Hoy se considera que, además de una sólida formación técnica y legal, un buen mediador es el que cuenta con habilidades personales como la originalidad, una actitud conciliadora, la capacidad de autocontrol, el sentido del humor y una cierta espontaneidad. Como se ve estas caracterí­sticas son "entrenables" y el mediador deberí­a buscar formarse en ellas del mismo modo que busca su formación técnica y legal.

El conocimiento sobre el funcionamiento de las emociones es fundamental para la gestión de los conflictos. La Psicologí­a dispone de herramientas adecuadas a ese fin. Muchas de estas herramientas psicológicas pueden ser utilizadas por los profesionales de la mediación, formados en disciplinas legales o sociales, si complementan su formación con los adecuados conocimientos psicológicos

En resumen, se puede decir que resulta especialmente importante el conocimiento del papel de las emociones para la acción mediadora así­ como el ejercicio de ciertas habilidades de empatí­a, escucha activa, comunicación, relaciones interpersonales y manejo del conflicto.