movimientos religiosos dentro del cristianismo que ponían en duda la autoridad papal serán calificados de herejías y otros, como lo muestra el film respecto de los franciscanos, tendrán que arriar algunas de sus banderas y subordinarse a la autoridad central del Papa. Esto conlleva también a que las antiguas creencias campesinas deban ser definitivamente erradicadas, en la mediada que las mismas suponían una cosmovisión alternativa pero coherente del mundo y del orden social[8]. Es el momento de la aparición y desarrollo en la conceptualización cristiana de la brujería y de las prácticas demoníacas las que son identificadas por los teólogos cristianos como invocaciones a dioses paganos, tanto de origen romano como célticos y teutónicos. Ya no había espacio para ellos, o al menos para que sus prácticas se hiciesen a la vista de todos, y el camino de la brujería estaba por escribirse[9].

Esto aspecto también es ampliamente analizado en el film mostrando como a través del temor, expresado tanto en la Inquisición como en los sermones y las imágenes difundidas desde los púlpitos de las Iglesias, se intentaban extirpar estas prácticas. La condena a la hoguera de la campesina es un claro ejemplo de lo antedicho. En esta película, a diferencia de la anterior, ya no hay espacio para que convivan distintas creencias, que se superpongan, que se modifiquen mutuamente. Es un momento en el que, tras la profunda dispersión del poder experimentada hasta entonces, se intenta retornar a una centralización del mismo en el plano político y religioso, y en el que se debe lograr la mayor uniformidad posible.

Flesh and blood se ubica en un período posterior, en el año de 1501, en una región indefinida del oeste de Europa que bien podría ser Italia. En la misma Verhoeven nos muestra un escenario en el que aún impera una profunda dispersión del poder político y en el que los nobles, burgueses y mercenarios enriquecidos, se enfrentan entre sí por parcelas de este poder. Si bien en apariencia la sociedad en sus distintos estamentos, que van camino a convertirse en clases sociales, parece estar cristianizada,

esto sigue revelándose, en muchos casos, superficial. Sin embargo el contacto con lo sagrado y lo divino impregna a casi todos los integrantes de esta sociedad quienes constantemente requieren el apoyo de Dios y de los distintos santos cristianos, los que encubren una abigarrada mixtura de elementos provenientes de las creencias y religiones previas al cristianismo con conceptos y dogmas de la religión dominante en aquel entonces. Por mas autosuficientes que parezcan los distintos personajes de la película, por lo general rudos soldados mercenarios o nobles guerreros, están imbuidos de una concepción religiosa que mezcla miedo con esperanza. En el ejercito mercenario de Martín no solo hay un sacerdote, que también es guerrero, sino que marcha con el mismo una estatua de Saint Martin, la que marca la dirección hacia donde deben dirigirse estos hombres. Según los movimientos de esta representación divina el sacerdote intenta predecir el futuro, aspecto que, aún existiendo dentro de las distintas

variantes del cristianismo, esta mucho mas cerca de las religiones antiguas y de la hechicería que de la religión emergida en el Concilio de Nicea del 325[10]. Asimismo en el film aparecen creencias no cristianas que operan en la realidad cotidiana de los personajes. El ejemplo mas paradigmático de esto es la escena en la que Agnes, una joven virgen perteneciente a la aristocracia que va a contraer enlace con el hijo de Arnolfini, un noble feudal que ha traicionado al ejército mercenario de Martín, se encuentra con su prometido, y busca la mandrágora, una planta que si crece bajo los cuerpos de los ahorcados, al comer su raíz garantiza el amor eterno a quienes realicen este acto. Como vemos el director nos muestra un mundo en el que los actos y los conceptos se interrelacionan profundamente y en donde los elementos de la naturaleza siguen desempeñando un papel importante en los lazos que unen al hombre con lo divino.

 

Tres films, tres momentos históricos distintos, y una cosmovisión religiosa que impregna las visiones de cada uno de ellos. Aún estamos lejos de la edad de la razón motivo por el cual estos aspectos parecen formar parte de la constitución intrínseca de los sujetos de estos siglos. Y en los que, si bien emerge una religión y cosmovisión religiosa dominante, resabios de las antiguas creencias o bien se mimetizan tras las

nuevas figuras triunfantes o bien sobreviven, de todos formas inevitablemente modificadas, en las intersticios poco visibles de estas sociedades como mecanismo de resistencia de los que han sido vencidos.

 

NOTAS

[1] El inglés utiliza el plural (Middle Edges) para referirse a este período remarcando de este modo lo heterogéneo del mismo y las distintas fases y etapas de ésta

[2] Si bien el año podría estar señalando que estamos en presencia de una nuevo orden socio – político y económico, en el film se puede ver como en muchas zonas de Europa Occidental todavía estaban vigentes las estructuras medievales

[3] Esto no quiere decir que no exista Estado, sino que este adopta formas muy distintas a las del Estado Moderno que surge en Europa Occidental

[4] Este film esta basado en una novela de Michael Crichton publicada en 1976

[5] Como ejemplo ver Total Recall (El vengador del futuro), Robocop y Starship Troopers (Invasión)

[6] G. S. Kirk; La naturaleza de los mitos griegos, Paídos, Barcelona, 2002

[7] Jacques Le Goff; La bolsa y la vida, Ed Gedisa, Barcelona, 1987, pag.97

[8] Señalemos, sin embargo, que estas cosmovisiones ya habían sufrido cambios en su contacto con el cristianismo y al modificarse la realidad socio-económica y política en la que estaban insertas. Sería un grave error considerar a las creencias pre-cristianas como una serie de conceptos estancos e inmodificables. Pero las mismas cuestionaban el poder simbólico y político de la Iglesia sobre estas poblaciones al competir en estos planos con la teología cristiana

[9] Desde el siglo XII la preocupación teológica por el Diablo había ido en aumento, según algunos autores en gran medida como respuesta a la "herejía" cátara. De allí en mas la importancia del Diablo creció y desde las púlpitos de empezó a difundir la idea de que éste, con su ejército de demonios, recorría el mundo para inducir a los hombres al pecado y frustrar el plan de Cristo. Para mas datos ver G. Minois, Historia de los infiernos, Paídos, Barcelona, 1992 y Jacques Le Goff, op. Cit

[10] La hechicería se encuentra muy relacionada a la adivinación, al suponer que el cosmos es un todo en el que existen conexiones ocultas entre los fenómenos naturales. Es importante señalar de todos modos que la adivinación no es sinónimo de hechicería sino que en la Europa medieval se la consideraba mas cercana de la magia superior. Para mas datos ver entre otros Jeffrey B. Russell, Historia de la Brujería: hechiceros, herejes y paganos, Paídos, Barcelona, 1992; Mircea Eliade, Ocultismo, brujería y modas culturales, Paídos, Barcelona, 1997 y Emanuel Le Roy Ladurie, La bruja de Jasmín, Argos Vergara, Barcelona, 1984

 

Ficha Técnica de los films mencionados

The 13th Warrior. EE.UU. John Mc Tiernan.1999

Actores: Antonio Banderas (Ahmed Ibn Fahdlan), Vladimir Kulich (Bulliwyf), Omar Sharif (Melchisidek), Dennis Storhoi (Herger), Diane Venora (Reina Weilew), María Bonnevie (Olga), Daniel Southern (Edgtho), Neil Maffin (Roneth), John (Ragnar), Clive Russell (Helfdane). Guión: William Wisher – Warren Lewis sobre la novela de Michael Crichton

Música: Jerry Goldsmith; Montaje: John Wright; Vestuario: Kate Harrington; Fotografía: Peter Menzies Jr

Flesh and Blood (Conquista sangrienta). EE.UU – España .Paul Verhoeven. 1985

Actores: Rutger Hauer (Martin), Jennifer Jason Leigh (Agnes),Tom Burlinson (Steven), Jack Thompson (Hawkwood), Fernando Hilbeck (Arnolfini), Susan Tyrrell (Celine), Ronald Lacey (El cardenal), Brion James (Karsthans), Marina Saura (Polly)

Guión: Gerard Soeteman – Paul Verhoeven

Música:Basil Poledouris; Montaje: Ine Schenkkan; Vestuario: Ivonne Black; Fotografía: Jan de Bont

L’armata Brancaleone, Italia. Mario Monicelli. 1966

Actores: Vittorio Gassman (Brancaleone de Norcia), Catherine Spaak (Matilda), Folco Lulli (Pecoro), Gian Maiía Volonté (Teofilatto), Barbara Steele (Teodora), Maria Grazia Bucella (La viuda), Enrico Maria Salerno (Zenone), Carlo Pisacane (Abacuc)

Guión: Mario Monicelli – Agenore Incrocci

Música: Carlo Rustichelli; Montaje: Ruggero Mastroianni; Vestuario: Piero Gherardi; Fotografía: Carlo Di Palma

I skugga hrafnsins (La sombra del cuervo). Islandia – Suecia –Noruega, Hrfan Gunnlaugsson. 1988

Actores: Reine Brynolfsson (Trausti), Egill Olafsson (Hjoerleifur), Sune Mangs (el obispo), Helgi Skúlason (Grim) Actrices: Tinna Gunnlaugsdóttir (Isolda), Kristbjorg Kjeld (Sigrid), Klara Iris Vigfusdottir (Sol)

Guión: Hrfan Gunnlaugsson. Fotografía: Esa Vuorinen

 

Le nom de la rose (El nombre de la rosa). Francia – Italia – Alemania Occidental. Jean Jacques Annaud, 1986

Actores: Sean Connery (William de Baskerville), F. Murray Abraham (Bernardo Gui), Christian Slater (Adso von Melk), Michael Londsdale (El abad), Volker Prechtel (Malaquías), Feodor Chalipain Jr (Jorge de Burgos), Elya Baskin (Severinus), William Hickey (Ubertino de Casale), Michael Habeck (Berengar) Actrices: Valentina Vargas (la campesina)

Guión: Andrew Birkin – Gérard Brach – Alain Gordon – Howard Franklin sobre la novela de Umberto Eco. Música: James Horner Montaje: Jane Seitz Vestuario: Gabriela Pescucci Fotografía: Tonino Delli Colli

 

La página sobre el medioevo de Ana y José Manuel