Artículo de Fondo: Investigación, enseñanza y divulgación (2001)

Una de las funciones del historiador profesional, y de cualquier científico, es divulgar sus hallazgos, la información adquirida. Así su trabajo será útil al resto de la sociedad, enriqueciéndola y justificando su trabajo, más allá de las propias ansias de saber.

Esta máxima, que parece lógica y evidente se cumple raramente en el caso de los historiadores...bueno, quizás no sea justo. Es más correcto decir que los historiadores que investigan, a la hora de publicar y difundir sus hallazgos suelen circunscribirse al ámbito académico, dirigiriéndose a especialistas en su campo o materia. Algo, por supuesto razonable y deseable para el progreso de la historia y su conocimiento, pero no debe ser lo único. El historiador también debería preocuparse de divulgar y difundir su obra. Un camino obvio para el profesor universitario es la docencia y la alta divulgación en forma de manuales o artículos dirigidos a universitarios. El número de historiadores que enseñan no es mucho, pero el número de los que publican manuales o libros de síntesis, más allá de su artículo superespecializado es mucho menor. Si de ahí pasamos al mundo de la gran divulgación, la que llegaría más fácilmente al gran público, el número de medievalistas hispanos que se dedican a ello se pueden contar con los dedos de las manos.

Una primera explicación es que en España, hasta hace un par de años, no ha existido una gran tradición de divulgación como existe en el mundo anglosajón o francófono... La otra explicación es, por un lado, la aparente falta de interés por parte de los profesionales por meternos en este berenjenal y, por otro lado, que escribir divulgación no es lo mismo que escribir u artículo científico. Y nos cuesta mucho llegar a este nivel, dejando a un lado el hecho de que son numerosos, los llamados profesionales de la historia, que no escriben correctamente ni artículos sobre temas científicos en los que se supone que son especialistas.

Es decir, para empezar el historiador o el divulgador debe escribir bien. Su lectura debe ser amena y, al mismo tiempo, científica y divulgativa. La divulgación no es sinónimo de libertinaje o mala calidad. Es otra forma de escribir y de explicar las cosas.

Quizás alguno pueda argüir que en España no hay mercado para ese tipo de publicaciones de divulgación sobre la Edad Media... craso error. Basta echar un vistazo a los temas que suelen atraer el interés en películas, juegos, novelas etc para saber que la historia, y la Edad Media en particular, gozan de un gran número de aficionados. SI los cultivamos, si los cuidamos, si nos acercamos a ellos transmitiéndoles nuestro conocimientos de una forma divertida, amena y seria, lograremos que ese publico sea fiel, crezca el nivel medio cultural del país, y así sea propicio el caldo de cultivo para una nueva generación de historiadores y ciudadanos más atentos a las necesidades del conjunto de la sociedad y más interesados por aprender, conocer y defender y preservar nuestra historia y patrimonio histórico-artístico.

.Los caminos de la divulgación son amplios y apasionantes: novela histórica, manuales y ensayos de alta divulgación, participación en programas televisivos y creación de documentales, publicación de libros infantiles, impulso para hacer películas de género histórico con unas mínimas garantías de rigor, artículos en revistas de historia de nivel divulgación (alejándonos de importar modelos extranjeros, aunque enriqueciéndonos con  su experiencia), recreación virtual aprovechando los avances informáticos, uso de internet, etc.

Desde este lugar, aprovechando la "universalidad" de internet, de su facilidad para transmitir conocimientos a nivel general y de forma rápida a una gran cantidad de personas, pretendemos, simplemente, contribuir a la divulgación del conocimiento de una historia medieval seria, científica y, en la medida de nuestras capacidades, amena.

 

El tema de la investigación y la enseñanza lo dejaremos para otra ocasión. Bástenos decir que para enseñar hay que estar a lo último y esto, por lo general, se consigue si el profesorado mantiene el pulso investigador... pero también, enseñar, tiene sus misterios, sus técnicas... no basta con que el profesorado sepa mucho de una materia. Tan importante como ello es que sea capaz de transmitir adecuadamente, asegurando la recepción-,-esos conocimientos, pasión, práxis y metodología científica a sus alumnos...

 

La página sobre el medioevo de Ana y José Manuel